Oskar Barnack: Inundacion en Wetzlar, 1920

El Espacio Fundación Telefónica, que cumple ahora cinco años, inaugura Con los ojos bien abiertos. Cien años de fotografía Leica, una muestra de 400 instantáneas de más de 100 fotógrafos que han usado esta cámara.

A Oskar Barnack le apasionaba la fotografía pero no era un profesional del medio. En aquella época, de hecho, había poca gente dedicada a ella porque la tecnología que se usaba era grande, pesada y requería cambiar el magnesio. Tan solo una instantánea cada vez. De modo que su gusto por la fotografía y su trabajo como ingeniero en la empresa Leitz, dedicada a la construcción de microscopios, le llevó a experimentar en una idea que tenía en mente: una cámara pequeña, ligera y que permitiera fotografiar en series usando películas de 35mm. En definitiva, una nueva herramienta que hiciera la disciplina más accesible. La concepción ocurrió en 1914 y para 1925 su empresa lanzaba al mercado la primera cámara Leica, la que cambió de manera radical el lenguaje visual y permitió observar desde nuevas perspectivas.



Se trata, además, de la única cámara fotográfica que tiene ya cien años y sigue en uso. A modo de homenaje a ella y a los artistas que la han usado, como Henri Cartier-Bresson, Robert Capa, Alberto García-Alix, Ramón Masats, Fred Herzog y Elisabeth Hase, la Fundación Telefónica acoge Con los ojos bien abiertos. Cien años de fotografía Leica, una muestra de 400 instantáneas de más de 100 fotógrafos. "Con esta cámara estábamos preparados para fotografiar el día a día. Leica tiene un buen diseño óptico que permite fotografiar en distancias cortas y esto alteró por completo la imagen", señala Hans-Michael Koetzle, comisario de la muestra.



Oskar Barnack retratado por Julius Huisgen

Barnack fue el primero en usarla e hizo fotografía de guerra, capturó inundaciones e hizo reportajes callejeros. Sus instantáneas, de hecho, se muestran en la primera sección de la muestra, Leica y la nueva visión, en la que también se exponen 11 cámaras diferentes junto al proceso de creación de la misma. Esta añadió dinamismo a la fotografía por dos razones: estaba siempre preparada para usarse y se abrió el campo de visión de quien la usaba. Así, la primera mitad del siglo XX fue el gran momento del fotoperiodismo. La televisión era aún elitista y un medio al que no se podía acceder fácilmente por lo que aprovechando ese vacío las imágenes se convirtieron en titulares visuales dejando de lado el aspecto decorativo de las mismas. Fotógrafos como Cartier-Bresson, Robert Lebeck, Werner Buschof y George Rudger retransmitieron la Guerra Fría, la guerra de Vietnam, a los excombatientes de la Guerra de Corea, África en el año cero, el hambre en Budapest, Rumanía y Ruán.



"La Leica se convirtió en esencia y se mantenía a 37 grados, como nuestro cuerpo", señala Koetzle. Se trataba de una manera de evocar lo que los fotógrafos veían aunque no siempre fuera bonito. "La idea de la muestra era mostrar esas imágenes icónicas del siglo XX -como Muerte de un miliciano, de Robert Capa o El beso, de Alfred Eisenstaedt- junto a imágenes de calidad más desconocidas", añade.



Fred Herzog: Man with bandage, 1968

Tras una década en la que la exploración meramente artística se había estancado, la Fotografía Subjetiva pone su mirada en la Nueva Fotografía de los años 20, sin olvidar la Nueva Visión de la época entreguerras. Otto Steinert, médico y apasionado de la fotografía, preparó su auge en la década de los 50, teniendo una gran influencia y expansión en Alemania. Sin embargo, en ese mismo periodo en Francia se abrió camino una tendencia a retratar la crudeza de la vida real con el trauma de la Primera Guerra Mundial, la reforma social y una literatura más interesada en los asuntos sociales como telón de fondo. En esta Fotografía Humanista estaban las composiciones poéticas de André Kertèsz, la crítica social de Ilja Ehrenburg, la inspiración surrelista de Cartier-Bresson y el desenfado callejero de Robert Doisneau.



Sin embargo, a pesar de su divergencia estilística, lo que les unía era una postura de izquierdas, una mirada participativa y la creencia firme en que la fotografía podría ayudar a la transformación social. Desde los años 50 en adelante se dieron "los trabajos más personales porque estaban concentrados en lo que querían contar", apunta el comisario. En esta misma sección hay una gran presencia de fotógrafos españoles como Leopoldo Pomés, Ricard Terré, Ramón Masats y Alberto García-Alix, que forma parte de la programación de PhotoEspaña gracias a la carta blanca que le han otorgado. "Quiero que artistas de otras nacionalidades conozcan a los españoles, por eso esta exposición está creada con la mayor cantidad de culturas y fotógrafos posibles", señala Koetzle.



La fotografía de moda y de autor

F.C. Gundlach: Reportaje para Nino, 1958 © F.C. Gundlach

Durante los años de vida de la cámara Leica la fotografía de moda también tuvo su evolución. Si en un principio se capturaba a modelos muy estáticas para tan solo resaltar la ropa, con esta nueva cámara se introdujo el movimiento. Pero no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando aparecieron esos fotógrafos que daban prioridad a la luz natural, a los espacios públicos y abiertos para introducir el dinamismo en este ámbito. Autores como Frank G. Hovart y F.C. Gundlach empezaron a usar la Leica M para aportar esa espontaneidad de la que se carecía.



Ya en la recta final se muestra un tipo de fotografía de autor. "Muchas de las instantáneas recogidas aquí no se podrían realizar hoy en día porque te demandarían", bromea el comisario. Dentro de esta fotografía contemporánea presumen de originalidad artistas como Tom Wood que "usaba sus trayectos diarios al trabajo para crear una serie muy visual que duró años", o Julia Baier que "trabaja con imágenes enigmáticas que no quiere explicar para provocar irritación y expectación". A modo de cierre se presenta una serie de retratos tomados en la calle de Bruce Gilden, quien opina que "todo el mundo es guapo, que no existe la fealdad y nadie debería preocuparse por lo que dicta la moda".



Un recorrido que abarca cien años de fotografía en los que se muestra que los parámetros de la calidad no han cambiado tanto a lo largo de los años. Una exposición llena de grandes nombres a través de la que, apunta Hans Michael Koetzle, "se muestra la calidad de los maestros en tiempos en los que todos nos creemos fotógrafos".



@scamarzana