Iga Swiatek, Paula Badosa y Simona Halep

Iga Swiatek, Paula Badosa y Simona Halep Diseño: David Vicente / Reuters

Tenis WIMBLEDON

Wimbledon, el código de vestimenta blanco y la menstruación: las tenistas juegan con "estrés mental"

Andre Agassi lo boicoteó de 1988 a 1990, pero ninguna mujer se atreve a plantar cara a la organización ni ha cuestionado públicamente esta cuestión.

27 junio, 2022 01:57

Es un debate interno que ninguna profesional quiere poner en el panorama público. Las tenistas han vivido casi durante toda la historia con una preocupación particular cada edición de Wimbledon: que la menstruación haga presencia durante un partido y que la sangre traspase a su indumentaria blanca. El código de vestimenta que obliga a los participantes en el Grand Slam a vestir de este color provoca un "estrés mental", tal y como denuncian algunas jugadoras ya retiradas.

El cuadro femenino no se atreve a plantar cara a esta tradición a pesar de que, internamente, son muchas las que lo critican. Sí que puso el debate sobre la mesa la tenista puertorriqueña Mónica Puig en el mes de mayo después de que Qinwen Zheng perdiera ante Iwa Swiatek, la tenista más en forma de la actualidad, después de que llegara la menstruación en mitad del partido de Roland Garros tras ganar el primer set: "Hay que hacerlo público porque causa un estrés mental".

Wimbledon se enorgullece de su código de vestimenta concebido en la década de 1800 para minimizar las manchas de sudor en la ropa de color. Andre Agassi los boicoteó de 1988 a 1990 porque quería jugar con ropa más llamativa, mientras que Roger Federer hizo un intento en vano de jugar con unas zapatillas naranjas en 2013. En el cuadro femenino, a Martina Navratilova no le dejaron jugar con unas rayas azules en su falda, pero no lo hizo con la intención de acabar con esta tradición que preocupa a las tenistas.

Serena Williams, durante un partido de Wimbledon 2018

Serena Williams, durante un partido de Wimbledon 2018 REUTERS

Lo más cerca de ese boicot de las mujeres que se ha producido en el abierto británico es cuando Tatiana Golovin apareció en 2007 con un culote rojo que olvidó quitarse. Desde entonces, los organizadores tomaron medidas drásticas contra la ropa interior de color. Rennae Stubbs, dos veces campeona del torneo de dobles femenino de Wimbledon, dice que "todas hemos hablado de eso en el vestuario". Pero ninguna profesional relevante lanza este debate en público.

Rebecca Marino, otra tenista que estará estas dos semanas en Wimbledon, también explica en The Times que "es el peor temor de todos" vivir con el pensamiento de "que te venga la regla en Wimbledon y no lo esperes". Existe una historia no escrita en el deporte femenino, de partidos, medallas, trofeos que se han perdido a causa del ciclo menstrual.

Los organizadores han redoblado sus esfuerzos en torno a la salud de las atletas femeninas: desde la disponibilidad de productos sanitarios en los vestuarios hasta un equipo médico dedicado al apoyo a las jugadoras mientras su período les afecta de forma grave. A la exnúmero 1 del mundo Heather Watson le sucedió: "Salí de la pista, me miré y dije: ¡Oh, Dios mío! Espero que no haya ninguna foto en la que se note". Una de las razones por las que no ha salido este debate fue porque la menstruación era un tema tabú. Ya no lo es.

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Las profesionales conviven con el período, sea con molestias o no. Además, han tenido que enfocar esta situación poniendo su salud en riesgo en algunos casos. La primera solución que dan los médicos para regular la menstruación en vez de dejarla al libre albedrío es la píldora anticonceptiva. Esta también es adoptada por las tenistas, consiguiendo adaptar su calendario menstrual para que no coincida con las fechas de Wimbledon y no arriesgarse a que se produzca la imagen que ninguna quiere ver.

Pero esa píldora tiene consecuencias sobre las deportistas. La atleta española Ana Lozano explicaba en el mes de mayo en EL ESPAÑOL que supone que el cuerpo viva otros "desequilibrios hormonales" que seguramente "afecten sobre el rendimiento". Para algunas es inevitable, aunque hace tiempo también se hacían masajes especiales que también los provocaban. 

Vergüenza

Otra de las razones que dan las tenistas para no abordar públicamente este asunto es que sea usado por otros profesionales como excusa que explique un mal rendimiento. Las pausas para ir al baño de los profesionales se han limitado de forma drástica en los últimos años. Pero se podría dar el caso de que una deportista necesite ir al baño para cambiarse el tampón o la compresa. Solo tienen tres minutos para hacerlo una vez en el encuentro, cinco si se cambia también de ropa. Si se pasa, es sancionada.

Se puede autorizar otro descanso para ir al baño, pero es probable que eso signifique hablar con un árbitro con un micrófono o una cámara cerca, algo que a la tenista le puede hacerse sentir incómoda. Adidas, por ejemplo, lidera esta pelea de la mujer contra su período durante la competición y para impedir que se traspase la sangre a la ropa existen tejidos especiales que lo impiden. 

Muguruza, durante el partido ante Jabeur.

Muguruza, durante el partido ante Jabeur. Peter Nicholls REUTERS

Para asuntos como el de la menstruación, Wimbledon tiene un equipo de relaciones con los jugadores que trabajan en estrecha colaboración con los atletas para discutir y abordar una variedad de problemas. "Queremos asegurarnos de priorizar la salud de las mujeres y brindarles a las jugadoras todo lo que necesiten según sus necesidades individuales. La salud y el bienestar de los jugadores que compiten en Wimbledon son de suma importancia para nosotros: queremos que todos se sientan cómodos y lo ponemos en el centro de todo lo que hacemos", explica un portavoz de la organización sobre este ente.

Por aquí puede pasar un cambio que sería histórico. Algunas tenistas se preguntan por qué Pat Cash podía jugar con su banda en la cabeza a cuadros o Bjorn Borg con el cuello azul de su camiseta, pero ellas no pueden llevar otro tipo de ropa interior debajo de sus faldas para impedir que se produzca la foto de la menstruación. Mientras tanto, tendrán que lidiar con este problema adaptando sus períodos. Habrá que ver si alguna profesional aborda este problema en público durante la edición de este año.