Nuria Enguita, una de las responsables de la 31ª Bienal de São Paulo

El título de esta 31ª Bienal de São Paulo, Como (hablar) de las cosas que no existen, es una invocación a las capacidades del arte, a sus habilidades para hacernos reflexionar y tomar decisiones. Un llamamiento a la energía, a la convicción y al optimismo que habla, sobre todo, de posibilidades. Muchas tiene también el título, que cambia va alternando palabras en una lista sin fin: hablar, buscar, pensar, imaginar, vivir con, luchar por, construir, discutir... "Es una llamada poética a pensar diferentes modos de existencia, diferentes intensidades de existir, modos que quizá están encubiertos o aún no desarrollados; que caen fuera de la manera normativa de pensar y de actuar, fuera del lenguaje e incluso de la representación. Es posible que el arte pueda contribuir a nombrarlos o, por lo menos, a pensarlos, a imaginarlos o a hablar de ellos", explica Nuria Enguita.



Es, junto a Charles Esche, Galiat Eilat, Pablo Lafuente y Oren Sagiv, una de las comisarias de esta edición de la bienal. No es la primera que co-dirige. En 2002 formó parte del grupo de la Manifesta 4 celebrada en Frankfurt, y su carrera profesional la ha llevado a liderar proyectos en museos como el IVAM y la Fundación Antoni Tàpies. Hace tres años puso en marcha Concreta, una plataforma editorial que publica una revista semestral y libros de artista. En esta edición de la Bienal de São Paulo, que inaugura de manera oficial el próximo sabado, adelanta Nuria Enguita que hay cambios. Por primera vez, no hay un comisario general y otros varios a su alrededor, sino un equipo curatorial colectivo, además foráneo (otra novedad), que apuesta por la conversación y la escucha y por una bienal sin autor. Entre los artistas encontramos a cinco españoles: José Val del Omar (1904-1982), Teresa Lanceta (Barcelona, 1951), Pedro G. Romero (Aracena, Huelva, 1964), Juan Pérez Agirregoikoa (San Sebastián, 1963), y Asier Mendizábal (Ordizia, Guipúzcua, 1973).



-¿Con qué propósitos arranca esta edición?

-La edición que estamos inaugurando plantea otras aperturas posibles para trabajar desde la idea de lo contemporáneo, intentando salir del concepto de lo moderno, colocándonos en un ahora preciso que permite mirar hacia atrás o hacia delante, sin seguir una dirección lineal. Entendemos la Bienal como algo muy diferente a un museo, casi antagónico, como un corte espacio temporal, algo que acontece y que interrumpe el tiempo.



Vista del interior del edificio de Niemeyer con el mural de Prabhakar Pachpute en primer término

-¿De qué modo se organizan los proyectos a esa idea de "lo contemporáneo"?

-No hay rúbrica que organice los proyectos en la 31ª Bienal y hay un intento de huir de la representación de cuestiones políticas, económicas o culturales. Se trataría más bien de problematizar los modos de entender la contemporaneidad y de confrontar la lógica brutal de unos sistemas económicos y políticos que está excluyendo a un gran número de personas; a la vez que pensar el espacio del arte como una posibilidad de reflexión para ese deseo colectivo de transformación que ha explotado en las calles de todas las ciudades. Para ello hemos definido una serie de palabras/conceptos clave que nos han acompañado en el proyecto en general, desde el modo de trabajar entre el equipo curatorial y con el equipo de la Bienal hasta la relación con los artistas. Esas palabras son colectividad, conflicto, imaginación y transformación.



-Siendo un equipo de comisarios foráneos, ¿cómo han trabajado con el contexto brasileño?

-Aunque tenemos dos comisarios asociados brasileños, es verdad que el equipo curatorial es foráneo, aunque algunos de nosotros ya habíamos trabajado anteriormente en Brasil. Éramos muy conscientes de esa circunstancia, y por ello desde el principio se pensó una manera que nos permitiera ir más allá de una investigación basada simplemente en nuestros contactos. Junto con el departamento de Educación de la Bienal organizamos lo que llamamos Encuentros Abiertos, una serie de conversaciones en colaboración con instituciones y personas en diferentes ciudades que nos permitieron provocar situaciones abiertas, donde se planteaban cuestiones del contexto artístico. Queríamos escuchar, no hablar nosotros. Escuchar primero era fundamental. Estuvimos en Porto Alegre, Belém, Fortaleza, Belo Horizonte, Recife, Salvador, Río de Janeiro e hicimos unas quince reuniones con diferentes colectivos en São Paulo y otras ciudades periféricas. São Paulo no da cuenta de la complejidad del arte brasileño, por lo que esos Encuentros fueron muy importantes en la definición de la 31 Bienal. En nuestro programa público tendremos más de 20 días con un programa organizado en colaboración con los colectivos de la Periferia Sur de São Paulo, un público que no suele llegar a la Bienal.



Bik van der Pol: Turning a blind eyer, 2014

-¿Qué lectura del arte latinoamericano han buscado?

-No podríamos en tan poco tiempo hacer una lectura específica del arte latinoamericano ni brasileño. Nos han interesado aquellos trabajos que surgen desde un pensamiento común y una práctica colectiva, que trabajan sobre el conflicto, que plantean otras formas de imaginar el mundo o que lo transgreden. Los discursos relativos a las prácticas de resistencia, al pensamiento de colonial y a las políticas de género son muy intensos en toda el área, y eso está presente en la Bienal.



La bienal del tú a tú

-Una bienal es un evento masivo y complejo. ¿Cómo han trabajado con el público?

-La Bienal comenzó hace un año y son muchas las personas implicadas antes de la apertura. No existe un sólo público, pero además la Bienal de São Paulo es una bienal muy enraizada en la sociedad, es una visita constante desde mitad del siglo pasado. No es un evento para el público internacional como otras grandes citas. La Bienal tiene casi medio millón de visitantes, de los que la mitad son público escolar, niños y adolescentes. Hemos realizado talleres con profesores durante medio año y una larga serie de conferencias y charlas para educadores con artistas, filósofos, comisarios, trabajadores culturales de la periferia, etc. Estamos definiendo un programa público de conferencias que convocarán públicos diferentes, y estamos trabajando con diversos sectores. Como cosa curiosa la Bienal ha establecido una colaboración con la policía, por la cual numerosos policías de Sâo Paulo podrán visitar la exposición con un programa de visitas específicas. Es la primera vez que la Bienal de São Paulo trabaja de tú a tú con la periferia, lo que produce un giro; no es la Bienal la que sale, es la periferia la que se instala en el centro simbólico de la ciudad.



-De hecho, todos los miembros del equipo curatorial tienen una mirada muy directa con la rama pedagógica. De hecho, es el punto fuerte de esta edición de la Bienal...

-La educación ha estado presente como estrategia en toda la definición del proyecto. Todas las actividades realizadas son medulares en nuestra propuesta. Hay otra cuestión que tiene que ver con una apertura en esa estrategia de mediación: los procesos de investigación para las nuevas producciones han sido coordinados por el departamento educativo, lo que les ha permitido estar desde el principio. Los seminarios y Saraos, organizados en colaboración con académicos, artistas y colectivos de la ciudad son parte también de la propuesta pedagógica.