La BBC ha pasado a mejor vida. Más allá del debate ficticio acerca del Madrid A o B, la revelación definitiva del final de temporada está siendo la inutilidad de un sistema que tantas sonrisas y lágrimas ha provocado entre los aficionados merengues. El fútbol moderno camina hacia otras tendencias muy lejos de los hábitos de las estrellas blancas y fuera de sus posibilidades actuales. Tras muchos kilómetros de cabalgadas por las bandas, Ronaldo se está reciclando a delantero centro goleador y Bale sigue sin resolver la fragilidad de una potencia que lo traiciona.

El físico, la colectividad, los laterales de largo recorrido y los jugadores completos están marcando la evolución del fútbol. Por eso el Barcelona y el Madrid sufren con su equipo de gala, en el que los tres de arriba se pasean más de lo debido. La MSN y la BBC maravillan tanto como desguarnecen. Victorias deslumbrantes y derrotas inapelables. Por fortuna para el Madrid, el paso de las temporada y el peso de las lesiones están ofreciendo una versión del equipo blanco más equilibrada, en la que los jugadores intercambian posiciones, presionan con generosidad y manejan la bola con rapidez y precisión.

Hijos de una misma escuela y dotados para el fútbol de relevos, diagonales y ocupación completa de las bandas, las nuevas generaciones madridistas se mueven armónicamente al compás de un ritmo elevado. No solo son jugadores de enorme talento sino que están dotados de una velocidad notable. Kovacic, Lucas Vázquez, Morata y Mario Asensio tienen el preciado don de la rapidez y James e Isco adornan el juego con imaginación inagotable y técnica exquisita.

No quiere decir que hay que arrinconar de buenas a primeras a todos los titulares, al llamado equipo A. Son muy buenos y se han ganado el derecho a que se respete su sitio en los grandes compromisos. Por ello, nos encontramos ante un hecho insólito en el mundo del fútbol. Nunca una plantilla fue capaz de ganar una liga poniendo en liza dos alineaciones tan diferentes. Es más, en los momentos más comprometidos de esta competición, el entrenador ha optado por el equipo más joven e inexperto.

Sin embargo, tampoco da la impresión de que Zidane esté arriesgando demasiado. Después del partido de Riazor, la semifinal frente al Aleti esclareció el debate. Ya no es un asunto de si es mejor el equipo A o el B. Se trata de algo mucho más trascendental: con qué sistema debe jugar el equipo. Y la realidad ha dictado sentencia. La BBC es una reliquia del pasado, un dibujo cuya puesta en escena siempre levantó sospechas por la multitud de oportunidades que cedía al rival.

El llamado equipo B está dando grandes alegrías estas semanas. Luchan, corren, se apoyan y juegan como los ángeles. Pero por encima de sus brillantes resultados, están demostrando al mundo- y al propio club- la irracionalidad de una alineación sobre la que siempre recayó el rumor que obedecía a asuntos extra deportivos. Están firmando una sentencia. La sentencia de muerte de un sistema perverso que nunca debió ser y que nunca debería volver.