Verano, de José Manuel Ballester

El artista reúne en el Museo Lázaro Galdiano obras de El Greco, El Bosco y Goya y las vacía de seres humanos para convertir en protagonista el paisaje: Paisajes encontrados.

Cuando su padre le llevó por primera vez al Museo del Prado José Manuel Ballester (Madrid, 1960) sintió desconcierto frente al Jardín de las delicias de El Bosco. Ahora, pasados unos años de aquel momento, el artista opina que la pintura del maestro no es tan solo religiosa sino también científica, incluso intelectual. En su nueva exposición, en el Museo Lázaro Galdiano, Ballester se adentra en varias pinturas de El Bosco, El Greco y Goya, las vacía, analiza su composición y ofrece su particular mirada desde la actualidad. Diez pinturas y un vídeo componen Paisajes encontrados, una muestra, patrocinada por la Fundación Banco Santander, que continúa en la línea del museo madrileño de unir la obra de artistas clásicos de su colección con la de artistas contemporáneos, como ya ocurriera con Enrique Marty y Santiago Ydáñez.



En esta ocasión, lo que el artista ha querido hacer con este 'apropiacionismo' ha sido vaciar las obras y hacer del paisaje el protagonista de su revisión. "El jardín de las delicias es el escenario y el paisaje que habla de la creación de la vida con sus complejidades", explica. "Me aventuré en hacer mi propia visión basándome en el estudio compositivo", señala. Todos los artistas tenían un conocimiento de la gramática visual de cómo componer, llamar la atención del espectador, qué instrumentos utilizar en los recorridos visuales y establecer los puntos de interés y es ahí donde Ballester entra y se mete en el papel de El Bosco, de El Greco y de Goya, tres de los grandes pintores europeos de la historia del arte.



San Juan Bautista en meditación, San Juan Bautista con donante y Lugar para la meditación, de José Manuel Ballester

El fotógrafo dice que ha sido impresionante ver cómo, en el vaciado que ha hecho del Jardín de las delicias de El Bosco, aparece el surrealismo de Dalí o diferentes movimientos artísticos tan lejanos en el tiempo. "Partiendo de la obra de San Juan Bautista he aprovechado para sacar al donante oculto", precisa. "En un principio había otra figura que por alguna razón El Bosco ocultó, posiblemente con una planta surrealista y que representa las tentaciones pero hay un cambio de intención en la obra que la cambia por completo". ¿Qué sucedió ahí?, se pregunta Ballester. "Lo que hago descubrir y recrear cómo sería el cuadro original y comparo la primera versión con la de El Bosco y con la interpretación que hago yo de él".



De todos modos, todas las hipótesis sobre el artista flamenco pueden ser válidas. Ni los expertos se ponen de acuerdo en todos los detalles de una obra hermética y, al mismo tiempo, tan abierta que se presta a todo tipo de conjeturas. "Si ya de por sí las obras antiguas tienen el aura de misterio por la lejanía, en su caso quizá es mayor por ser uno de los más desconocidos", apunta Ballester.



Paisajes contrapuestos

Tal vez una de las mejores vistas sobre Toledo que realizó El Greco sea la que aparece en Cristo agonizante con Toledo de fondo. El protagonista es el Cristo que aparece en la pintura pero en un nuevo ejercicio de vaciado Ballester lo suprime y pone en relevancia la cruz sobre el paisaje. En este caso, la pintura original, que forma parte de la colección de la Fundación Banco Santander, está en frente y se pueden comparar. "Cuando desaparece el protagonista del cuadro el fondo se convierte en protagonista y en este caso se ve el paisaje expresionista que nos recuerda al expresionismo alemán y que El Greco ya estaba sintiendo con esas nubes que parecen velas desgarradas".



Vánitas, de José Manuel Ballester, y San Francisco en éxtasis, de El Greco (derecha)

Con Goya sucede algo similar. Pero el maestro zaragozano tiene dos aspectos, dos caras. Por un lado está el Goya conformista y costumbrista de la corte que "representa las visiones costumbristas de los cartones de su primera época, en el siglo de las luces, en las que se centra en un paisaje costumbrista que roza el paisaje idealizado", anota Ballester. En esas escenas representa el verano y a los campesinos en reposo después de la jornada pero ese paraje idílico se contrapone con "las escenas del aquelarre donde la escena es tenebrosa y llena de drama y desolación que anuncia ya el Romanticismo".



Claro que un trabajo como este no se lleva a cabo ni se gesta de un día para otro. Todo arrancó hacia el año 2005-2006 cuando el artista pensaba que se puede avanzar mirando al pasado. "Siempre he sido respetuoso y hay que ser coherente con el tiempo que te ha tocado vivir. No tiene sentido pintar como Velázquez pero no por ello hay que despreciarlos", comenta. Desde el respeto que le causan los artistas antiguos José Manuel Ballester quiso abrir la puerta del pasado desde el presente como hombre contemporáneo y actual. Y el momento llegó cuando un ser querido desapareció y La anunciación de Fra Angelico, que le gustaba especialmente, prendió la chispa "de conectar con los clásicos desde el punto de vista actual" y hacerlo eliminando la parte narrativa para convertir el fondo en protagonista.



El aquelarre, de Goya, junto a Lugar para el aquelarre, de José Manuel Ballester (derecha)

Así es como, finalmente, Ballester se apropia de las obras y se sumerge "en otro papel" que le ha permitido acercarse "a estos artistas y de llegar más al fondo de sus obras para reflexionar sobre sus propuestas artísticas, fondo, pretensiones y obsesiones". Cada inmersión y experimento ha supuesto un reto y una osadía poder darles la coherencia suficiente para llegar al objetivo que tiene esta exposición: "Reflexionar sobre lo que es el arte", que para el artista, "es un acto de comunicación y expresión donde, de alguna forma, eres hijo del tiempo que te ha tocado vivir".



Ya que, claro está, ningún artista es ajeno a su tiempo, a sus vivencias, a lo que la sociedad vive en su momento y se someten a la mirada colectiva. Y, por esa misma razón, "lo importante es ver que lo que cambia no es la obra sino el espectador y se modifica la interpretación que la sociedad hace de ellas". Además, opina que estamos en un momento en el que necesitamos renovar la relación que tenemos con el mundo del arte como mecanismo de comunicación.



De hecho, "¿qué hace esa figura de la primera parte del tríptico de El jardín de las delicias del El Bosco, ese que es mitad humano, mitad anfibio, leyendo un libro?". Ahí deja la pregunta José Manuel Ballester.



@scamarzana