Image: Cesc Gelabert

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El Cultural

Cesc Gelabert

"Belmonte es un ejercicio de abstración de la tauromaquia"

19 noviembre, 2010 01:00

Cesc Gelabert. Foto: Domènec Umbert.

Mañana llega el espectáculo de danza Belmonte a San Sebastián de los Reyes

"Me gusta decir que si no eres capaz de lidiar, la emoción no surge y el movimiento no se hace danza", comenta Cesc Gelabert estableciendo un paralelismo con el próximo espectáculo que presenta en Madrid, Belmonte. Se trata de una antigua producción que su compañía ha rescatado para celebrar los 30 años de existencia. Se presenta el día 20, en el teatro de San Sebastián de los Reyes, y en los Teatros del Canal de Madrid, del 24 al 26.

Pregunta.- ¿Por qué rescatar Belmonte, un espectáculo de 1988?
Respuesta.- Fue una de las obras que más éxito tuvo, salió feliz. En términos coreográficos, plásticos y musicales, es un ejercicio de abstracción del mundo de los toros y me gusta porque trata de la relación entre el instinto y la razón. Uno de los credos de mi compañía ha sido el de incluir colaboraciones con otros artistas, y hay que destacar dos colaboraciones fundamentales: la de Frederic Amat, autor del vestuario y la escenografía, y la de Carlos Santos, compositor de la música.

P.- Es bellísimo el traje torero que ha diseñado Amat y que, curiosamente, está entretejido de animales marinos.
R.- Frederic llegó a esta conclusión que contrasta con la idea más solar del mundo del toro. Frederic se inclinó por buscar su lado oculto y dio con esta idea marina. La música también es estupenda, aunque es una pena que en Madrid no bailemos con banda, que fue como la interpretamos en Barcelona.

. P.- ¿Hay muchas diferencias de esta producción con respecto a la de 1988?
R.- El cambio más importante es que en la producción de 1988, y por razones económicas, el papel del toro lo ejecutaban cuatro bailarines. Ahora lo hacen ocho, con lo que el toro cobra más potencia y fuerza. La obra se divide en cuatro partes. En la primera bailo un solo oscuro que hace referencia a los inicios de Belmonte, a la búsqueda de su arte. Él fue un torero que se hizo a sí mismo, de extracción social baja, toreaba de noche en las dehesas. En la segunda parte, baila Lidia Azzopardi, que representa la feminidad, todas las imágenes femeninas que eran importantes para Belmonte: la mujer, la virgen, la muerte... La tercera parte es la recreación de una faena, siguiendo los tercios. Y en la cuarta, se hace una alegoría de la muerte. Belmonte se suicidó a los 70 años y para esta última escena proyectamos imágenes reales que Frederic ha rescatado.

P.- ¿Ha sido una provocación rescatar Belmonte en una Barcelona en la que se ha prohibido la fiesta taurina?
R.- Yo lo hice en 1988, así que no ha sido una respuesta al hecho que menciona. Pero me he visto obligado a explicar mi postura sobre los toros. Por un lado, es una tradición cultural que me gusta, pero desde 1988 mi percepción de la vida ha cambiado, me parece importante proteger a los animales, y ya no voy a ver corridas. Lo que no hubiera hecho nunca es prohibirlos, cada uno debe elegir. Cuando era pequeño, veía en mi casa como mataban un pollo que luego nos comíamos. Hoy, sería incapaz de asistir a un sacrificio así.

P.- Cambiando de tema, ¿cómo ha evolucionado la danza en España en estos últimos 30 años?
R.- Ha mejorado muchísimo, especialmente si miramos cómo se relaciona con la sociedad. Aunque , claro, me gustaría que tuviera más influencia social, que estuviera presente en el sistema educativo, en la enseñanza básica y universitaria.

P.- ¿No cree que las compañías de danza contemporánea deberían implicarse más en difundir lo que hacen?
R.- Ahora, por ejemplo, en Madrid, vamos a dedicar un día, en la Universidad Carlos III, a iniciar durante cuatro horas al público en lo que hacemos. Y le puedo asegurar que son muchas las compañías y teatros que trabajan en este sentido. Yo siempre he tenido claro que hemos de trabajar para el público. Mi primera responsabilidad ha sido siempre que lo que hacíamos fuera entendido por el público más cercano a nosotros. Yo comprendo que las compañías más jóvenes se inclinen por lenguajes más radicales y lancen propuestas más difíciles, pero hay que saber dónde está el púlbico. Por otro lado, no hay que olvidar que los 40 años de Franco no han pasado en balde y que poca gente ha tenido ocasión de ver bailar a Merce Cunningham, figura capital en la historia de la danza del siglo XX, y sí, por el contrario, ha conocido la obra de Picasso.

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