Ignacio Zuloaga (izquierda) pintó este retrato de Manuel de Falla en 1932

CentroCentro inaugura la exposición Ignacio Zuloaga y Manuel de Falla: historia de una amistad, que explora por primera vez en profundidad la relación personal y profesional entre ambos autores.

Probablemente se conocieran en 1910, aunque no es hasta 1913 cuando hay pruebas documentales de la relación que existió entre Falla y Zuloaga. Entre uno de los más grandes compositores españoles y uno de los más importantes pintores españoles de finales del siglo XIX y principios de XX, bien conocido hoy por sus cuadros costumbristas y retratos. Y es en esta fecha arranca el recorrido de esta exposición que, hasta el próximo 31 de enero, puede verse en la quinta planta de CentroCentro Cibeles, en Madrid. Una carta, pues esa es la prueba, en la que el compositor solicita una pequeña ayuda y consejos a su amigo pintor para la puesta en escena de La vida breve.



Y es a partir de aquí como, a través de la documentación epistolar, fotográfica, periodística, obra plástica de Ignacio Zuloaga (1870-1945) y musical de Manuel de Falla (1876-1946), la muestra realiza un recorrido cronológico, desde 1913 a 1939, por el trabajo conjunto de estos dos creadores, contextualizado en su época histórica: la modernidad artística. Entre el centenar de piezas que pueden verse, destaca una treintena de pinturas de Ignacio Zuloaga -Lolita, Las tres primas, Desnudo del clavel, Retrato de Ortega y Gasset, Vista de Toledo, El Cardenal y el Retrato de Manuel de Falla, entre otras- junto a obras de Pablo Picasso, Manuel Ángeles Ortiz, Hermenegildo Lanz y Eugenio Lucas Velázquez.



Lolita, 1913, de Zuloaga

Tras este primer contacto de 1913, ambos mantienen una relación epistolar, en la que, como explica el comisario de la exposición, José Vallejo, responsable de la muestra junto a Pablo Melendo, "se traslucen los éxitos, los fracasos, las inquietudes sociales y políticas, las ilusiones, los problemas familiares y, sobre todo, la forma de ver la cultura española y el arte de estos dos magníficos creadores".



Zuloaga y Falla se encuentran en París, Madrid y Granada, entre otras ciudades, a lo largo de dos décadas. Su relación de amistad les anima a trabajar juntos en un gran proyecto en el que música y escena cuentan con la dirección de los dos. Un propósito que tardará quince años en formalizarse, cuando en 1928 representen El retablo de maese Pedro, en la Ópera Cómica de París.



Y es precisamente este trabajo el que ocupa la sala principal de la exposición. El retablo es una obra musical para personajes y títeres, que explora el mundo del teatro dentro del teatro, con libreto inspirado en un episodio de El Quijote, y es una de las creaciones más destacadas y reconocidas del compositor. Se estrenó en Sevilla en 1923 -en versión concierto- siendo su estreno definitivo en París ese mismo año y tras su gran éxito se estrenó en otras ciudades europeas como Ámsterdam (1926), bajo la dirección escénica de Luis Buñuel.



Boceto de Zuloaga para escena de El retablo de maese Pedro, 1927, y manuscrito de Falla para la misma obra

Para la representación de una nueva versión en el Teatro Nacional de la Ópera Cómica de París en 1928, Falla encargó la realización de los decorados, figurines y marionetas para la puesta en escena a Zuloaga. En la exposición se pueden ver dibujos, bocetos a color de la escenografía, y cuatro cabezudos y siete marionetas de cruceta alemana originales que Zuloaga realizó en colaboración con Maxime Dethomas. Estas piezas se exponen por primera vez de forma conjunta desde el estreno. Se exhibe también correspondencia del pintor que refleja el viaje quijotesco que realizó a lo largo de 1927 para inspirarse, así como el manuscrito de la obra.



Además de en El retablo, los dos creadores colaborarán en diversos proyectos juntos, como la inauguración del proyecto de Zuloaga de las escuelas de Fuendetodos en la casa natal de Goya, en 1917; el trabajo conjunto en la obra escénica sobre la novela de Enrique Larreta La gloria de don Ramiro (1919-1921); el Concurso de Cante Jondo de Granada, organizado por Falla, Federico García Lorca y Fernando Vilchez en 1922; la exposición de Zuloaga ese mismo año en el Museo de Meersmans de Granada; hasta llegar al último encuentro entre los dos artistas en 1932, cuando Falla se aloja en casa de Zuloaga en Zumaya con motivo de la inauguración del Museo de San Telmo y el pintor realiza el conocido retrato del músico. El recorrido finaliza con la carta de despedida que en 1939 Falla envía a Zuloaga antes de su viaje a Argentina, donde muere en 1946, un año después que su amigo.



Organizada por CentroCentro Cibeles junto al Museo Ignacio Zuloaga-Castillo de Pedraza y el Archivo Manuel de Falla, la exposición cuenta con la colaboración de Acción Cultural Española (AC/E) y Fundación Banco Santander. Además, han prestado piezas instituciones como el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museu Nacional d'Art de Catalunya, el Museo Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Nacional del Teatro de Almagro, el Ayuntamiento de Granada, Patronato de la Alhambra, colecciones particulares y el Instituto Cervantes de París, entre otros.