Image: Marina Abramovic

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Arte

Marina Abramovic

“Soy la abuela de la performance”

12 junio, 2002 02:00

Marina Abramovic en Lips of Thomas

Los años 60 y 70 fueron el trampolín de emancipación de la mujer. Las artistas empiezan a experimentar con su propio cuerpo siendo, en muchos casos, protagonistas de sus inovadoras obras. Marina Abramovic (que expone en el Centro Cultural Conde Duque) fue una de ellas y cuenta su experiencia en esta entrevista. Por su parte, Katy Deepwell, artista, crítica y directora de una revista on-line de arte y mujeres, escribe en estas páginas sobre el feminismo.

Nacida en Belgrado, en la antigua Yugoslavia, hace ahora 56 años, Marina Abramovic es una de las pioneras en el arte del event y la performance. Desde mediados de los años setenta, hasta 1988, trabajó en colaboración con su compañero y pareja, el videoartista Ulay, con el que realizó algunas de sus acciones más complejas e intrincadas. Así, la que puso punto final a su cooperación, Recorrido de la Gran Muralla, en la que cada uno partió de uno de sus extremos para, tras recorrer más de 2.000 kilómetros a pie, encontrarse en su centro.

La duración y, en muchos casos, el dolor autoinfligido han sido características del trabajo original y primero de Abramovic. En los últimos años 80 y durante los 90, sin abandonar los acentos punzantes de su labor, ha abierto el abanico de sus experiencias a la historia personal y a la vez colectiva de las guerras y enfrentamientos internacionales.

-¿De verdad se describe a sí misma como "la abuela del arte de la performance"? ¿Por qué?
-Alguna que otra vez en mis clases me refiero a mí misma como la "abuela del arte de la performance", lo que debería entenderse como una broma. Cuando veo que mis alumnos crecen, se convierten en artistas y empiezan a dar clase en la misma escuela que yo, es que ha llegado la hora de reflexionar.

-También, y ese era el título de su retrospectiva en España, como El Puente. ¿Puente entre qué orillas, sobre qué cauce?
-Sí, también me refiero a mí misma, en sentido metafórico, como un puente. Nací en Yugoslavia, un país que representa el puente entre los mundos oriental y occidental.

Escapar de lo convencional
-Si no me equivoco, su última presencia en España fue esa retrospectiva de sus creaciones hasta 1998, celebrada ese mismo año, en Valencia y Alicante. ¿Cómo es la experiencia de ver reunida la obra casi completa de uno mismo?
-No, mi último trabajo en España fue en 2001, en Cádiz. Hice allí dos trabajos. Uno fue una instalación denominada Human Nests (Nidos humanos), y el segundo fue la videoinstalación Hero (Héroe) basada en la historia de mi padre como héroe nacional. En cualquier caso, es muy interesante observar el trabajo de uno en una retrospectiva. Como autor, hay que distanciarse en cierto sentido y hacerse más objetivo.

-Por el contrario, la mayoría de obras suyas en esta exposición son fotografías de sus performances de la primera mitad de los 70. ¿Qué visión tiene actualmente de ellas?
-Los primeros trabajos de performance fueron muy importantes para mí. Era la época en que aún pintaba y tenía que dar pasos radicales para salir del trabajo convencional y adentrarme en un territorio completamente desconocido.

-Ha dicho de usted misma: "Yo soy el objeto". ¿Qué papel desempeña el objeto, la objetualidad, en su proceso creativo?
-Es una cuestión compleja. Tengo dos cuerpos de trabajo distintos: el Cuerpo del Artista y el Cuerpo Público. En el Cuerpo del Artista uso fundamentalmente herramientas, pero el Cuerpo Público se basa en objetos y en la relación del público con ellos. Los objetos están ahí para ayudarles en la transformación.

-El cuerpo es y ha sido soporte artístico de hombres y mujeres. Estas exposiciones reunidas en PhotoEspaña 2002 especulan sobre la identidad femenina. ¿Cómo la definiría usted?
-Lo que ocurre es que soy mujer y no hombre. Lo importante es ver el arte más allá de esta definición de hombre y mujer. Odio los guetos, todo eso del arte masculino, del arte femenino y demás. Soy mujer, pero, ¿a quién le importa?

Pionera del multiculturalismo
-Otro aspecto fundamental en su trabajo es su entrega a diferentes maneras y geografías de percibir el mundo y expresar el pensamiento. ¿Cuál es su percepción respecto a los acontecimientos políticos vinculados al multiculturalismo al que asiste el mundo occidental?
-Ulay y yo estuvimos entre los artistas pioneros que trabajaron con ideas multiculturales. En 1982 llevamos a un aborigen del desierto de Australia y a un lama tibetano para actuar con nosotros en Amsterdam. No fuimos allí para inspirarnos, sino que trajimos personas reales y colaboramos con ellas de igual a igual. Ahora está de moda y hay un mal entendimiento y un muy mal uso de ese término, multiculturalismo.

-¿De qué modo se produce la estetización en la intervención política del arte?
-Personalmente creo que el uso excesivo de la política en el trabajo de un artista podría matar al propio creador: fíjese en lo que le ha pasado a Beuys. El artista tiene que confiar en sus ideas, por encima de los acontecimientos políticos.

-¿Cómo definiría sus líneas principales en los últimos años?
-Estoy muy interesada en trabajar en performances de larga duración. Ahora vivimos en un tiempo tan rápido que es necesario volver de nuevo al proceso y a las obras de larga duración.

Profesora de performance
-Como profesora, ¿cómo es la relación con sus alumnos?
-La docencia es una parte muy importante de mi trabajo. Enseño performance, y soy la única profesora que da ese tipo de clases en Alemania. Intento transferir incondicionalmente todo mi conocimiento sobre este arte.

-Ha diseñado usted un juego de café para una marca italiana. ¿Cómo se desenvuelve una artista de la performance en el mundo del diseño?
-Para mí no era diseñar. Beber café era un ritual importante en Yugoslavia. La cocina de mi abuela era el centro de mi mundo. Todos los viernes mirábamos los posos del café para adivinar el futuro. He creado dos grupos de tazas: uno feliz y otro denominado Spirit Cups (Las tazas del espíritu). La taza del espíritu tiene un agujero, y al beber café siempre sale algo de café para los espíritus. Todo el que bebe café en este tipo de taza es un performer.

-En esta ocasión comparte la sala de exposiciones del Centro Conde Duque con Adrian Piper y Carolee Schneemann, ¿qué aspectos de sus trabajos le interesan más?
-No conozco a Adrian Piper personalmente pero conozco su trabajo. Conozco el trabajo de Carolee Scheneemann y a ella personalmente. Lo que puedo decir de ambos es que se han adelantado a los tiempos, han sido valientes y han asumido riesgos.


Marina Abramovic (Belgrado, 1946) es hija de guerrilleros yugoslavos y sus primeras performances fueron una forma de rebelarse contra su estricta educación. En 1975 conoce a Ulay, un artista con el que vivirá y colaborará durante las dos décadas siguientes. En 1997 mostró una videoinstalación y performance titulada Balkan Baroque en la Bienal de Venecia y recibió el León de Oro a la mejor artista. Entre sus individuales más importantes destaca la del Museo de Arte Contemporáneo de Valencia en 1988.