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¿Qué busca capturar con sus retratos, siempre en blanco y negro? "Personas, personas y personas. Seres humanos", aseguró Colita (1940-2023) a El Cultural en una entrevista. "Es lo que más me interesa". 

Isabel Steva Hernández, "curiosa impenitente" y cronista privilegiada de la Gauche Divine, retrató a cientos de intelectuales y artistas durante más de cuarenta años de carrera.



Colita, Arte y Parte, en el Centro Niemeyer de Avilés, reúne más de 128 de estas fotografías, que giran en torno a seis protagonistas de la vida de la fotógrafa catalana: Carmen Amaya, Gabriel García Márquez, Gonzalo Suárez, Joan Manuel Serrat, Joan Miró y Ocaña.

La exposición, que se podrá visitar hasta el 11 de enero de 2026, repasa su relación con el mundo artístico, desde la música hasta el cine pasando por el flamenco y el arte contemporáneo. 

"Colita no es la fotógrafa que se esconde tras un biombo para hacer un retrato, ella está delante, en primera línea", recalca Fabrés Polop, comisario de la muestra y heredero del archivo de la artista.

La fotógrafa se acercó tanto a sus retratados que acabó siendo cómplice y amiga, plasmando en su trabajo el humor, la amistad, la sagacidad y la humanidad que le caracterizaba. 

"En el retrato es indispensable ganarse la confianza del retratado. Y cuando eso no ocurre has de tirar de tu profesionalidad y disparar con reflejos para conseguir una buena imagen, aunque sea distante y sin implicación emocional", aseguró en una entrevista con El Cultural.

Carmen Amaya en el rodaje de “Los Tarantos” Montjuïc, Barcelona. 1963 @Archivo Colita Fotografía

La experiencia cultural que cambió su manera de ver al mundo, confesó a esta revista, fue ver a Carmen Amaya bailar en la película Los Tarantos (1963). Con la legendaria bailaora y símbolo máximo del flamenco, Colita descubrió el latido de un arte visceral y genuino.

"Me abrió el alma", aseguró la fotógrafa sobre su relación con la bailaora, a quien fotografió en ensayos, actuaciones y momentos íntimos, siempre desde el respeto y la admiración.

Sus instantáneas de Amaya y otros flamencos catalanes están hoy entre lo más celebrado de su archivo. 

Aunque también destacan las fotografías que Colita hizo en colaboración con la discográfica Edigsa y con el movimiento de la Nova Cançó catalana de finales de los 60. 

En la exposición se puede ver la portada del disco Mediterráneo de Serrat, una de las imágenes más icónicas de la música española, además de varias fotografías originales de las sesiones con el cantautor, del que también fue amigo. 

La bohemia literaria también fue captada por la cámara de Colita, quien retrató a Gabriel García Márquez durante sus travesías por Barcelona, Madrid y México. 

Para una de las sesiones —realizada para la mítica agencia literaria Carmen Balcells— Colita le preguntó al escritor con qué se sentía cómodo, a lo que García Márquez respondió que solía trabajar con "un mono de trabajo, un mono azul".

Colita le animó a llevarlo a la sesión, y, fiel a su sentido del humor, le ofreció además un casco amarillo de obra.

En otra de las fotografías, el autor aparece con un ejemplar original de Cien años de soledadpresente en la muestraa modo de sombrero. 

La complicidad y la ironía que ambos compartían hicieron que el escritor llegase a ser "un amigo querido de Colita". 

Otra relación especial fue la que la fotógrafa mantuvo con Joan Miró. El pintor, figura central en la escena artística catalana, pintó las cristaleras del Colegio de Arquitectos de Barcelona y, tres meses después, las borró, pero Colita pudo inmortalizar el momento. 

La fotógrafa era muy rápida con su trabajo, asegura Polop, enviaba al día siguiente las fotos a las personas retratadas como un gesto de cortesía. Miró le respondió de inmediato agradeciéndole las fotos. 

Gonzalo Suárez en el rodaje de “Morbo” Asturias, 1972 @Archivo Colita Fotografía

Otro giro esencial vino de la mano del cine, cuando Gonzalo Suárez la introdujo como foto fija en varios rodajes: Morbo (1972) y Al diablo, con amor (1973), de los que se nutre la exposición. 

El cine le permitió experimentar con luz, plasticidad y atmósfera, y le dio acceso a otro modo de narrar. 

Así, Colita fue parte del nacimiento del nuevo cine español y supo captar la tensión y el desencanto de una generación de directores y actores.

La exposición del centro Niemeyer se enmarca en un creciente reconocimiento y difusión de la obra de Colita, especialmente tras su fallecimiento a finales de 2023.

Su legado continúa gracias a proyectos que, como este, cumplen su deseo de mantener su archivo en movimiento.

Otro ejemplo fue la primera exposición postumaColita. Antifémina, inaugurada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 2024, un proyecto en el que ella misma trabajó hasta sus últimos días. 

Estas retrospectivas reafirman la vigencia de su mirada y aseguran que su voz, rebelde y profundamente humana, siga dialogando con la actualidad.