Arriba, Noah Charney. (Foto: Urska Charney). Abajo, una imagen de La adoración del Cordero Místico.

Vayamos a la Biblia, a su último libro, el Apocalipsis, y recordemos qué era todo aquello del Cordero: "Después de esto miré, y he aquí que vi una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas con palmas en las manos; y clamaban a gran voz diciendo: la salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero (...) porque el Cordero los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas de vida y Dios enjugará toda lágrima en los ojos de ellos".



Lo que la Biblia describió con palabras lo imaginó un joven Jan van Eyck en La adoración del Cordero Místico, 24 tablas que se convirtieron, junto al matrimonio Arnolfini, en su obra maestra y, sobre todo, en el punto del triunfo del óleo sobre la tabla y del advenimiento del arte renacentista. En el centro de la composición, hoy situada en la Catedral de San Bavón de la ciudad de Gante, el Cordero, místico y misterioso, sigue mirando a la Historia rodeado de multitud de escenas (un ciclo que arranca con la creación y que nos lleva a los profetas, la Anunciación, a los santos...). Y, en torno a ellas, tantas certezas como incógnitas.



1432 es el año en el que Van Eyck, ayudado por su hermano Hubert, remata esta composición de inaudita belleza que va más allá de su tema (el propio Dios) y que deja al espectador disfrutar de la riqueza de paisajes, vistas urbanas, interiores domésticos, de ángeles, judíos, caballeros, miembros de la iglesia, de flores diminutas, intrumentos de música... Con todo esto es lógico imaginarlo como un cuadro deseado a lo largo de los siglos. Tanto, que hasta en trece ocasiones ha sido robado y, además, por los motivos más improbables. A estudiar esa trepidante historia se ha dedicado Noah Charney, autor del bestseller El ladrón de arte, y que en esta ocasión aparca la novela para ofrecer al lector una amplia investigación en clave de reportaje sobre la peripecia de la obra en el volumen Los ladrones del Cordero Místico, que acaba de publicar Ariel.



En su opinión, la ambición que los siglos han demostrado por la pieza se debe, sencillamente, a que es tal vez la pintura más influyente de la historia del arte. "Era la obra más famosa del mundo cuando fue terminada en 1432, y fue la primera pintura al óleo, la que inspiró a los artistas para utilizar este material durante los siguientes cinco siglos. Van Eyck es un precursor de realismo, nadie había visto antes una obra similar. Su fama era contagiosa, la gente lo deseaba porque había sido buscado por los hombres más poderosos, de Napoleón a Hitler. Pero también sucede que se conserva en un lugar, Bélgica, que lamentablemente ha sido el campo de batalla de las guerras europeas a lo largo de los siglos: Desde el XVI a la Segunda Guerra Mundial, los ejércitos se paseaban por este país intentando llevarse el objeto más famoso del lugar. El retablo funciona como un trofeo de guerra, una forma de demostrar el poder, un verdadero símbolo".



Además de la crónica de robos, este políptico es un aglutinador de incógnitas. Según Charney, la mayor de ellas es si la pintura es obra del hermano mayor del artista, que jamás firmó un cuadro, o de ambos. El escritor apoya la tesis más consolidada, aquella que sostiene que la obra fue encargada a Hurbert en 1426 pero que fue Jan quien la acometió tras la muerte de su hermano. No obstante, aporta, algunos estudiosos creen que el cuadro podría haberse empezado a pintar en 1420, en cuyo caso una gran parte de él pertenecería al mayor de los hermanos Eyck. Si eso fuera cierto, estima, estaríamos ante uno de los mayores artistas de la historia. Y también ante el peor tratado...



Las palabras de Charney denotan una verdadera pasión por los pormenores de la obra y por los misterios que el arte le ha regalado como escritor. Para Los ladrones del Cordero Místico ha logrado un híbrido entre la atenta documentación, el profuso análisis y el tono divulgativo y entretenido para el lector. "Me encanta escribir tanto ficción como no ficción. En el segundo caso trato de que la narración sea lo más entretenida, atractiva, interesante y rápida como sea posible. Debe leerse como una buena novela, pero hasta cierto punto. Lo que me gusta es el equilibrio entre la imaginación y la investigación y espero haberlo logrado con esta historia que se lee como una novela de suspense", explica.



Pero lo cierto es que la vieja frase de la ficción superando a la realidad es verdad pura en este caso, siquiera por los nombres de sus protagonistas que la codiciaron (ya se sabe, reyes, emperadores, dictadores...). "Francamente, no creo que a nadie pudiera habérsele ocurrido una historia así para una novela. Habría requerido la suspensión de la incredulidad, porque parece imposible que tantas cosas malas puedan sucederle a una obra de arte. Los lectores me dicen que no puede ser verdad, pero todo es cierto", insiste.



Cuando habla de esta obra, Charney no pretende sólo vender libros a su costa, sino sobre todo llamar la atención sobre el robo en el arte, un problema de crimen internacional al que sólo superan, señala, la droga y el comercio de armas. Es por esto que el especialista en este tipo de delitos creó para salvaguardar el patrimonio artístico internacional la Fundación ARCA, que hoy dirige y desde la que policías y expertos en Historia del Arte imparten un programa estudios específicos sobre protección del patrimonio cultural, al que anima a participar a los estudiantes españoles. "Cada año 50.000 obras de arte son robadas en el mundo y hay muchas más que no se denuncian. Sin embargo, el crimen en el arte se ha estudiado muy escuetamente, esto a pesar de que es un bien que mantiene su valor incluso en tiempos de crisis. ARCA, que no tiene ánimo de lucro, publica la única revista académica sobre este tema, El diario del delito en el arte, además de numerosos libros", expone Charney, autor de otras obras como el reciente Los robos de la Mona Lisa, que incluye el famoso episodio de la participación de Picasso en el robo del Louvre en 1911.



Del Calixtino a Erik el Belga

Preguntado por la reciente desaparición del Códice Calixtino, el experto se muestra optimista y pronostica que se recuperará por ser una obra demasiado famosa como para ser vendida. "Ha habido muy pocos coleccionistas criminales a lo largo de la historia, coleccionistas que han encargado robos para sumar la obra a su fondo privado, por lo que cabe suponer que el móvil del hurto ha sido su posterior puesta en venta. En algún momento los ladrones decidirán abandonarlo, cuando se percaten de que el asunto se les va de las manos".



Al término de la entrevista, y sin abandonar el caso español, se le pregunta a Charney si conoce la historia de Erik el Belga, uno de los ladrones de arte más famosos de la historia y hoy, un ciudadano malagueño. "Si El Belga escribiera sus memorias o me contara la historia de su vida podría hacer un estupendo trabajo de no ficción que, además, también ayudaría a prevenir el delito en el arte de cara al futuro. El problema es que el mundo está lleno de profesionales como él, y debemos preservar las creaciones de la humanidad para el futuro".

Para conocer mejor la obra, puede verse este completo análisis visual: http://www.myplick.com/view/fy-lv46giLG/LA-ADORACION-DEL-CORDERO-MISTICO