El arquitecto Jacques Herzog. Foto: Alberto Di Lolli

El arquitecto presenta en Madrid la nueva sede del BBVA situada en Las Tablas y cuya inauguración está prevista para 2015

Jacques Herzog (Basilea, 1950), que es la otra mitad del estudio suizo Herzog & De Meuron, ha estado en Madrid en las jornadas sobre la transformación urbana organizadas por BBVA en torno a la construcción ya en marcha de la nueva sede de la entidad. Ya conocido como la Vela, el edifico está llamado a ser el nuevo icono del norte de Madrid. Situado en Las Tablas, al límite (o casi) de lo que podría ser la siguiente ampliación de Castellana, es ya el centro de la Ciudad del BBVA que viene a unirse a las ya existentes de Telefónica y Banco Santander y que han venido a repensar el modelo ya caduco de la periferia de la capital.



"Ganamos un concurso y eso ya es un buen comienzo", ha reconocido Herzog, que es un hombre positivo y optimista, amante del fútbol, el arte y el vino, pasiones que calan hondo también en su profesión. Es uno de los mejores arquitectos del mundo y entre sus edificios destacan los estadios (el de Basilea, el Allianz Arena de Múnich, el Nacional de Pekín), las bodegas (Dominus en California) y los museos (la Tate Modern de Londres, Museo Pérez en Miami, VitraHaus). En Madrid ya estuvo trabajando en CaixaForum y terminará este nuevo encargo aproximadamente dentro de un año.



La ciudad del BBVA es un proyecto sostenible en el sentido arquitectónico, porque se podrá reutilizar"

Será entonces cuando podamos ver con claridad lo que ahora el arquitecto, acompañado por Luis Fernández-Galiano, ha tratado de explicar, contagiando a la concurrencia su entusiasmo. "El proyecto del BBVA no es un proyecto burbuja, no es una excentricidad. De hecho puede servir de modelo de construcción en las periferias de las ciudades porque funciona como lo haría el casco antiguo de una pequeña ciudad, podría ser un barrio con entidad propia si dentro de unos años el BBVA se fuera de ahí y eso es lo importante". Eso y, por supuesto, darle al cliente lo que quiere, en este caso, "una plataforma que sirva y mejore la vida de las personas que allí trabajan".



Porque, aunque la Vela sirve en este caso de icono para el banco, lo importante está en el plano horizontal, en las piezas que sustentan la torre desde abajo y en los patios. "Del concurso a la traducción real siempre se pierden cosas pero no ideas -confiesa-. La original era una estructura mucho más fragmentada pero que en la práctica se ha demostrado que no era necesario". Sobre todo, y ha insistido en esto varias veces, "es un proyecto sostenible en el sentido arquitectónico, porque se puede reutilizar".





Vista del edificio La Vela que será la nueva sede corporativa del BBVA, en Las Tablas.



Huyendo de la arquitectura icónica que tanto ha marcado una época, quizá gritona y vacía, de la arquitectura moderna, Herzog insiste en la importancia de la zona pública del proyecto, de su carácter horizontal: "La Vela me convence menos a primera vista, pero no es banal, es un símbolo abierto con múltiples lecturas: son puestos de trabajo, son buenas vistas, es la identidad que ancla un proyecto en la periferia de una ciudad con muchos símbolos. Al ser tan delgado y transparente -una trasparencia que se va a esforzar en mantener también en el interior- no es en absoluto un símbolo de poder".



Y no es que no les gusten las alturas a este equipo de arquitectos que tiene en Basilea, su ciudad natal, su centro de operaciones y que trabajan por todo el mundo, de Canadá a Brasil y de California a Pekín. Mientras terminan -con toda seguridad para 2015- esta nueva sede para BBVA, construyen también la nueva torre del campus de los laboratorios Roche que se eleva en Basilea 178 metros sobre el suelo. "La geometría del campus nos permitía hacer esto. Pero en el caso del contexto urbanístico ha sido un error permitir ciertas cosas. Ha habido demasiadas excentricidades. Y esto es la ventaja de la crisis: la crítica hacia ese tipo de arquitectura".



