Image: Castillejo, embajador en los confines de la poesía

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Exposiciones

Castillejo, embajador en los confines de la poesía

TLALAATALA. José Luis Castillejo y la escritura moderna

20 abril, 2018 02:00

Vista de la exposición

MUSAC. Av. de los Reyes Leoneses, 24. LEÓN. Comisarios: Henar Rivière y Manuel Olveira. Hasta el 27 de mayo

Hace casi medio siglo tropecé (mi vista tropezó literalmente, para ser preciso) con algunos poemas de José Luis Castillejo (1930-2014) en un libro que circulaba como una contraseña entre contrabandistas. No estaba prohibido, aunque debería haberlo estado, porque en La escritura en libertad, una antología internacional de poesía experimental firmada por Fernando Millán y Jesús García Sánchez, las palabras ejercían todas las desobediencias posibles. Ya para entonces, Castillejo había publicado cinco títulos repletos de renglones desnortados, alguno de ellos entre los más notables de su producción. No es esto lo más raro. Porque su autor no era un bohemio alucinado, sino un diplomático solvente que había pasado por las embajadas de Washington y Bonn y por entonces ejercía en Nigeria. Además, era coleccionista, crítico y teórico del arte, colaborador de Art International, amigo de Clement Greenberg… En definitiva, una personalidad singular que, llegando hasta el presente, ha sido uno de nuestros más ilustres desconocidos.

Su recuperación es un hito más, aunque un hito fundamental, del rescate que ha tenido lugar en las últimas décadas de la poesía visual y experimental española. Exposiciones como La escritura desbordada: poesía experimental española y latinoamericana. 1962-1982 (MNCARS, 2012) o Poesía experimental en España. 1963-2016 (MUSAC, 2016) son algunas de las más importantes. Pero si esta muestra constituye todo un acontecimiento no es sólo porque se trata de la primera retrospectiva que se dedica a Castillejo, sino porque aunque publicó media docena de títulos, su producción inédita es amplísima, de manera que acercarse a estas salas se convierte en la única forma de conocerla. Aprovecho para decir que se ha realizado un montaje modélico, lo que no siempre es fácil con obras de este tipo. Se ha conseguido hacer visible la poesía visual, experimentar con la poesía experimental y en definida, dar vida a páginas que aunque desbordan de energía corren siempre el riesgo, en estas situaciones, de ser tan solo viejos papeles.

La obra de Castillejo surge en la efervescente década de 1960, un periodo en que nuestro país se puso en hora con el arte internacional. El afán por rebasar las categorías tradicionales de pintura, escultura o música dio sus frutos con creaciones como los primeros happenings, el arte conceptual, el mail art o el arte sonoro. Son los años de Zaj y del Equipo Crónica. Señalo todo esto para puntualizar que a pesar de su biografía cosmopolita, la poesía de Castillejo se inserta con naturalidad en la situación española. De hecho, nuestro autor fue miembro de primera hora de Zaj, creado en el año 1964 por los compositores españoles Juan Hidalgo y Ramón Barce, y por el italiano Walter Marchetti (más tarde se les añadiría Esther Ferrer). Castillejo presentó de la mano de Zaj su primer y extraordinario libro: La caída del avión en terreno baldío (1967), una suerte de autobiografía novelada, formulada mediante citas y poemas visuales, en la que la palabra compone escenas en lugar de párrafos y desafía todo orden sintáctico convencional. Viaje a Argel (1967) de Hidalgo y Arpocrate sedujo sul loto (1968) de Marchetti son libros de este mismo jaez.

El libro de la figura, h. 1971 (izquierda), y El libro de la notación, 1974-1975 (derecha)

Es precisamente con la disposición en la pared de las páginas de La caída… y con las iniciativas Zaj coetáneas con lo que empieza la exposición. El resto, es el viaje que llevará a Castillejo del texto a la imagen y de la palabra a la pintura. Y a todo lo que, concretamente, no se puede decir. Porque como escribe Castillejo: "La escritura no es sólo un hacer sino también un no hacer y asimismo un deshacer". Es por todo esto por lo que el autor prefería llamarse, más que escritor experimental, "un escritor moderno". Al igual que la pintura moderna abandonó la tradicional pretensión narrativa, con la figuración como medio para comunicar, y exploró el lenguaje pictórico hasta desembocar en la abstracción, que no copiaba la realidad y sólo podía existir en el lienzo, la escritura moderna hace lo mismo. Aquí el texto no informa, sólo es. Las letras no forman palabras, pero suenan. Y entiendo que no entiendan lo que digo, ya que mal pude hablarse de una escritura que ha renunciado a hablar. El libro que inicia esta "escritura moderna" es The book of i's (1969), al que siguieron The book of Eighteen (1969), El libro de la letra (1973), El libro de la J (1999) o TLALAATALA (2001). El libro de la J, por ejemplo, que tiene a esta letra por su único texto, parece en su vitrina un herbario de elegantes pedúnculos. Y cuando, curiosos, nos colocamos los auriculares allí dispuestos, lo que escuchamos es el rasgueo de la pluma ejecutando las letras sobre el papel.

Desde la década de 1990 la escritura de Castillejo fue despegándose de lo que podríamos llamar poesía visual para explorar toda clase de posibilidades. Así, The Hidden Letters (2011) o Escritura Negra (2013) son una suerte de pintura letrada. Pero yo prefiero los libros en que las letras, aún tipográficas, se convierten en hipnóticas composiciones visuales, como constelaciones mudas o secuencias silábicas impronunciables (aunque aquí podemos escucharlas recitadas por lectores expertos como Javier Maderuelo). Bienvenido sea pues este retorno a casa de José Luis Castillejo, merecedor, como lo fuera otro, del título de Cónsul General de la Poesía y su Ensueño.