Leo Messi, a la izquierda, Sheila Ebana y Lamine Yamal, de bebé, en Barcelona en 2007

Leo Messi, a la izquierda, Sheila Ebana y Lamine Yamal, de bebé, en Barcelona en 2007 Joan Monfort Unicef

Fútbol

Messi y Lamine Yamal, de una foto memorable a la distancia actual: una fría relación sobre la que nadie quiere responder

El astro argentino y la actual estrella del FC Barcelona no se siguen en redes, mientras los votos del 'The Best' suman otra capa polémica.

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En el imaginario colectivo del barcelonismo, hay una imagen que parece hecha para los documentales: un joven Lionel Messi, con veinte años y melena, sosteniendo en brazos a un bebé de apenas siete meses. Ese bebé era Lamine Yamal.

La fotografía, tomada en 2007 en el marco de una acción solidaria, se ha reutilizado hasta la saciedad como símbolo de un relevo generacional perfecto, casi predestinado.

Hoy, sin embargo, esa escena entrañable contrasta con una realidad mucho más fría: la relación entre quien fue la gran estrella azulgrana durante más de una década y quien está llamado a tomar el testigo es, en la práctica, inexistente.

El feeling entre ambos es escaso. No hay gestos públicos de complicidad, ni mensajes de apadrinamiento ni señales de una conexión especial entre el mito y el heredero. Al contrario: los indicios que se acumulan en los últimos meses dibujan una distancia llamativa, más evidente cuanto más crece la figura de Lamine dentro del club y del fútbol europeo.

La última gran prueba visible de esa distancia llegó con las votaciones del premio 'The Best' de la FIFA 2025. Como capitán de la selección argentina, Messi tenía en su mano reforzar la candidatura del joven azulgrana al galardón.

Sin embargo, decidió otorgar más puntos a Kylian Mbappé, actual estrella del Real Madrid, que a Lamine Yamal. El francés recibió tres puntos, mientras que el canterano culé se quedó en uno.

Que la leyenda del Barça priorizara al líder del eterno rival -del que fue compañero- por delante de la nueva joya de La Masia fue interpretado por algunos aficionados como un gesto que resume la frialdad de la relación actual.

No se siguen en redes

Pero la desconexión no es unidireccional. En la era de las redes sociales, donde un 'me gusta' vale más que mil palabras, el silencio digital entre ambos es atronador. A día de hoy, Messi y Lamine Yamal no se siguen mutuamente en Instagram, una anomalía considerando que Lamine sigue a multitud de referentes, como Luis Suárez, Neymar o Jordi Alba.

Especialmente significativo fue el episodio de la reciente visita de Messi a las obras del nuevo Camp Nou. El argentino publicó una emotiva foto en el estadio en reconstrucción, una imagen que se llenó de reacciones y comentarios de jugadores y jugadoras del Barça, tanto del primer equipo como de las categorías inferiores.

Lamine Yamal no apareció entre esos nombres. No compartió la publicación ni le dio like, a diferencia de buena parte del vestuario. En un contexto tan simbólico, esa ausencia no pasó desapercibida.

El momento del dorsal '10' añadió otra capa de complejidad. Cuando el club oficializó que Lamine heredaba el número más icónico de la historia reciente del Barça, el joven respondió con una publicación que buscaba encajar su nuevo rol en la tradición del fútbol argentino: compartió una imagen de Diego Armando Maradona con el mítico dorsal y no hizo referencia a la figura de Messi.

La ausencia de una reacción pública de Leo -ni respuesta, ni guiño, ni mensaje posterior- amplificó la sensación de distancia. Mientras otros grandes relevos en el club estuvieron marcados por gestos directos entre protagonistas, aquí el puente sigue sin construirse.

La publicación de Maradona que subió Lamine Yamal antes de coger el '10' del Barça

La publicación de Maradona que subió Lamine Yamal antes de coger el '10' del Barça

En paralelo, el entorno de Messi nunca vio con buenos ojos la insistente corriente mediática que se empeña en presentar a Lamine como 'el nuevo Messi'. La comparación permanente, alimentada por estadísticas de precocidad, goles y récords de juventud, generó incomodidad en el círculo cercano del argentino, que ha defendido en privado que cada jugador debe construir su propia identidad.

Esa postura ha encontrado eco en el propio Lamine, que en fechas recientes fue especialmente contundente al marcar distancias: "No quiero ser Messi y Messi sabe que yo no quiero ser él". La frase, breve pero directa, funciona como declaración de principios y como cortafuegos ante la narrativa de sucesión.

Sobre todo esto planea también el contexto institucional. Joan Laporta, cuya relación con Messi quedó erosionada tras la traumática salida del argentino en 2021, ha convertido a Lamine en el emblema de su proyecto deportivo y económico. El joven extremo es hoy la gran bandera del club, el rostro de la nueva era.

En ese tablero, cualquier gesto público entre ambos queda inevitablemente cargado de interpretaciones políticas: un mensaje, un silencio o un simple 'me gusta' dejan de ser un acto inocente para convertirse en munición en el debate permanente que rodea al Barça.

Lamine Yamal, de niño, junto a Leo Messi

Lamine Yamal, de niño, junto a Leo Messi

La suma de episodios -las votaciones del 'The Best', la ausencia de interacción en redes, el silencio en torno al dorsal '10', las palabras de Lamine y el rechazo a las comparaciones desde el entorno de Messi- construye una realidad incómoda: la relación entre el rey y el que todos señalan como su heredero es, a día de hoy, marcadamente fría.

No hay guerra abierta ni declaraciones cruzadas, pero tampoco existe esa complicidad que el barcelonismo soñó a partir de una foto tomada hace casi dos décadas.

Mientras tanto, desde el club y los entornos de ambos se evita profundizar en el asunto. Nadie quiere responder con claridad cuando se pregunta por la sintonía entre Messi y Lamine.

El resultado es un silencio espeso que alimenta la sensación de que ese vínculo imaginado por la afición solo existió, de momento, en una imagen congelada en el tiempo: la de un joven Leo sosteniendo a un bebé que hoy lleva el '10' del Barça, pero camina, al menos de puertas para fuera, por un camino paralelo al del mayor mito de la historia del club.