La ventaja de la crisis ha sido la crítica hacia ese tipo de arquitectura excéntrica"


Defensor del ciudadano y usuario de la arquitectura, Herzog se declara defensor de los espacios públicos - bajo la propia Vela hay una plaza abierta-, de los proyectos abiertos. Su concepción de la Tate Modern no como un museo cerrado sobre sí mismo sino como un espacio público cubierto, sin puerta ni fachada, dice mucho de su concepción de la arquitectura. "Como en CaixaForum de Madrid, son edificios permeables, su apertura no es un gesto inútil, funciona, se trata de dejar entrar a la gente y esto es mucho más importante que todo lo demás".



Arquitectura para el fútbol

También en Madrid y junto a Rafael Moneo estuvo a punto de trabajar en la remodelación del Estadio Santiago Bernabeu, "hubiera disfrutado mucho pero el presidente del Madrid sabe más de fútbol que de arquitectura", bromea. Pero lo cierto es que sus estructuras deportivas se multiplican en los últimos años: además de las ya mencionadas en Pekín -trabajaron con Ai Wei Wei en el Estadio Olímpico-, Múnich y Basilea, acaba de inaugurar un gimnasio en Brasil -una especie de cubierta para eventos que una fundación de Basilea ha regalado al barrio-; avanzan con rapidez en la obra de un estadio en Burdeos -estará listo para Francia 2016- y proyectan otro en Inglaterra, para un club de la Premier League, todavía confidencial.



Y eso sin contar el que recientemente rechazaron en Qatar, como apunta Fernandéz-Galiano. "El trabajo en Doha es complicado, por no hablar de que el mundial en ese desierto es una locura. Construir un estadio para 80.000 personas en un país donde luego no irán a un partido más de 500... No concibo que esa deba ser la contribución del arquitecto".



La reconstrucción es lo normal. Nuestro trabajo deber realizarse sobre un mundo que ya existe"

De hecho sus preocupaciones parecen ir justo hacia el lado opuesto de la arquitectura, la rehabilitación, la conservación el patrimonio. "La reconstrucción y el trabajo con y sobre lo que ya existe es lo normal, sobre todo en Europa. Y a nosotros nos gusta. Nuestro trabajo debe realizarse sobre un mundo que ya existe y es un potencial. Utilizar y no tirar es una manera de vivir y de pensar". De hecho, también aquí en la sede de BBVA han tenido que trabajar sobre una estructura ya existente que parece ahora realizada ex profeso y conforme a sus propósitos.



Porque no siempre lo más caro es lo mejor, ha venido también ha decirnos Jacques Herzog. "No funciona siempre la misma receta pero hay comidas muy sencillas y riquísimas, como la paella española hecha originariamente con restos: también se puede hacer gran arquitectura con muy poco. Nosotros a veces trabajamos con restos. Lo que está claro es que la arquitectura tiene que añadir algo a nuestra vida". Y la suya lo hace.



Madrid, urbanismo y sedes corporativas

Fue el catedrático de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, Antón Capitel, el encargado de repasar los diversos centros que ha ido desarrollando la capital, desde el Palacio Real, al oeste de la ciudad, hacia el este, siguiendo el trazado de la calle de Alcalá. Más tarde, y coincidiendo con la urbanización del Paseo del Prado, el centro de la ciudad se situó en Cibeles y desde ahí se ha ido desplazando hacia el norte, siguiendo la Castellana. En la misma dirección se han movido las sedes de los grandes bancos que han dejado sus sedes siguiendo esa ruta: de la sede de Alcalá (Bilbao Vizcaya) se pasó a Recoletos (Argentaria), luego a Azca, con la Torre BBVA de Sáenz de Oiza, y ahora da un paso más allá con la sede corporativa de Las Tablas.