Mucha trabajando en Epopeya eslava

El Palacio de Gaviria reúne 200 obras de Alphonse Mucha, uno de los máximos exponentes del Art Nouveau, en una retrospectiva que se adentra en la trayectoria del artista. Desde los carteles que le hicieron conocido a sus obras más políticas.

Sarah Bernhardt fue una de las actrices de teatro más reconocidas en la Francia de finales del XIX y principios del XX. En el año 1894 la actriz presentó la obra Gismonda y Alphonse Mucha se encargó de hacer el cartel de la misma. La actriz quedó entusiasmada y consiguió que este firmara un contrato para ser el ilustrador de sus futuros trabajos. Estas piezas alargadas, que algunos arrancaban de las paredes de la calle para llevárselas a casa, catapultaron al artista al éxito. Su estilo, al contrario de otros cartelistas como Toulouse-Lautrec que los dotaba de colores duros, era más sutil y elegante con el uso de una paleta de colores pastel. Subir a la actriz sobre un pedestal y colocarle un arco en la zona superior la elevaba a la figura de deidad e hizo que Bernhardt se convirtiera en la obsesión de París. De esta manera Mucha popularizó su particular estilo artístico. Algunas de estas piezas recalan ahora en el Palacio de Gaviria de Madrid en una exposición monográfica de más de 200 obras que se adentra en la trayectoria de uno de los máximos representantes del Art Noveau hasta el 25 de enero de 2018.



Mucha nació en 1860 en un pequeño pueblo al sur de Moravia bajo el yugo del Imperio astrohúngaro. Durante su infancia vivió una fuerte corriente de independencia que hizo crecer en él una pasión por la cultura de su país que estaba siendo suprimida por el imperio que les dominaba. Por eso, siempre decía que un artista tiene que ser fiel a sus raíces y, a pesar de sus viajes y estancias fuera de su país, volvió a casa al final de sus días. Las primeras salas de la muestra Alphonse Mucha, que organiza Arthemisia junto a la Fundación Mucha, sirven para contextualizar a este artista poliédrico que abrazó diversas formas de arte; desde los ya mencionados carteles a la publicidad pasando por escenas más religiosas y políticas.



Moravian Teachers' Choir (1911) y, a la derecha, Bières de la Meuse (1897)

El artista fue un activista político y esta muestra, dividida en seis secciones, arranca con Un bohemio en París. "Mucha llegó a la capital francesa en 1887, dos años antes de la Exposición de París de 1889, un momento en el que la ciudad vivía un gran esplendor y todos los aspirantes a artistas querían vivir allí", sostiene Tamoko Sato, comisaria de la muestra. En esta sección se ven varias ilustraciones para libros y los carteles de Sarah Bernhardt que tan populares se convirtieron. En la siguiente sala, Un creador de imágenes para el gran público, se consagra a su labor como creador del imaginario de varias marcas que pedían su característico estilo impreso en sus cajas y envoltorios. "Mucha quería hacer arte para las personas y la publicidad, a su parecer, era una buena plataforma, una manera de seducir al consumidor", sostiene la comisaria.



Si a Bernhardt la retrataba sobre un pedestal a las mujeres de sus obras publicitarias las centraba mediante círculos que dirigen la mirada a puntos concretos. Se trata de "un calculado impacto psicológico pero también útil para lanzar mensajes", apunta Sato. Algunas de estas obras, también de formas alargadas, "son similares a los pergaminos japoneses de los que bebió Mucha". A través de estos trabajos "rompió las barreras entre el arte comercial y el arte elevado" acercándolo a todo tipo de público. Sus envoltorios de chocolate, paquetes, hojas de menú para Möet Chandom y paneles decorativos se popularizaron en toda Europa bajo la etiqueta de 'estilo Mucha', la antesala del Art Nouveau. Sabiendo el éxito que tenían sus obras Mucha publicó su manual de diseño en el que incluyó 72 litografías de gran formato y mostró sus ideas y su proceso.



Para los últimos cinco años del siglo XIX la popularidad de Mucha era ya imparable, eran muchos los que querían imitarle y estuvo implicado en varias actividades de la Exposición de París de 1900. Además, fue él quien decoró el Pabellón de Bosnia-Herzegovina por encargo del Imperio astrohúngaro. Pero Mucha se sentía contrariado al pensar que estaba trabajando para el imperio al tiempo que los pueblos eslavos estaban siendo sometidos al dominio austríaco. Ese momento fue el germen que le llevaría a realizar su Epopeya eslava, una obra que lograría financiar gracias al empresario Charles Richard Crane a quien conoció en uno de los cinco viajes que hizo a Estados Unidos durante 1904 y 1909. En Un cosmopolita destaca, por tanto, el auge del artista y documenta las obras vinculadas a la Exposición de París y sus obras gestadas en territorio americano. Allí, de hecho, trabajó en el decorado de la German Theatre de Nueva York y confeccionó los carteles para Maude Adams.



De izquierda a derecha: Médée (1898), Le stagioni, Estate (1896), Moet & Chandon, Dry Imperial (1899) y Le pietre preziose, Ametista (1900)

Pero Mucha también tenía un sentimiento místico acuciado tras conocer a August Strindberg que le llevó a acercarse a la masonería. El místico trata de ahondar en la influencia que esta tuvo en su obra, a través de la que creía que contribuiría a la evolución del ser humano. En 1923 fue elegido Soberano Gran Comendador de los masones checos y realizó obras para las logias masónicas. Es en esta sección donde se ve la obra más grande la muestra, una pieza en la que "retrata a una Madonna espiritual y etérea junto a una muchacha checa terrenal, una muestra de la conexión que quería transmitir entre ambos mundos", explica Sato.



Sin embargo, en un momento cumbre de su éxito internacional Mucha regresó a Praga en 1910 para centrarse en su Epopeya eslava y una vez culmina el proyecto para el despacho del alcalde de la ciudad se retira al castillo Zbiroh. En esta obra Mucha selecciona 20 episodios a través de diversos viajes por Croacia, Serbia, Bulgaria, Montenegro, Polonia, Rusia y Grecia donde se adentró para dibujar y fotografiar lo que veía. Mucha, "pensaba que el presente y la Historia se escribe en base al pasado y todo es circular", dice la comisaria.



Pero cuando llegó 1939 y los alemanes entraron en Praga Mucha, que creía que el arte uniría a todos los pueblos, fue arrestado e interrogado dejando un tríptico de gran tamaño sin acabar. Poco después la neumonía acabó con su vida y dejó en ciernes un proyecto iniciado en 1936 cuando la idea de una guerra tenía aires de materializarse. En él tenía previsto retratar la Razón, la Sabiduría y el Amor, tres elementos que para Mucha eran la clave para la paz y la armonía. Ironías de la vida.



@scamarzana