Rosana Antolí en su estudio. Foto: Guy C.B. Reid

Dice que es una existencialista, sin negar que se mueve por impulsos. "Dándolo todo", dice entusiasta. Sus actos determinan quién es: una artista nacida en 1981 en Alcoy, Valencia, que hace un año se fue a Londres en busca de nuevos horizontes. En ambas ciudades tiene estudio: el de Alcoy está lleno de recuerdos familiares y de pinturas de su padre; el de Londres está lleno de sus actuales rutinas: "estudio, investigación y producción. Es una gozada. Está en Hackney Wick, un barrio lleno de fábricas donde los alquileres son baratos y los espacios grandes, donde se concentra una comunidad muy grande de artistas y se celebran cantidad de eventos. El año que viene se prevé muy bueno, porque estamos haciendo casi una colonia de artistas que nos estamos mudando a Londres buscando lo mismo y vamos fuertes en eso. Queremos hacer una buena red entre nosotros, de crecimiento y solidez profesional", explica.



Esa nueva fase empezará a finales de septiembre, cuando se embarque en el máster de performance e imagen en movimiento del Royal Collage of Art londinense. Coincidirá con su próxima exposición en nuestro país, el próximo 19 de septiembre en Box27, uno de los nuevos espacios de Casal Solleric, en Palma de Mallorca. Es una vitrina que da a la calle a modo de escaparate, comisariada por Tolo Cañellas y que Juan López inauguró el 6 de abril con el proyecto Blind. En julio, llegó el turno de la propuesta de Theo Firmo, Colorbomb.





Casal Solleric, Palma de Mallorca



Box27 se suma a una nueva emergencia del contexto artístico isleño que mucho tiene que ver con los proyectos de Tolo Cañellas. Galería en casa, que tendrá lugar del 19 al 21 de septiembre, y que consiste en trasladar por unos días una galería comercial a un espacio doméstico, donde los artistas harán el papel de galeristas y ofrecerán obras pensadas para la ocasión a un precio no superior a 50 euros. Otros inputs, dice el comisario, mueven Mallorca: "el proyecto The Envelope en los bajos de la galería Louis 21, un espacio marginal con una programación seria, rigurosa y coherente; el nuevo espacio de la galería Horrach Moya en un edificio histórico de la zona de la Lonja; las residencias y exposiciones de la galería Addaya; la labor en pro de lo artístico que realizan desde Tres Serveis Culturals; la programación de Mallorca Landings, una galería por un matrimonio de suecos, donde descubres artistas emergentes internacionales súper interesantes y la labor de apertura que está haciendo Nekane Aramburu desde Es Baluard".



Para este escaparate, Rosana Antolí va a presentar una pieza tridimensional partiendo del dibujo. "Creo una escenografía donde combino una parte más pictórica. El espacio es reducido, pero tiene la ventaja del cristal que comunica con la calle. Voy a jugar con las posibilidades que me da el escaparate como ventana indiscreta o habitación descubierta", adelanta.



Descubrir un single



Cualquiera de sus obras surge de conversaciones, anécdotas que le cuentan, historias que vive o música que escucha. Su trabajo es absolutamente referencial. "Vengo de la Velvet, Bowie, Pavement, Pulp y Belle & Sebastian. Con los años ese abanico se ha abierto mucho y ahora es mucho más ecléctico, con Talking Heads, Philip Glass, Tom Waits, James Blake… Muchos muchos. Esa sensación de euforia de la primera vez que descubres un grupo o un single, y lo escuchas repetidamente y te puedes perder en él, es vital. La música para mí es una necesidad", dice. De hecho, ese interés por la música la ha llevado a escribir de ella en algunas revistas digitales y a hacer comics reviews. Uno de los últimos ha sido el concierto de Rodríguez en el Hammersmith Apollo de Londres. No está lejos de este furor musical su serie The Dancers.



-¿Además del musical, qué otros referentes componen su universo creativo?

