Sophie Calle

Ha perseguido a gente desconocida por las calles de París, les ha fotografiado, ha llevado una agenda con todos los movimientos, ha invitado a gente a su cama a dormir para capturarlos con su cámara y ha sido motivo de inspiración para el personaje de Maria Turner del libro Leviathan de Paul Auster. También ha indagado en la naturaleza humana, en la belleza y, en una gran parte de sus proyectos, ha sido la protagonista de su arte. No inventa sino que escoge los pasajes que le interesan creando, así, un personaje a caballo entre la realidad y la ficción. Ocho años después de su última exposición en España, la Virreina, Centre de la Imatge, acoge Shopie Calle. Modus Vivendi, una selección de su trayectoria, hasta el próximo 7 de junio.



La muestra se divide en dos partes, por un lado los trabajos en los que se centra en los otros, en la búsqueda de la belleza en lo ajeno construyendo su mirada personal. En estas obras ella es el objeto observador como incide el proyecto The Blinds [Los ciegos], que transmite la nostalgia de lo que ya no está y erige los cimientos sobre los que se edifica la identidad. También se encuentra en esa primera sección su último trabajo "protagonizado por gente que nunca ha visto el mar en la ciudad de Estambul", explica Calle (París, 1953).



Este último, además, se trata del primero en el que no hay palabras. "Son películas de gente mirando al mar" en las que Calle se posiciona detrás de los protagonistas. Con esto entendió que "sus espaldas decían mucho" de lo que estaban experimentando. Pidió a los individuos que se dieran la vuelta y la miraran cuando hubieran terminado. En ese instante, ella llegaría a conocer el sentimiento que les inundaba esa primera bocanada. "Lo hice con una directora porque tenía mucho miedo de perder esa mirada, había que hacerlo bien a la primera porque el mar se puede ver por primera vez en una sola ocasión", matiza Calle.



Aunque resulta lógica la ausencia de palabras para expresar este tipo de momento, la artista se caracteriza por aunar literatura y arte haciendo suyos los verbos ver y leer. Fue, además, un paso natural y nada premeditado. "Siempre he pensado que las fotos solas no dicen todo lo que quiero expresar pero el texto solo tampoco es suficiente", apunta. Además siempre requiere la relación con lo ajeno y por ello pide al público que participe en sus acciones. "La gente siempre está dispuesta a participar y me sorprende el vocabulario que usan... yo no invento palabras sino que corto y escojo. Hago lo mismo conmigo misma", analiza.



En este sentido la línea entre realidad y ficción se vuelve difusa. Comenta que no inventa episodios pero que lo que muestra tampoco es su vida. Le resulta propia y a la par ajena. Como ejemplo pone la película que rodó con su marido en la que se resume un año de relación. Durante todo un mes grabaron 60 horas de cinta para transformar la historia en una hora. "Esta hora no es una realidad sino una parte, no es mi vida pero tampoco es mentira, es una ficción real", concluye. Por esta misma razón no se llega a saber si la propia Sophie Calle es Sophie Calle o es un personaje que se ha inventado desde las raíces de su propia persona.



En torno a esto profundiza la segunda parte de la exposición, entendida como una especie de retrospectiva de las cuatro décadas de carrera de la artista. Se trata de la idea que ha configurado gran parte de sus obras: la relación entre la veracidad del relato personal y la ficción. Aquí es ella misma la protagonista de su obra. Arte y vida a la vista de todos, no oculta sus vivencias, nos hace partícipes de ella y nos invita a formar parte del conjunto. Pero, ¿realidad o ficción? A través de True Stories / Autobiographies y Take Care of Yourself se teje el entramado de la vida personal de la artista, lo que recuerda de ella o lo que quiere recordar y mostrar.



Take Care of Yourself, Tango Singer, Débora Russ. 2007

Como en su conocida serie Los dormilones, que curiosamente no se encuentra en la exposición. "Te cuento la historia como la recuerdo, tal vez la mitad sea falsa", comienza. Y entonces relata cómo una amiga, que estaba sumergida en un proyecto fotográfico después de horas de trabajo necesitaba un lugar para dormir. Ahí estaba Calle que le ofreció su cama y la fotografió. No surgió de una necesidad de hacer arte ya que no se consideraba artista pero continuó invitando a gente a su cama a dormir. "No sabía por qué lo hacía, era algo personal y me daba la oportunidad de hacer fotos". Casualidad, el marido de una de estas mujeres era crítico de arte, fue a verla y le sugirió hacer una exposición acerca de este estudio.



No llegaremos a saber el grado de veracidad de esta historia y si la siguiente vez que le pregunten por ella la contará de la misma manera. Tampoco sabemos si el ahondar e indagar durante tanto tiempo en la naturaleza humana sobrepasando y violando la barrera de la intimidad le ha llevado a alguna conclusión acerca del arte, de las personas o de la belleza. Pero lo que sí podemos intuir es que la conclusión última de su trabajo es verlo en la pared. Arte y vida sin límites. Para ella misma. Para el público. Para todos. Para observar, ver y sentir. Sophie Calle o su personaje, los dos uno, la construcción y la realidad combinadas en una trayectoria artística sin guiones.