Surround Sounds, 2014-2015

MACBA. Plaça dels Àngels, 1 Barcelona. Comisaria: Tanya Barson. Hasta el 24 de septiembre

Un destacado cinéfilo y ensayista de cine, Vicenç Ferran, hace referencia a un descubrimiento que siendo niño transformó su idea del cine. Este era para él la pantalla y la sala oscura, acaso un haz de luz que le sorprendió cuando en una ocasión se giró en dirección opuesta a la pantalla... Pero un día, en la estación de tren de su ciudad, encontró un saco identificado con los títulos de las películas de la sesión dominical. Aquel fardo que se enviaba a otra localidad contenía las bobinas de los filmes que había visto el día anterior. Aquel niño descubrió así la dimensión material de la ilusión. El cine, el mundo intangible de los sueños y la imaginación poseía una calidad corpórea y física. Toda la magia del cine estaba contenida en aquel saco.



Marclay trabaja con vinilos y platos giradiscos y cualquier indicio que manifieste la condición material y visual del sonido

Este rodeo era necesario para introducir el trabajo de Christian Marclay (1955), personalidad compleja y polifacética donde las haya. Él se presenta como un artista que hace música y un músico que hace arte: ejecuta conciertos, compone, organiza performances, realiza videos y obras plásticas... En esta amalgama intuimos una clave generadora: la fascinación por la música. Pero es una atracción que se agarra a lo que podemos también denominar dimensión tangible y corpórea del sonido. Son muy interesantes los documentales sobre Marclay en los que explica su trabajo con vinilos y platos giradiscos. Él, por ejemplo, corta los vinilos en pedazos y una vez troceados, los vuelve a pegar para que suenen otra vez y, por la misma lógica, pega papeles y realiza un sinfín de manipulaciones sobre los discos de plástico con la voluntad de recrear sonidos. La luz del proyector de cine, como la música y el sonido, no tienen cuerpo. Y sin embargo Marclay trabaja con vinilos y platos giradiscos y por extensión cualquier indicio que manifieste esa condición material -y visual- del sonido. A nadie se le escapa que tras esa fascinación asoma el deseo y que su trabajo es puro fetichismo. Uno de los procedimientos más recurrentes que utiliza es el collage, tanto en sus composiciones musicales, visuales o videos (found footage, esto es recontextualización de material audiovisual ya rodado). Pero el cortar y pegar presupone una materialidad o una corporalidad, es decir, implica un tocar una cosa... y apropiarse de la cosa.



En la exposición se presenta una línea de texto a modo de bajo continuo que acompaña al visitante todo el trayecto. La obra en cuestión se titula Mixed Reviews (1999-2019) y consiste en un sinfín de extractos de críticas musicales o, mejor aún, de frases que intentan describir sonidos musicales. Para cada nueva presentación el texto se retraduce a la lengua del lugar donde se exhibe, de manera que previamente se ha traducido al alemán, del alemán al japonés, del japonés el francés y, ahora, del francés al catalán. El resultado es que las frases se distancian cada vez más de los sonidos que querían representar originalmente. Con ello, metafóricamente se nos expresan los límites del lenguaje escrito y oral: una abstracción que nunca podrá reproducir los sonidos originales.



Chorus II, 1988

Hay un detalle relativo a la formación y al contexto en que surgió Marclay que nos puede ayudar a introducirnos en su mundo. Según explica él mismo, el punk y la performance fueron muy importantes en su proceso. Hasta entonces tenía una relación marginal con la música y sin embargo el punk posibilitó una aproximación y una manera de entenderla, directa y espontánea, sin necesidad de pasar por el conservatorio. Era también el momento de la performance, acciones improvisadas que buscan la interacción del público... El origen de Marclay como creador fueron acciones sonoras improvisadas pinchando vinilos con 4 platos que utilizaba como un instrumento. Quería hacer revivir aquella música enlatada -muerta, para él- con nuevos sonidos y resituándola en otro contexto. A partir de aquí, su obra se fue ampliando con nuevos registros que se expanden en círculos concéntricos.



¿Y la imagen? Por una lógica de continuidad, Marclay se aproximará a la imagen ya sea en composiciones plásticas o videos: es el mismo principio fetichista. La imagen significa superar la abstracción del lenguaje y, como en el caso de la manipulación de los vinilos, atribuir un cuerpo o dar una configuración al sonido. Es muy recurrente -aunque esto no agota la obra de Marclay- la apropiación y el uso de onomatopeyas, que no es otra cosa que la forma gráfica del sonido que extrae, y se adueña de los cómics o de la publicidad.



En este punto, el título de la muestra, Composiciones, es muy ambiguo porque puede referirse a obras plásticas sin más o también a "partituras gráficas", es decir, a partituras musicales no convencionales que renuncian a la notación tradicional y que utilizan imágenes y onomatopeyas como signos que serán glosados por músicos. Acaso toda la exposición puede entenderse como una gran partitura, todo depende del intérprete, en este caso del transeúnte que la visite.