Guillermo Almada, el entrenador que está cerca de fichar por el Oviedo tras salir del Valladolid.

Guillermo Almada, el entrenador que está cerca de fichar por el Oviedo tras salir del Valladolid. EFE

Fútbol

El extravagante fichaje de Guillermo Almada por el Oviedo: el negocio por delante de las decisiones deportivas

El Grupo Pachuca, propietario del Oviedo, tiene relación con el mandamás del Valladolid, Gabriel Solares.

Más información: El insólito movimiento entre banquillos: Almada, de Valladolid a Oviedo

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El mercado de fichajes ha vivido esta semana un episodio inusual que sienta un precedente en la gestión deportiva. La incorporación de Guillermo Almada al Real Oviedo, procedente del Real Valladolid, trasciende la mera anécdota de un cambio de entrenador para convertirse en un caso de estudio sobre la propiedad de los clubes.

Lo ocurrido en las últimas horas no responde a los patrones clásicos de una destitución por crisis de resultados. Se trata de un movimiento estratégico diseñado desde la cúpula directiva, donde los intereses de los grupos inversores han prevalecido sobre la planificación de la temporada.

La llegada del técnico uruguayo al conjunto asturiano, que milita actualmente en Primera División, evidencia la fuerza de las alianzas entre conglomerados internacionales. En este caso, la decisión conecta dos categorías distintas pero bajo una misma lógica corporativa que supera lo puramente deportivo.

Este traspaso pone de manifiesto una nueva realidad en el fútbol profesional: la influencia de la multipropiedad y las alianzas estratégicas.

Los clubes, convertidos en sociedades anónimas integradas en carteras de inversión globales, operan cada vez más bajo criterios corporativos que priorizan la estabilidad del grupo empresarial sobre la autonomía individual de cada entidad.

Ingeniería financiera

Para entender el movimiento hay que analizar quiénes son los actores y sus contextos. Guillermo Almada abandona el Real Valladolid, un club que compite en Segunda División, para dar el salto a la máxima categoría con el Real Oviedo, un equipo que busca desesperadamente corregir su rumbo en la élite.

La clave de la operación no está solo en el salto de categoría, sino en la propiedad. El Real Oviedo pertenece al Grupo Pachuca, el gigante mexicano liderado por Jesús Martínez. Almada es un técnico de total confianza para este grupo, con el que ya obtuvo éxitos notables en la liga mexicana dirigiendo a los Tuzos de Pachuca.

Ante la delicada situación en Primera, donde el Oviedo ya ha consumido a dos entrenadores en lo que va de temporada luchando por la permanencia, la propiedad ha decidido recurrir a su activo más fiable. Sin embargo, este activo se encontraba bajo contrato en Valladolid, liderando un proyecto de ascenso.

Gabriel Solares, propietario del Valladolid.

Gabriel Solares, propietario del Valladolid. EFE

Aquí es donde entra en juego la relación entre las directivas. Aunque el Real Valladolid es propiedad de Ignite Sports, encabezado por Gabriel Solares, y no del Grupo Pachuca, la sintonía entre ambas entidades es total. Funcionan como socios estratégicos, compartiendo visión de mercado y recursos cuando es necesario.

Esta cercanía empresarial ha permitido desbloquear la salida de Almada sin las fricciones habituales. Lo que podría haber sido una negociación compleja para "robar" un entrenador con contrato, se ha gestionado con una fluidez que sugiere un acuerdo entre aliados.

El Valladolid pierde a su líder en Segunda para que el Oviedo intente salvarse en Primera.

Desde el punto de vista de la gestión del Grupo Pachuca, la maniobra es impecable: colocan a su hombre de confianza en el escaparate de La Liga. Sin embargo, desde la perspectiva vallisoletana, la operación genera dudas sobre la protección de su propio objetivo: el retorno a la máxima categoría.

Un tablero de ajedrez

El aterrizaje de Almada en Oviedo subraya cómo las decisiones en el fútbol moderno se toman cada vez más lejos de las ciudades donde juegan los equipos. La planificación deportiva local, diseñada en verano, ha quedado supeditada a una urgencia surgida en la élite meses después.

Para el Real Valladolid, la salida de su entrenador a mitad de curso supone un contratiempo logístico evidente. El club debe ahora reiniciar su proyecto técnico en pleno diciembre, con la exigencia del ascenso intacta. La facilidad con la que se ha resuelto el contrato sugiere que la prioridad era facilitar la solución al "hermano mayor" que compite en Primera.

En el caso del Real Oviedo, la apuesta es fuerte. Almada se convierte en el tercer inquilino del banquillo en cinco meses, un dato que denota la inestabilidad propia de la lucha por la salvación. La propiedad confía en que el conocimiento previo que tienen del técnico sirva para acelerar su adaptación y lograr la permanencia.

Este tipo de movimientos es habitual en estructuras de multipropiedad pura, como el City Football Group, donde los trasvases son constantes. La novedad radica en que se produzca entre clubes que, sobre el papel, tienen dueños distintos, aunque operen con una sincronía casi perfecta.

La reacción del entorno de ambos clubes ha sido de desconcierto. El aficionado del Valladolid ve cómo su proyecto se descabeza para reforzar a un equipo de Primera, mientras que el del Oviedo asiste a una gestión de "urgencias" que depende de favores empresariales externos.

Queda por ver si la apuesta de Guillermo Almada surte el efecto deseado en el Carlos Tartiere y logra la salvación. Si el Oviedo mantiene la categoría, la gestión será validada por los resultados. Pero el precedente ya está sentado: las jerarquías empresariales y las necesidades de la Primera División se imponen a cualquier contrato firmado en Segunda.