Félix Torralba, juez de silla

Félix Torralba, juez de silla Antonio Arenas Mutua Madrid Open

Tenis

“El éxito de un árbitro es pasar totalmente desapercibido”

El español Félix Torralba cuenta en esta entrevista cómo es la vida de un juez de silla al máximo nivel.

1 junio, 2016 01:46
París

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Hay que pedir un permiso especial para hablar con Félix Torralba (Sevilla, España; 1984) porque en el mundo del tenis los árbitros tienen prohibido conceder entrevistas, salvo algunas contadas excepciones. El andaluz, que denota inteligencia en cada palabra, pertenece a la élite de su trabajo desde hace mucho tiempo: solo hay 30 jueces de silla con la Chapa de Oro y él forma parte de ese prestigioso grupo.

Tras recibir la aprobación de los organismos que regulan el deporte de la raqueta, EL ESPAÑOL charla con Torralba sobre el camino recorrido hasta llegar a la cima, la importancia de la comunicación en su trabajo o lo que diferencia a un árbitro bueno de uno malo.

¿Por qué juez de silla?

Vivía en Canarias y jugaba al tenis, bastante regular por no decir mal. De repente, empezaron a traer torneos Futures [de la categoría más baja] allí. Como había crecido en el extranjero y hablaba idiomas, me llamaron para ver si podía echar una mano en competición. Bolas, entrenamientos, todo eso… Lo hice encantado. Estando allí, el juez árbitro vino a hablar conmigo y me dijo: ‘tienes 17 años y hablas idioma, lo que tienes que hacer es ponerte a arbitrar’. Me lo pintó genial: viajas, te diviertes, sales a cenar… Así que hice el curso nacional ese mismo año y al siguiente ya estaba sentado en la silla.

¿Cómo se llega a ser Chapa Oro? Es la mayor distinción posible en el mundo del arbitraje tenístico.

Son muchos pasos: blanca, bronce, plata y oro. Para las dos primeras hay cursos y las siguientes son decisiones de las tres grandes organizaciones, que son la ATP, la WTA y la ITF. Se hace un poco más a dedo y en función de los méritos que vayas acumulando. Al principio, es más complicado porque tiene que darse la casualidad de que haya un curso en Europa, ya que es muy difícil que acepten a un español en Australia.

Y luego, que España te proponga a ti y que la Federación Internacional decida darle una plaza a España. Es un poco de suerte y yo tuve mucha. Los idiomas me han ayudado bastante. Esa fue la clave para entrar rápido en esta rueda. Hice algunos desastres en pista, pero una vez que conseguí la chapa de bronce empecé a trabajar mano a mano con ATP.

¿Cuántos idiomas habla?

Hablo cuatro: inglés, francés, alemán y español. Crecí en Múnich de pequeño, así que fue más fácil el tema del alemán. El francés lo aprendí viajando, pero el alemán fue cuando era más joven. La verdad es que me ayuda mucho para arbitrar. Los idiomas son una herramienta. El arbitraje va variando y en este nivel profesional el 60% es comunicación. Poder comunicarte con un jugador y que te entienda es una ventaja. Aunque hay que saber comunicar a todos los niveles. Con los recogepelotas, supervisores, jugadores, público… Hay que canalizarlo de una manera para que todo fluya.

Defina el arbitraje, con los cambios que ha sufrido tras la aparición del Ojo de Halcón, por ejemplo.

El Ojo de Halcón ha hecho evolucionar al arbitraje para bien. Ha dado mucho al tenis. A los árbitros nos gusta, a los jugadores les encanta tenerlo y a los espectadores también. El Ojo de Halcón ha sido un plus enorme para el tenis, tener esa tecnología a nuestro servicio. A día de hoy, el arbitraje es un hobby y yo tengo la suerte de poder vivir de ese hobby. Llevo 13 años y sigo aprendiendo cada día. Cada jugador es distinto y la situaciones son diferentes. Hay tenistas que prefieren que estés encima y otros que no pasan por ahí, prefieren que les sanciones y comunicación la justa.

