Julia Ramírez-Blanco
Publicada

En 1956 la artista francosuiza Niki de Saint Phalle conoció al escultor suizo Jean Tinguely. Cuatro años después iniciaron una historia de amor que se conjugaría a través de una multitud de proyectos creativos conjuntos.

En muchos de estos, les sirvió de apoyo el conservador museístico Pontus Hulten, quien se ocupó de generar circunstancias propiciadoras en museos y exposiciones. De la colaboración cómplice entre los tres trata la nueva exposición en el parisino Grand Palais realizada junto con el Museo Pompidou, y que toma como título, simplemente, la sucesión de sus tres nombres.

Allí podemos ver las máquinas absurdas de Jean Tinguely ligadas al nuevo realismo, movimiento francés paralelo al pop anglosajón y de marcado sentido crítico. Los suyos son mecanismos que se mueven sin ninguna función más allá de lo estético y lo lúdico: las únicas con alguna utilidad son irónicas “máquinas de pintar” que producen garabatos.

También podemos seguir la evolución desde las primeras performances de Niki de Saint Phalle disparando globos de pintura con un fusil hacia sus figuras coloridas inocentes y grotescas, donde reaparece una y otra vez la figura de la mujer y la del monstruo.

Sin embargo, las salas dedican un espacio particular a documentar las iniciativas en común: algunas de ellas son de un formato grandilocuente.

Niki de Saint Phalle: 'Photo de la Hon repeinte', 1979. Foto: Niki Charitable Art Foundation/ Adagp, Paris. / Niki Charitable Art Foundation /Katrin Baumann /Hans Hammarskiöld Heritage

Hon – en catedral (Ella – una catedral, 1966) fue un proyecto realizado entre Niki de Saint Phalle, Jean Tinguely y el artista sueco Per Olof Ultvedt, siguiendo la invitación de Pontus Hulten. Juntos decidieron crear una enorme figura femenina tumbada y embarazada, diseñada por Niki de Saint Phalle, y en la que el público podía entrar a través de la vagina.

Dentro, había esculturas, una galería pictórica, una sala de cine, un tobogán y un estanque con peces. Pese a que la publicidad de la exposición en el Grand Palais permitiera imaginar una reconstrucción de este proyecto, por desgracia no es así. La gran construcción fue destruida y ahora se exponen solo algunos fragmentos, maquetas y fotografías.

Compartían una misma actitud hacia el arte y la vida, una actitud que podría describirse como “anarquismo alegre”

Varias películas documentan El Cíclope (1969-1994), una enorme cabeza con un solo ojo, cuya fachada de espejos refleja el bosque donde se esconde. La construcción penetrable fue erigida durante décadas en secreto por Tinguely, Saint Phalle y su amigo el creador suizo Bernhard Luginbühl.

La testa magnificada parece la cúspide de un gigante enterrado, dentro de cuyo cráneo se mueven los engranajes característicos de Tinguely, y se muestran obras de artistas invitados por el creador. Tras su muerte, la obra fue terminada por Saint Phalle con la ayuda de Hulten.

Jean Tingely: 'Sculpture méta-mécanique',1954. Foto: Adagp, Paris, 2025 / Centre Pompidou, MNAM-CCI/Dist. Grand PalaisRm

En 1977 Pontus Hulten llegó a ser el primer director del Museo Pompidou. Como tal, invitó a Tinguely, Saint Phalle, Luginbühl y otros a hacer una obra para el vestíbulo. Le Crocrodrome de Zig & Puce (1977) era otro gran monstruo penetrable cuya estructura respondía al diseño de Niki.

Dentro, un tren fantasma, construcciones mecánicas y grandes bolas mecánicas ocupaban la corporalidad entera de la criatura. Encarnando la ambición procesual y participativa de la nueva institución museística, el Crocrodrome fue construido bajo la mirada del público, y destruido después del mismo modo.

Al elegir como uno de sus vértices del triángulo propuesto a Hulten, primer director de la historia del Pompidou, el proyecto adquiere un cierto aire de autocelebración de esta institución, que coorganiza la muestra, o al menos un sentido de reflexión acerca de su propia historia.

En ese sentido cabe preguntarse por la continuidad del legado de un museólogo que entendió la institución como un espacio abierto, que albergara “un arte para todos, anclado en la vida”.

Niki de Saint Phalle: 'L’Accouchement rose', 1964. Foto: Niki Charitable Art Foundation/ Adagp, Paris / Moderna Museet, Stockholm

Sophie Duplaix, conservadora jefe de las colecciones contemporáneas del Museo Nacional de Arte Moderno Centro Pompidou habla de cómo “Pontus Hulten compartía con Niki de Saint Phalle y Jean Tinguely una misma actitud hacia el arte y la vida, una actitud que podría describirse como 'anarquismo alegre'”.

Se trataba, en particular, de ofrecer al individuo un lugar en la sociedad, bajo el signo de la autonomía de pensamiento y acción. Esto se tradujo en un arte de rebelión, dirigido directamente al público, al que ofreció obras accesibles, participativas y lúdicas”.

Sin embargo, en la exposición del Grand Palais hay más documentación que participación. Las piezas de Jean Tinguely, concebidas como obras en movimiento, se muestran la mayor parte del tiempo congeladas, compensándose la quietud con imágenes de vídeo. Los trabajos de Saint Phalle quedan aislados, sin reproducir el sentido experiencial de su obra.

De este modo, la visión democratizadora y participativa de Pontus Hulten queda lejos. Aun así, el periodo y los creadores hacen que merezca la pena la visita. Aunque sea por ver la provocadora y alegre incitación a la irreverencia que contienen el trabajo de una pareja de artistas que fueron amantes, amigos y que, sobre todo, jugaron juntos a fundir arte y vida.