Ilustración: Ulises
Interpreta los Sonetos del amor oscuro de Lorca en La Abadía con la pasión de un místico y rodeado de la escenografía de El Público de Rigola. Amancio Prada (León, 1949) es el gran embajador de nuestros mejores poetas.
Senderos, de María Zambrano.
¿Ha abandonado algún libro por imposible?
Seguramente, pero no me acuerdo.
¿Con qué personaje le gustaría tomarse un café mañana?
Pues con Federico García Lorca. Qué ganas de cantarle sus sonetos, canciones y gacelas. Y alguno de sus ‘Poemas galegos'... Con él, que le gustaba tanto cantar.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
El Señor de Bembibre de Enrique Gil y Carrasco. Estaba en el armario de la escuela de mi pueblo.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura: es de ipad, de papel, lee por la mañana, por la noche...?
Los libros, en papel, y los periódicos, en el móvil. A cualquier hora, no soy animal de costumbres.
Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
El primer concierto de Paco Ibáñez al que asistí. Fue en Valladolid, en 1967. Me cambió la vida, porque me abrió las ventanas a la canción de la poesía.
¿Qué lugar ocupan los Sonetos del amor oscuro de Lorca en su repertorio de grandes poetas?
Esos Sonetos son una cumbre de la poesía española, a la altura de San Juan de la Cruz, de quien se advierten, por cierto, claras resonancias.
¿Ha ganado la figura y la obra de Lorca con el tiempo?
Y más que ganará. Lorca es genial. Si él escribió “Qué luto de ruiseñores dejas en mi juventud”, bien pudiéramos decir “qué juventud de ruiseñores dejas en nuestro luto por ti”.
¿Se le ha tratado injustamente en nuestro país?
El crimen fue en Granada, pero Federico no ha dejado de nacer y renacer desde entonces.
Usted fue de los cantautores de primera hora. Parafraseando a Alberti, ¿qué miran los cantautores de ahora?
Cantar es una forma de conciencia. Hay que mirar hacia adentro y alrededor. Cada uno tiene su propia mirada, su propia voz.
¿Qué recuerda del mítico Vida e norte de 1974?
Labregos, Canción de amor n° 2... Valgan lo que valgan, recuerdo todas las canciones y las sigo cantando.
¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
Entender no entiendo mucho, la verdad. Me guío por la emoción. Prefiero aproximarme al arte desde el no saber, a ver qué pasa, qué me dice el cuadro, sin más. Es bueno que la obra se desprenda del autor.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
De Antón Lamazares. Me gusta la vehemencia de su gesto y colorido, la poesía que cava y siembra en el cuadro con delicadeza franciscana.
Ejerza de crítico de la última exposición que ha visitado.
No, a tanto no me atrevo. Lo que le acabo de decir ha sido recordando la reciente exposición de Lamazares en la Fundación Antonio Pérez en Cuenca.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Me importa. Me sirve para saber lo que piensa el otro.
¿Qué música escucha en casa?
Soy ecléctico. Hay obras que no me canso de escuchar, como El amor brujo de Falla. En la canción siempre vuelvo a José Afonso, Fabrizio de André o Léo Ferré. También Silvia Pérez Cruz, Vanesa Martín, Bebe...
¿Recuerda la película que ha visto más veces?
Johnny Guitar.
¿Es de los que recelan del cine español?
Para ir al cine me guío por las críticas y por las recomendaciones de amigos más aventureros que yo, sin reparar si es cine español o americano.
¿Qué libro debe leer el presidente del Gobierno?
Los Diálogos de Séneca.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me gusta y me disgusta. Pero sí, me gusta. Y lo que no nos guste es tarea de todos mejorarlo.
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural.
Educación, educación y educación. Es la mejor inversión. La cultura es fruto de la educación.