El volcán Etna (Sicilia) ha entrado en nivel de alerta por peligro de erupción, se ha registrado actividad sísmica en la zona y algunas escuelas han sido evacuadas. Podemos imaginar la lava elevándose al cielo para caer después por la ladera destruyendo todo lo que encuentra en su camino. La imagen impacta, la retina lo retiene pero resulta ser una imagen que ya hemos visto, en diferentes ocasiones, en el telediario. Dándole una vuelta al asunto desde un prisma artístico una de las obras de Daniel Canogar (Madrid, 1964) ha recibido esta misma información y ha reaccionado a tiempo real creando imágenes abstractas que se intensifican cuando su actividad aumenta. Esta es tan solo una de las pantallas de luz LED que presenta en la muestra Echo en la galería Max Estrella. "No buscaba la visualización sino la sensación. Si ves una obra que empieza a acelerar el ritmo es que ha ocurrido algo", cuenta.

La exposición está compuesta por seis piezas conectadas a diversas páginas de internet que reaccionan a tiempo real a los fenómenos de la naturaleza que ocurren en cualquier parte del mundo. Se trata de pantallas escultóricas que dan cuenta de cómo ha cambiado nuestra relación con las mismas; de ser una ventana a la información a ser una segunda piel. "La idea original era pensar en cómo de martirizadas las tenemos, siempre encendidas intentando representar nuestra realidad y nuestro mundo. Quería crear unas pantallas acabadas como si estuvieran recalentadas y empiezan a derretirse", explica Canogar.

La idea nació pensando "en una nueva función para estas pantallas que están agotadas de representar la realidad en nuestro excesivo entusiasmo de intentar entender y marcar la realidad". Así, partiendo de una observación minuciosa de lo que ocurre en el mundo hiperconectado que ahora habitamos, el artista ha creado esas "pantallas-piel conectadas a internet vinculadas a fenómenos de la naturaleza". Una de ellas recible la información y señal de 1.627 volcanes "vigilando el estado de cada uno de ellos y cuando uno entra en activo la animación cambia". Una segunda reacciona a las ciudades, de entre las 195 capitales reconocidas por ONU, que tengan precipitaciones, otra a la intensidad del viento de Madrid, a la contaminación atmosférica de Washington D.C y a los incendios que hay en activo en todo el planeta. Aunque para Canogar "no es tan importante lo que hay en pantalla como el ritmo, el pulso" que se genera.

Dos de las pantallas de la exposición 'Echo'

Algunas de ellas, incluso, no están dirigidas hacia el espectador sino que la pantalla se enfoca hacia la pared porque lo importante es el diálogo con el espacio. El nexo de unión es que en todas las animaciones abstractas lumínicas "hay un componente muy importante de que las obras en sí también iluminan en el espacio". Se ve en esas abstracciones, de hecho, una influencia de los artistas del denominado colorfield, "de la abstracción de artistas de los años 70 como Rothko". Quizá, reconoce, haya gente que en las obras tan solo vea abstracciones pero para Canogar lo importante es "darle un pequeño premio a quien quiera averiguar más sobre una obra que realmente está escuchando lo que pasa en el planeta". Pero la exposición nace de la preocupación ecológica del artista y las obras son una alusión al cambio climático en un momento en el que "la supervivencia de la especie está en un punto delicado". Además, opina que "no tenemos una experiencia del descongelamiento del Ártico y de la Antártida y, sin embargo, esa información es vital para la supervivencia como especie".

Sin embargo, a Canogar no le gusta "machacar a la gente con la idea de arte activista porque ante todo el arte tiene que ser libre aunque, inevitablemente, en nuestras obras se plasman preocupaciones, inquietudes y realidades". A fin de cuentas el arte es una herramienta que también sirve para mostrar cómo cada individuo experimenta la realidad y en el caso particular del artista que invadió Times Square con 47 videoinstalaciones cómo ha impactado en nosotros la tecnología. "Me fascina, sobre todo ver cómo las tecnologías del pasado impactaron al ser humano y me gusta usar tecnologías que meditan sobre la misma tecnología utilizada".

De hecho, es cierto que Canogar siempre ha trabajado con la luz y la oscuridad y en ello "la tecnología sería la caja de truenos o el componente mágico y su parte orgánica que, como seres vivos, son un espejo de nosotros mismos", señala. Reflexionando sobre ello, el artista llega a la conclusión de que muchas de ellas se han construido usando nuestro propio cuerpo como base, es decir, "el cableado sería nuestro sistema nervioso, las cámaras nuestros ojos e internet nuestro cerebro expandido por la tierra. Esas extensiones grotescas están presentes en nuestras vidas".

@scamarzana