-De cine, por ejemplo, empecé con la Nouvelle Vague. Como tengo este carácter bastante obsesivo con las cosas que me interesan, he podido ver la misma peli cada noche durante días seguidos. Pensándolo ahora, el uso del blanco y negro en mis piezas, a parte de estar basado en poder plasmar los trazos de una forma más inmediata y visceral, creo que también tienen algo de relación con el cine francés de los 60 y 70. Arrebato también me marcó bastante, y David Lynch es otro director que tengo ahí por esa manera inquietante de narrar, así como por el uso de la música en sus películas. En la obra The First Dinner, que formó parte de la exposición Contarlo todo sin saber cómo en el CA2M, intenté que el audio ayudara a dar ese ambiente cortante e inquieto en la escena. Fue una especie de ejercicio de cinematografía low cost. Combina dibujo, audio y vídeo. Después de mucha prueba y error, encontré la manera de jugar con los tiempos y las formas partiendo del dibujo.





Everyone wants Euphoria, 2011



-Mucho hay también de Greenaway y de Peter Atkwins

-Estoy ahora de lleno con ellos. Lo interesante más allá de la trama es el retrato generacional que hacen en cada una de ellas. Vivimos también revueltas, frustraciones y crisis en el tiempo al que pertenecen y nos lo cuentan a través de una ficción. Me interesa como espejo ficcional donde buscar nuestro reflejo.



-¿Qué intenta comunicar con sus obras?

-Mis obras hablan de la búsqueda de ese sentimiento inherente de evasión por insatisfacción o frustración, de ese absurdo vacío existencial que tenemos de manera inherente. Del mismo modo que juego con la huida de uno mismo, también juego con el reencuentro con uno mismo y con nuestras pulsiones más esenciales o irracionales. Siempre busco darle ese toque de humor negro y naif que hace que la escena disperse el punto de atención y despiste al espectador.



-Los que temas con los que trabaja, pues, son la evasión y el encuentro. ¿Algo antagónicos, no?

-Sí. En realidad, todo es cíclico: una frustración personal o social nos hace buscar la evasión o conectar con lo más primitivo o esencial de nosotros. La euforia o decepción son estados transitorios, pero fuertes, cargados de emoción. Colocar situaciones extremas en mis historias me ayuda a generar un grito rotundo en una atmósfera silenciosa.



Euforia extrema, vacío total



Tras esas emociones extremas, sus obras hablan de un fuerte vacío generacional. Soy joven. Me aburro, titula algunos de sus primeros dibujos. Recita la canción de la Gran ganga de Almódovar y McNamara afirmando con la cabeza: "Quién soy yo y a dónde voy? Quién es él y a dónde va? De dónde vengo y qué planes tengo? Resume perfectamente el vacío generacional del que hablo: la huida como solución, la búsqueda y la pérdida de uno mismo y, por encima de todo, el absurdo. Las crisis de identidad hacen que busquemos ser otros, mediante máscaras o cambio de roles, y que busquemos nuevos valores con los que identificarnos. Hay gente que busca huir de uno mismo, como los Homo Ludens, y otros buscan ese encuentro con lo primario. Justo ahí es donde encaja el proyecto My Animal Dance y el que justo estoy haciendo ahora sobre anarquismo y las montañas en Alcoy", explica.





Let´s dance like Zonkeys



My Animal Dancer (2012) fue su primera experimentación con la danza, que la ha llevado a hacer más performances, como Let's Dance like Zonkeys (2013), una acción participativa que ha estado en varios festivales en Inglaterra. Cada vez está más interesada en la participación del público. Mucho antes, en Els amants (2010), utilizó por primera vez un vídeo con dibujo y en La cosmonauta (2011) siguió explorando el campo del dibujo mediante la escultura. Fue una de las obras destacadas en JustMad 2, que vimos en el stand de AranaPoveda. El 12 de diciembre, esta galería madrileña le dedica su primera individual.