En el siglo XIX el pintor Paul Delaroche vio un daguerrotipo y se quedó impresionado. Entonces dijo: "a partir de hoy la pintura está muerta". La llegada de la fotografía predijo la primera defunción de este arte. Luego llegaron el arte conceptual, el vídeo, las tecnologías digitales e internet. Todas ellas han hecho que se hablara, en un momento u otro, de muerte. Incluso "durante los años 70 y 80 muchos pintores la abandonaron porque quedaron seducidos por otras disciplinas", sostiene Nimfa Bisbe, jefa de las colecciones de arte de ”la Caixa”. Es en la sede que la institución tiene en Barcelona donde se inaugura La pintura. Un reto permanente, una exposición de 39 piezas procedentes de sus fondos que precisamente lo que quiere analizar es cómo la pintura tiene la habilidad de reinventarse una y otra vez.

Siempre "rebrota con nuevos conceptos, materiales, soportes y con la hibridación con otras disciplinas", comenta Bisbe. Algunos artistas, prosigue, “han seguido explorando nuevas formas de pintura y la han llevado al límite, al grado cero de la abstracción”. Los seis ámbitos que componen esta exposición muestran cómo la pintura ha ido cambiando en las últimas tres décadas. Se trata, en definitiva, "de desplegar las obras de los grandes maestros del siglo XX (Gerhard Richter, Sigmar Polke, Julian Schnabel o Ángela de la Cruz) y confrontarlos con los artistas más jóvenes".

Joaquim Chancho: 'Naima', 1985. © Joaquim Chancho, VEGAP, 2019

Según David Barro, que escribe en el catálogo de la muestra, a partir del siglo XXI todo puede ser pintura. Por eso, en la exposición hay escultores que hacen pintura, un vídeo de Michael Snow que se entiende como un homenaje a ella o un fotógrafo como Tillmans cuya referencia principal es la pintura. También destaca un ready-made de Marete o una obra en la que Carlos Bunga "trata la tela como si fuera un objeto tridimensional y proporciona la sensación de ser una piel. Esa abstracción da lugar a que el espectador se fije en la materialidad de la pintura", observa la responsable de la colección.

Seis ámbitos para sentir la pintura

En la primera sección, vemos "la pintura como objeto único y original con obras que hacen alusión al legado de la historia de esta disciplina". En esta sala Joan Hernández Pijuan renueva el paisaje a través de la abstracción, Robert Mangold actualiza una especie de luneta renacentista, Gerhard Richter despliega su abstracción o Tillmans expone una "instalación de cuatro fotografías en la que hace un homenaje a cuatro géneros de la pintura: paisaje, bodegón, pintura de historia y abstracción", explica Bisbe.

En la segunda, a la que le han dado el título El silencio de la monocromía, se reúnen obras "de un solo color", un modo de crear que adoptaron algunos artistas en el siglo XX para alcanzar la abstracción total. Robert Ryman, Michel Parmentier y Ettore Spalletti ejercen su monocromía pictórica, Ignasi Aballí utiliza billetes de banco triturados para crear su monocromía sin pintar o Jaume Pitarch convierte las latas de pintura en el soporte mismo. "Son tan variadas que una sola obra puede resultar silenciosa pero en conjunto se convierten en elocuencia", opina la responsable de la colección.

Jessica Stockholder: 'Air-Padded Table Haunches', 2005. © Jessica Stockholder, 2019

En la tercera, Geometría expresiva, Sean Scully, Günter Förg o Juan Uslé unen racionalidad con expresión en unos "trabajos en los que se ve la sensibilidad del trazo". Le sigue Fragilidad enigmática, "una sala íntima con piezas realizadas con materiales cotidianos, humildes, frágiles y precarios", de Victoria Civera, Richard Tuttle o Antoni Llena. Hacia el final del recorrido los artistas agrupados en Lapsus de la imagen "fusionan abstracción y figuración ocultando, en ocasiones, la imagen" y en Reflexiones y mutaciones se demuestra que "las fronteras entre las distintas disciplinas están diluidas". Aquí, Ángela de la Cruz dobla el bastidor, Marepe instala una pintura tridimensional o José Pedro Croft y Pello Irazu se acercan a la pintura. En definitiva, y como comenta Bisbe, "hay escultores que pintan o pintores que hacen escultura si es que queremos seguir hablando de disciplinas".

30 años coleccionando

La colección de ”la Caixa” empezó su andadura en 1985 con la adquisición de instalaciones de Joseph Beuys y Jannis Kounellis. No obstante, el 40% de los fondos son pinturas ya que, como argumenta Nimfa Bisbe, "en los años 80 se vivió un momento expansivo de la pintura, que dominaba la escena artística con el neoxpresionismo que venían de Alemania, de Estados Unidos y de Europa. España entonces se abría al mundo y entró mucha pintura". Por otro lado, "nuestro país tiene una gran tradición pictórica".

Más adelante, durante los años 80 y 90, este fondo se vio enriquecido con instalaciones y fotografía. "Una colección nunca se acaba de hacer y hay periodos en los que te ocupas más de una disciplina u otra", comenta. Uno de los objetivos más importantes de la misma es "construir un relato que tenga una coherencia interna".

@scamarzana