Matilde Asensi. Foto: Antonio Heredia

La escritora acaba de publicar La conjura de Cortés (Planeta), tercer volumen de la trilogía Martín Ojo de Plata.

Matilde Asensi ha vendido en una década 20 millones de libros. Con Iacobus (2000) conquistó un territorio, el de la novela histórica de aventuras, de difícil acceso entonces para los autores españoles. El último Catón (2001) fue su pasaporte al extranjero, y desde entonces ha publicado aproximadamente un libro cada año o cada dos. Durante los últimos se ha consagrado a su trilogía Martín Ojo de Plata: Tierra firme, Venganza en Sevilla y ahora La conjura de Cortés, que acaba de publicar Planeta. En esta ocasión, Catalina Solís (y el alter ego masculino bajo el que se oculta, Martín Nevares) culmina su venganza contra los Curvo, al tiempo que acaba con una conspiración urdida en tierras americanas contra la Corona española.



Pregunta.- ¿Travestirse era la única manera de ser libre para una mujer de la época?¿Fue un fenómeno frecuente?

Respuesta.- Hubo casos en toda Europa. Un almirante de la Armada británica, por ejemplo, resultó ser una mujer cuando fueron a enterrarle. Las mujeres de aquella época debían ir tapadas y acompañadas por la calle. Sólo salían para ir a misa, con 13 años les buscaban un marido de 50 que ya había enviudado varias veces porque la muerte durante el parto era frecuente. Un horror que veían desde pequeñas en sus madres y sus tías. La única alternativa a todo eso era el convento. Las que optaban por disfrazarse de varón eran mujeres decididas, valientes y ese acto no implicaba ambigüedad sexual. No fueron muchas, pero las suficientes como para que la literatura del Siglo de Oro recogiera el fenómeno muy a menudo.



P.- En el libro, Hernán Cortés mata a su mujer para volver a casarse. ¿Ocurrió de verdad?

R.- Sí, y no es un hecho desconocido para sus biógrafos, ni tampoco para los mexicanos. Se le llegó a abrir una investigación, pero como era el héroe que conquistó Nueva España, la Corona dio la orden de enterrar el asunto.



P.- Un personaje dice: "Ahora llamamos aztecas a todos los indígenas de la Nueva España y los tenemos por una nación unida y derrotada por los españoles, mas no fue así. Don Hernán conquistó México-Tenochtitlán con la ayuda de miles de guerreros de las naciones sometidas por los mexicas". ¿Tenemos una idea vaga y distorsionada de lo que fue la conquista de América?

R.- Totalmente. Sentimos culpabilidad y a ellos se les enseña que nosotros fuimos los malos. Todo eso es falso, fruto de la manipulación, porque la verdad siempre está en el centro. Como la novela tendrá muchos lectores en México, he querido explicarles qué pasó en realidad. Nuestros antepasados no robaron nada, fueron la Corona y la Iglesia. Se lo gastaron todo en guerras religiosas, en mantener la corte, en construir catedrales y estatuas. La gente del pueblo no vio nada. No nos podemos sentir culpables. Ellos llevan ya 200 años de independencia y siguen siendo inmensamente ricos por sus recursos naturales.



P.- ¿Se ha empapado estos años de literatura barroca para captar la forma de hablar de la época?

R.- Todas las mañanas leía un trocito del Quijote -que siempre me hacía reír-, El Guzmán de Alfarache o el teatro de Lope de Vega. Lo hacía para calentar, para que esa forma de expresarse me saliera natural, pero nunca lo conseguía.



P.- ¿Se imagina la trilogía adaptada al cine?

R.- No, me he negado siempre. Te devuelvo la pregunta: ¿tú crees que hay algún director español que pueda hacer una buena película de aventuras? Puestos a soñar, si el proyecto viniera de Hollywood, claro que firmaría, sobre todo si me lo piden George [Lucas] o Steven [Spielberg].



P.- ¿La crítica sigue despreciando las novelas de género?

R.- Sí, pero a mí me da igual. Afortunadamente, nadie lee crítica literaria. Lo que me ha traído hasta aquí es el boca-oreja de los lectores, para el que Internet ha servido de altavoz. Ni mis primeros editores apostaron por mí.

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