¿Cómo son los controles visuales que pasan? Los ojos son clave en su trabajo.

Pasamos un test anual. Vamos al oftalmólogo y rellenamos varios campos en una hoja. Hay campo de visión, agudeza visual y distancia. Son pruebas. Desde la típica de las letras que hacemos todos cuando vamos a medirnos la miopía hasta otras más complejas. Da igual si tienes la vista corregida, puedes arbitrar así siempre y cuando uses la corrección adecuada. Ellos quieren saber qué visión tienes, si está corregida y al día. Y que que uses las gafas o lentillas, por supuesto.

Félix Torralba

Félix Torralba Antonio Arenas

Usted viaja muchas semanas al año, tanto como los tenistas.

Es lo mejor del arbitraje, pero también lo peor. Cuando me encuentro con mis amigos siempre me dicen: ‘¡qué gozada! ¡Cómo vives! ¡Qué bien te lo pasas!’. Y es verdad, pero eso no quita que los tres días antes de irme de gira estoy intenso. Al final, no tienes continuidad en tu vida en casa. Tus amigos están en el circuito. Es lo que más me cuesta. Cada vez que quedo con mis amigos de siempre intentamos ponernos al día, pero como me vuelvo a ir nunca acabamos de conseguirlo. Estoy totalmente fuera de juego.

¿Aprovecha para descubrir las ciudades en las que está?

Va en función de cada persona. Yo me levantaba a las cinco de la mañana para irme a patear la ciudad y llegar luego a trabajar. Pero eso lo hacía al principio. Ahora, que voy por quinta vez a Pekín no voy a volver a ver la Ciudad Perdida. Esa ilusión de estar por primera vez en un sitio se va perdiendo. Disfrutas de otras cosas, como la gente que has conocido otros años. Eso es lo que más me gusta ahora mismo. Voy a Melbourne y veo a mis amigos de otras veces o a mi restaurante favorito. Vas creando un espacio con tus sitios y tus cosas.

¿Qué diferencia a un buen árbitro de uno malo?

Si pregunta a 10 jugadores, cada uno le dirá algo distinto. El que ve la bola y el que no la ve, el que comunica bien y el que no comunica bien, el que está muy encima y el que está más despegado… Lo fundamental en el arbitraje es la comunicación. Y sobre todo, saber que el éxito de un árbitro es pasar totalmente desapercibido. No todo el mundo vale. Tienes que disfrutar del reto. Es un poco como actuar y ser un actor secundario: tú sales, evidentemente estás nervioso y quieres que las cosas salgan bien. Con eso disfrutas, no hace falta ser el protagonista, ni mucho menos.

En comparación con el fútbol, ustedes no suelen tener tanta trascendencia en el desarrollo del juego.

Hay todo. Hay momentos en los que el jugador se enfada más y considera que el arbitraje ha afectado mucho al desenlace del partido. Al final, cada día estás expuesto a hacerlo bien y la gente lo puede valorar. Siempre habrá uno de los dos jugadores que pensará que te has equivocado, o que has estado poco acertado.

¿Le evalúan?

El sistema del arbitraje funciona con evaluaciones de árbitros con superior titulación. Sin embargo, la evaluación más crítica viene de los propios compañeros cuando hablamos de casos concretos. Hablas y preguntas qué habrían hecho ellos. No tiene nota, pero es una evaluación muy sana.

Es inevitable, pero los jueces de silla coinciden con los jugadores en los aviones, en los hoteles, en los restaurantes… ¿Cómo se controla esa distancia?

Nosotros limitamos la relación con los jugadores. Por norma y por lógica pura y dura. Pero claro, viajamos en los mismos aviones y vivimos en los mismos hoteles. Pasamos mucho tiempo juntos en los torneos. ¿Cuál es la diferencia? Que te ganas el respeto de ellos. ¿Cómo se consigue eso? Trabajando. La primera vez que arbitras a este nivel los jugadores dicen: ‘¿y este chaval tan joven quién es?’. Y van a probarte, evidentemente. En función de cómo respondas, te ganas o no su respeto. Eso es lo que hace que te acepten.

