El Cultural

Un cine distinto

26 febrero, 2010 01:00
1. Hoy se estrena Un profeta y llega otra buena noticia de Francia, un colectivo de cineastas de alto nivel (Laurent Cantet, Bertrand Tavernier, Isabelle Adjani, etcétera) ha querido dar voz a esos inmigrantes sin papeles contra los que Sarkozy y buena parte de Europa tiene librada una cruzada en tiempos de crisis económica. Dice Jacques Audiard en la entrevista que publicamos hoy en El Cultural que está convencido de que muchos de esos "nuevos" franceses terminarán por ser elementos valiosos de la sociedad. El propio Sarko, hijo de inmigrantes, es el mejor ejemplo de ello. En España, nuestros comprometidos artistas y la mayoría de los críticos tienen una visión muy distinta. Para los primeros, la vida de los inmigrantes es una lucha terrible, un camino de sinsabores y fracasos en los que la nota dominante es la truculencia. Para los segundos, si una película sobre las clases más desfavorecidas incluye dosis de alegría y optimismo es pecaminosa. Espero fervientemente que surja, y pronto, una película en España que sepa reflejar el coraje, la valentía y sí, la felicidad incluso en las condiciones más adversas, de esos hombres y mujeres que han hecho de este país un poco menos gris y aburrido de lo que por sí sólo tiene tendencia a ser.

2. Me dijo una vez Enrique González Macho que el cine español, y cito de memoria: "Es el que es. Cuando un año salen cuatro películas que funcionan parece que todo sea maravilloso, y si no salen es una porquería". Es lo que está pasando ahora, de repente funcionan Celda 211, REC 2, El secreto de sus ojos y alguna más y los furibundos ataques se apaciguan, parece que el cine español no es tan malo. Si a eso le sumamos que la última gala de los Goya salió mejor que otras veces, la gloria. Bastará que 2010 vuelva a ser malo para que regrese la cantinela. De todos modos, hay un hecho incontestable: asistimos, cada vez más, a una mejora de la calidad técnica de las películas, su fractura es mejor y eso es de celebrar. Pero también a una alarmante falta de verdaderas buenas películas, de ambición artística. Existe el riesgo cierto de que nuestra cinematografía se instale en determinados clichés (la comedia bufa, el cine de terror y la reconstrucción histórica, básicamente) que parece que funcionan dejando de lado cualquier reto de mayor enjundia. Y eso es un problema de los directores, de los productores y, una vez más, del poder desmesurado de las televisiones, lideradas por señores que aman el dinero pero muy poco el cine. O sea, que vamos mejorando, pero falta mucho camino por recorrer. Ni antes estábamos tan mal, ni ahora tan bien. Aunque momentáneamente lo parezca.