Vista de la sala

El cubismo fue una corriente con una pluralidad de propuestas que dan pie a una lectura más amplia sobre ella. Sobre esta premisa se erige la exposición que le dedica el Museo Reina Sofía con los fondos de la Colección Cubista de la Fundación Telefónica. El conjunto de cerca de 40 obras, cedidas en comodato por 5 años renovables, está fechado entre 1912 y 1933 y se completa con obras de la colección de la pinacoteca. Cubismo(s) y experiencias de la modernidad permite profundizar en el nacimiento y desarrollo de este movimiento desde sus estadios fundacionales, cuando Pablo Picasso y Georges Braque trabajaron de forma conjunta desde el primitivismo y el posfauvismo cézanniano y cuando desarrollaron el cubismo como 'lenguaje' planteando invenciones iconográficas y técnicas.



El director del Reina Sofía ha incidido en que tradicionalmente se habla de cubismo en singular y se trata con una visión lineal "como si los artistas no hubiesen tenido dudas y como si fuera solamente cosa de Braque y Picasso, pero aquí se ve que es plural y que es un cambio de paradigma". En la muestra se recuperan figuras como Albert Gleizes, Jean Metzinger y el primer Auguste Herbin, cuyas aportaciones entre los años 1909 y 1915, significaron el tránsito de la herencia del simbolismo final a un nuevo sistema figurativo basado en el predominio de la forma y en la articulación dinámica de facetas y figuras. Con ello querían expresar la vivencia incesante de lo cotidiano y la relación "unánime" entre sujeto y mundo. Otros artistas representados en la exposición dan cuenta de cómo el cubismo supo dar origen a otros ismos que, aun dejando de ser cubismo, mantenían su impronta. Conocidas son las evoluciones planteadas por Fernand Léger y por Robert y Sonia Delaunay, que trazaron un recorrido semejante entre las posibilidades del cubismo y las sugerencias de la 'vida moderna'.



Juan Gris: El racimo de uvas, 1925

Como espacio de reunión y pensamiento de estos cubismos diversos está Juan Gris, el punto de confluencia que, según Eugenio Carmona, comisario de la muestra, acrisolaba lo que Picasso, Braque y otros cubistas desarrollaban. En su obra existen dos momentos decisivos de los años fundacionales del cubismo. Uno es el Gris de 1913 que trabaja mediante la acumulación de materiales creando trampantojos de objetos y texturas. Y otro es el Gris que redefine la noción de collage mediante la introducción de elementos icónicos y recursos formales destinados a favorecer las sensaciones de espacio y tiempo. Pero la trascendencia de Gris, considerado por muchos especialistas el refundador del cubismo y el representante de una nueva definición del movimiento, puede verse en otras obras más tardías, que llegaron a influir en figuras como Salvador Dalí.



También están presentes creadores latinoamericanos que hicieron del cubismo un referente imprescindible en sus respectivas trayectorias. Xul Solar lo incorporó pronto entendiéndolo como iniciación a lo moderno y como sustrato de su idiolecto plástico. Diego Rivera extendió el cubismo hacia lo heterogéneo y lo identitario y Emilio Pettoruti lo situó como fundamento de su propia identidad como artista, prolongando en el tiempo la herencia cubista en la geografía americana. En el brasileño Do Rego Monteiro, postcubista con una economía cromática y sintética, se perciben también las influencias por las raíces primitivas de Brasil.



Auguste Herbin: Retrato de Madame H, 1912 y, a la derecha, Maria Blanchrad: Naturaleza muerta cubista, 1917

Después del estallido de la Primera Guerra Mundial, el primer medio artístico cubista se disolvió. No obstante, poco después, como se refleja en las salas, la mayor parte de los implicados en la experiencia cubista comenzaron un momento de transición en sus obras. Algunos artistas, como Albert Gleizes, propiciaron un regreso a las fuentes del cubismo, y creadores como Gris y María Blanchard, tras el uso del collage, plantearon un retorno a la pintura pero asimilando el cambio de paradigma que el collage había supuesto.



Jacques Lipchitz propuso una nueva concepción constructiva y arquitectónica de la escultura cubista mientras que Jean Metzinger fue determinante para un renovada tentativa cubista en la que, desde diversos ángulos, también estuvieron implicados otros artistas como André Lhote. Es en esta época también cuando Vicente Huidobro elogió la poética creacionista, cuya influencia en Juan Gris fue notoria. La muestra también lleva al espectador a la más lejana transformación de la experiencia cubista con el universalismo constructivo de Joaquín Torres-García en el cruce de las décadas de 1920 y 1930, artista uruguayo que reconoció su deuda con Juan Gris.



Según el comisario Eugenio Carmona, "la reunión de la Colección Cubista de Telefónica con fondos cubistas del Museo Reina Sofía es una propuesta en favor de la concepción plural de la experiencia cubista. Pero en el momento presente, la reconsideración de la experiencia cubista atendiendo a las formulaciones de Juan Gris es no solo lícita y posible, sino que es, además, deseable, pues contiene en sí misma la complejidad de lo que el cubismo realmente fue".