¿Dónde pasó más nervios?

Arbitré un partido entre James Blake y Mario Ancic que me dio la oportunidad de entrar a trabajar con la ATP. Era chapa de bronce y tenía 21 años. Blake, que estaba ocho del mundo, contra Ancic, que era una bestia sacando. Y yo en medio que estaba cagado, pero salió bien. Me abrió muchas puertas, aunque lo pasé muy mal.

Félix Torralba

Félix Torralba Antonio Arenas

¿Se disfruta ahí sentado del juego? La posición es envidiable.

Siempre disfrutamos cuando hay buen ambiente, pista llena y el nivel es bueno. Al final, cuando te lo pasas bien es porque estás disfrutando del tenis. Normalmente, ahí tu protagonismo baja mucho porque los jugadores están centrados en el encuentro y nada más.

Enric Molina, que fue otro de los grandes árbitros españoles, reconoció que tuvo que salir escoltado de una pista. ¿Usted?

No, pero he visto de todo y me han puesto la cabeza como un bombo. En Brasil, por ejemplo. Recuerdo tener al público muy encima todo el partido. Y yo pidiendo silencio todo el tiempo, pero era imposible. Jugaba un local contra un argentino, por lo que el morbo estaba asegurado allí. La gente estaba tan encima que me obligaba a intervenir continuamente. Nunca he tenido una situación de pasarlo mal, salvo conmigo mismo. Ahí te enfadas.

¿Pasarlo mal por equivocarse en una pelota?

No suele ser por una bola. A día de hoy, es raro que no corrija una bola. Me puede pasar, pero es extraño. Cuando tienes la sensación de que no has estado bien es por más cosas. No has sabido controlar a un jugador antes de que explote, por citar un ejemplo. Con eso aprendes mucho. Es raro que alguien pierda el partido por una bola.

¿Por qué eligió la WTA para arbitrar?

Estaba en un grupo de formación de las tres organizaciones. Y la WTA me abrió las puertas. Me gusta mucho el tenis femenino y también la gente con la que trabajo. Cuando estás tantas semanas fuera de casa, estar cómodo con la gente que tienes al lado es fundamental.

En el circuito femenino los entrenadores tienen la opción de bajar una vez por set a hablar con la jugadora. ¿Eso facilita su trabajo?

O lo complica, porque somos muy intolerantes con el coaching [dar instrucciones desde la grada] fuera de la pista. Se acepta que el entrenador participe del partido, pero regulado. Todo lo que sea fuera de eso no lo aceptamos y somos mucho más estrictos. El coaching sanciona la comunicación, no una palabra concreta. Yo nunca puedo sancionar a un entrenador que se dirige a su jugador para animarle, por ejemplo. Ahora, si el técnico le dice algo, el tenista contesta y se forma una conversación… Eso es comunicación y tenemos que cortarle.

¿Quién es la jugadora más complicada?

Dependerá del árbitro. Yo puedo tener más complicaciones con algunas personas por el carácter o porque desde el principio no han salido bien las cosas. Y con otras tengo más libertad para decir lo que pienso. No depende del jugador, no es que un jugador sea más complicado o menos. Depende de la experiencia que tengas con ese jugador, de cuánto hayas tratado con el tenista y de ambos caracteres.

¿Qué significa arbitrar a Serena Williams?

Es un placer. Son atletas espectaculares. Estar ahí y poder arbitrar sus partidos significa que has llegado a lo más alto. Ahí es donde quieres estar cuando empiezas. Yo y todos, pero el camino es bastante largo y requiere mucho sacrificio.

¿Hasta cuándo seguirá con este ritmo de trabajo?

Esto es como todo. Nunca pondría una fecha límite porque tengo la suerte de dedicarme a algo que me gusta, pero tengo mi carrera, ahora estoy haciendo un máster… vas buscando otras opciones para cuando lleguen las oportunidades estar listo y no tener que empezar desde el principio. Estabilizarte o tener familia es complicado con esta vida. Llega un momento en el que es necesario ponerle un punto y final.