Blank, Irma Blank

Centro de Arte Bombas Gens. Av. de Burjassot, 54-56, Valencia. Comisarias: Johanna Carrier y Joana Neves. Hasta el 20 de marzo

“No existe la palabra exacta”, decía la artista Irma Blank (Celle, Alemania, 1934). Una declaración de intenciones que ha marcado con determinación su trabajo desde finales de los años sesenta hasta la actualidad. Coproducida por distintas instituciones (Culturgest, Lisboa; MAMCO, Ginebra; CAPC, Burdeos; CCA, Tel Aviv; ICA, Milán y Museo Villa Dei Cedri, Bellinzona), recala ahora en Bombas Gens la exposición Blank, Irma Blank, con la que se presenta por vez primera en España la obra de una artista singular, de insuficiente reconocimiento internacional, pese a su participación ya en 1966 en la Documenta 6 de Kassel y en la 57 Bienal de Venecia (2017).

Comisariada por Johanna Carrier y Joana Neves, en la exposición en Valencia –más allá de lo visto en las instituciones desde las que itinera y en las que se consideran aspectos diversos de su producción artística– se quiere destacar, en particular, el componente pictórico del trabajo de la octogenaria Irma Blank. Tres bloques, en tres salas, estructuran un impecable montaje al que se acomoda una obra que reclama con insistencia una visión de conjunto; en un ir y volver sobre lo visto, que ayuda a comprender el trabajo de esta artista como un proceso siempre abierto y en revisión permanente. De este modo, las comisarias, ajenas al estricto seguimiento de una cronología, plantean con acierto un recorrido donde se potencian las vibraciones de una obra que, aislada o medida simplemente en el tiempo, acabaría siendo percibida como plana en exceso.

La exposición se abre en las sucesivas galerías para presentar una deriva de ciclos redundantes que no son otros que los que surgen de la propia experiencia vital de la artista y su forma de entender su hacer artístico como un libro abierto en el que las palabras escritas no tienen sentido por sí mismas, sino cuando son signos –inventados por ella–, de una existencia para la que no hay traducción caligráfica posible.

Se suceden en la obra de Irma Blank líneas rectas y ondulantes y franjas de pintura sobre papel y lienzo. No hay respiro, solo silencios

Formada como artista en Alemania, Blank establece su residencia en Sicilia primero, en 1955, antes de trasladarse a Milán en 1973, donde vive y trabaja. Desde allí, la relación con un entorno geográfico, cultural y lingüístico extraño la sumergió en un proceso de trabajo introspectivo que no abandonaría hasta las obras últimas. Sus comienzos con la serie Eigenschriften (Autoescrituras, 1968-1973) la llevaron a fijar su atención casi de forma exclusiva en el signo, influenciada por el ambiente de experimentación lingüística del momento; algo que trabajó de forma obsesiva hasta obras más recientes en las series Radical Writings (1983-1996). La exploración de lo íntimo y el entendimiento de la creación como una forma de escribir sin palabras, ponían de manifiesto lo que para ella constituían las limitaciones semánticas de la palabra.

Así se conjugan en una primera sala obras extraordinarias como los delicados pasteles sobre papel de Eigenschriften o la impresionante serie de óleos sobre 25 hojas de papel en Radical Writings, One Way (1991), con obras de texturas ásperas que muestran los barridos de acrílico azul en Radical Writings, Gesetztafel I-VII (1993). Estas series exhiben las bases de su trabajo hasta sus últimas obras. Una dedicación minuciosa y concienzuda que prevalece en toda su producción. Líneas rectas y ondulantes, y franjas de pintura sobre el papel y lienzos, se suceden y repiten de forma obstinada en sutiles modulaciones tonales en rosas y azules y a veces rojos, donde no parece haber respiro ni pausa, solo silencios. Como la propia artista ha señalado: “Salvo la escritura de su esclavitud al sentido: escritura purificada de sentido. Vuelvo al punto cero, al cero semántico, al vacío semántico: el silencio como fuente germinativa. Devuelvo autonomía al signo, al cuerpo de la escritura, para dar voz al silencio, al vacío. A los pensamientos impensables. La escritura no está ligada al saber, sino al ser”.

Desde esas consideraciones cabe entender su peculiar proceso de trabajo. Al margen del ruido de las sucesivas tendencias artísticas del momento, Blank supo permanecer fiel a su particular forma de hacer arte, algo que seguimos viendo según avanzamos por las salas cuando nos encontramos con la sorprendente tabla realizada con bolígrafo Ur-schrift ovvero Avant-testo (2001) o el no menos impresionante acrílico sobre lienzo Radical Writings, Rosa geatmet… (1987); una muestra más de la pulcritud con la que precisaba su concienzudo trabajo. Y así hasta llegar a las series Trascrizioni (1975) donde inicia, ya en Milán, su interés por las diferentes tipologías del texto, echando mano de cualquier material impreso para plantear su propia traducción en ese escribir sin palabras o en ese pintar sin imagen, que no hablaría más que de la necesidad de comunicar más allá del signo, también en las serigrafías sobre cobre de Global Writings (2000-2016).