Julia Ramirez Blanco
Publicada

La centralidad de la visión en nuestra sociedad es un fenómeno que ha ido aumentando en importancia desde el Renacimiento a nuestros días, potenciado por el advenimiento de máquinas como la imprenta, los microscopios, los telescopios, o los dispositivos digitales –como aquellos desde los cuales seguramente muchos me están leyendo–.

Desenfocado. Otra visión del arte

CaixaForum. Madrid. Comisarias: Claire Bernardi y Emilia Philippot. Hasta el 12 de abril

Y si bien las artes plásticas han evolucionado acompañando este proceso, su carácter autorreflexivo también las ha posicionado en un lugar propicio a la cavilación en torno a la propia naturaleza de lo visual, lo que significa poder ver algo y lo que implica que ese algo se escape a nuestra mirada.

A la imagen desenfocada dedica ahora CaixaForum una muestra que proviene del Museo de la Orangerie de París, célebre por albergar las Ninfeas de Claude Monet. En estos veintidós lienzos de gran formato que el artista dedicó a las plantas acuáticas del jardín de su casa parece abolirse la fuerza de la gravedad: mezclando lo que está arriba con lo que está abajo, se confunden lago, planta y cielo en una combinación de superficies reflectantes y contornos indeterminados.

Para el impresionista, pintar los nenúfares fue una obsesión que le ocupó desde finales de la década de 1890 hasta su muerte en 1926. Parte de su serie la desarrolló durante la Primera Guerra Mundial, trabajando desde una casa donde se escuchaban los disparos: quizás zambullirse pictóricamente en el lago de su bellísimo jardín fue el único refugio que pudo encontrar.

Su obra, así va a contener elementos contradictorios: la difuminación, el engaño visual, la belleza lírica de la naturaleza, y la presencia invisible del conflicto bélico que acecha. Desenfocados recoge estos hilos y los recombina a lo largo del tiempo. Partiendo del legado de los borrosos nenúfares, la exposición plantea una genealogía artística de los contornos imprecisos.

Claude Monet: 'Le bassin aux nymphéas, harmonie rose', 1900. © Musée d'Orsay, Dist. GrandPalaisRmn / Patrice Schmidt

Aunque las obras elegidas datan sobre todo de la segunda mitad del siglo XX, un preámbulo sitúa los precedentes en el siglo XIX y principios de siglo. Como era de esperar, el conjunto de la Orangerie no ha venido a Madrid (sería complicadísimo pensar siquiera en moverlo), y en su lugar nos conformarnos con uno de los cuadros de menor tamaño que representa el lago y el puente japonesista que Monet erigió sobre él.

Encontramos también una fotografía espléndida de Julia Margaret Cameron, cuya atmósfera nebulosa invoca un fantaseado mundo neomedieval ligado al universo prerrafaelita.

En las siguientes estancias el recorrido es temático, y a veces se detiene en la querencia formal por las imágenes indefinidas. En una de las salas dialoga un conjunto de cuadros abstractos que cuenta con un delicioso lienzo temprano de Mark Rothko. El crítico de arte británico John Berger, en su célebre ensayo Modos de ver, advertía de cómo “la relación entre lo que vemos y lo que sabemos nunca está resuelta”.

En Desenfocados, el comisariado también explora las implicaciones de la visión opacada para el conocimiento. Trabajos como los de Gerhard Richter, Clémence Mauger y Dove Alluche apuntan lo ininteligible de la visión científica que, pretendiendo acercar lo invisible al ojo humano, genera las bellas imágenes de telescopios y microscopios, hermosas pero ilegibles.

Wojciech Fangor: ' Number 17', 1963. © The Museum of Modern Art, New York / 2025 Scala Archives

Ello hace pensar acerca de cómo en su texto “The image as machine”, el curador Niels Van Tomme habla de la manera en que estas mismas tecnologías se han puesto al servicio de usos policiales y militares, haciendo que dispositivos inicialmente creados con la intención de proporcionar claridad científica se utilicen para el encubrimiento y la violencia:

“¿Qué pasaría si la propia idea de la Ilustración, que en su forma ideal promueve la transparencia de las investigaciones científicas y el intercambio de conocimientos, sirviera en última instancia a su opuesto: la ocultación sistemática y la falta de disponibilidad de información sobre objetos específicos?"

Y continúa: "¿Y si esto ocurriera de tal manera que su verdadera naturaleza permaneciera a veces inescrutable? Basta con pensar en las recientes revelaciones del denunciante Edward Snowden para comenzar a considerar la transformación de la idea de la Ilustración del conocimiento sin presuposiciones, y su derivación política en el concepto de gobierno abierto, en una doctrina absoluta de secreto de Estado y ausencia de rendición de cuentas por parte de los gobiernos”.

Una lectura política asimismo sitúa la visión imprecisa como síntoma de la incapacidad de mirar lo que resulta demasiado terrible. Como una estrategia que permite captar lo irrepresentable. Thomas Ruff expone aquí su obra sobre la caída de las Torres Gemelas en forma de una magnificada imagen pixelada.

Thomas Ruff: 'Jpeg ny01', 2004. Imagen desenfocada del ataque a las Torres Gemelas. Foto: Thomas Ruff

El trabajo sobre el genocidio de Ruanda de Alfredo Jaar está ejemplificado por una fotografía descorazonadora que el artista explica así: “Es la imagen de una joven de espaldas. Esta chica fue testigo del asesinato de su padre y su madre a machetazos. Había concertado una cita con ella para que me contara su historia. Pero cuando llegó, cambió de opinión […].

En el momento en que se dio la vuelta y se alejó, tomé la cámara y disparé sin realmente enfocar, de ahí que aparezca borrosa. Esta imagen representa mi incapacidad para contar la experiencia de esta mujer o la experiencia de Ruanda –mi imposibilidad–”.

Por su parte, el francés Christian Boltanski evoca el Holocausto empleando fotografías difuminadas de rostros infantiles que adquieren un melancólico sentido espectral. La ecuatoriana Estefanía Peñafiel Loaiza fotografía vídeos de internet de las zonas en las que la gente cruza fronteras por tierra: entre México y Estados Unidos, o entre Palestina e Israel. Miriam Cahn en su Beautiful Blue traza con desgarrador lirismo la imagen poetizada de los migrantes que se ahogan en el mar Mediterráneo.

La exploración de una identidad elusiva y la sensación de inestable fragilidad y confusión temporal de la pandemia de la Covid encuentran su hueco también al final del recorrido. Destaca un ramo de flores fotografiado con cámara temblorosa por Nan Goldin a modo de vanitas actualizada.

Claudio Parmiggiani: ' Polvere', 1998. © Claudio Parmiggiani

De Léa Belooussovitche vemos una pieza en la que, dibujando con lápiz de color sobre lana, capta una expansiva gradación de amarillos y naranjas: la obra representa el incendio del Parque Nacional de Secuoyas de California en 2021.

El conjunto deja el buen sabor de boca de haber disfrutado de obras poderosas. Sin embargo, resulta imposible no pensar en lo que deja fuera de su foco desenfocado. Al hablar del horror, una ausencia flagrante es la del genocidio de Gaza. Ello permite constatar cómo, pese al creciente consenso internacional, aún hay reticencias por parte de algunas instituciones para fijar la mirada en la Franja, ni tan siquiera con visión desenfocada.