La reapertura del Camp Nou tras 894 días muestra algunos defectos

La reapertura del Camp Nou tras 894 días muestra algunos defectos

Fútbol

La reapertura del Camp Nou tras 894 días muestra algunos defectos y desata las quejas: "Es una chapuza"

El Barça y casi 23.000 aficionados regresaron este viernes al estadio para un entrenamiento de puertas abiertas que atrajo todas las miradas.

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Tras casi mil días de cierre por remodelación, el Barcelona volvió al Spotify Camp Nou este viernes 7 de noviembre con un entrenamiento a puertas abiertas que fue destinado a convertirse en un hito emocional.

Sin embargo, la jornada terminó visibilizando los múltiples defectos que aún aqueja el nuevo estadio, generando críticas en redes sociales donde los aficionados tacharon la instalación de "chapuza".

Alrededor de 23.000 aficionados accedieron al recinto para presenciar la sesión de trabajo del equipo de Hansi Flick. En la práctica, el evento fungió como prueba operativa para comprobar que los sistemas de seguridad, accesos y logística funcionaban correctamente de cara a la futura celebración de partidos oficiales.

En líneas generales, la gestión del flujo de público transcurrió sin incidentes relevantes, permitiendo que miles de culés disfrutaran de su primer día en la instalación remodelada tras meses de expectación.

No obstante, el aspecto emocional de la jornada quedó ensombrecido por un incidente que se propagó rápidamente a través de las redes sociales.

Varios asientos VIP resultaron destruidos cuando, presuntamente, varios aficionados se colocaron de pie encima de ellos para obtener una perspectiva más favorable de los eventos.

Las imágenes publicadas en X y otras plataformas fueron especialmente reveladoras de la fragilidad estructural del mobiliario premium, generando un alud de críticas sobre la calidad constructiva del recinto.

Las imágenes que circulan en redes sociales tras la reapertura del Camp Nou

Las imágenes que circulan en redes sociales tras la reapertura del Camp Nou

Lo que resultó particularmente problemático fue la respuesta que suscitó el episodio en la comunidad de aficionados. En lugar de tratarse como un caso aislado de mala conducta, las cuentas de fans mayoritarias interpretaron el daño como síntoma de un problema más profundo.

Múltiples usuarios en redes catalogaron la instalación como "una chapuza" y utilizaron el término para describir el estado general del proyecto. El incidente, lejos de ser una anécdota menor, se convirtió en la prueba emblemática de una gestión deficiente y una construcción apresurada.

Este malestar colectivo tiene justificación histórica. El proyecto de remodelación ha estado marcado por una larga serie de tropiezos que van más allá de los meros asientos rotos.

Apenas tres meses atrás, en septiembre, inspectores municipales identificaron más de doscientos defectos técnicos en las zonas de Tribuna y Gol Sur, incluyendo barandillas defectuosas, señalización de emergencia inadecuada y recorridos de evacuación problemáticos.

Aunque el club asegura que la mayoría fueron subsanados antes de este viernes, la persistencia de tales problemas durante las fases finales de obra generó desconfianza legítima entre la afición.

La controversia en torno a los asientos rotos adquiere relevancia adicional cuando se considera que estos espacios representan un elemento estratégico fundamental para la salud financiera del Barcelona. El club ha invertido considerable esfuerzo en comercializar 475 asientos VIP de primera categoría como fuente de ingresos para mejorar su límite salarial.

El hecho de que estos asientos demostrasen ser frágiles ante el peso de aficionados en pie constituyó una mala proyección sobre la durabilidad de una infraestructura en la que el club ha concentrado buena parte de sus esperanzas económicas.

El regreso para los partidos

Más allá del incidente puntual, la jornada del 7 de noviembre evidenció el carácter todavía incompleto de la instalación. El estadio opera únicamente con un tercio de su capacidad original, sometido a una estrategia de reapertura gradual impuesta por las restricciones del Ayuntamiento de Barcelona.

Se espera que el primer partido oficial se dispute a finales de noviembre, posiblemente contra el Athletic o el Alavés, pero la viabilidad de mantener el calendario dependerá de que no emerjan nuevas complicaciones.

El episodio de los asientos rotos evidencia que, más allá de la nostalgia y la emoción del retorno, el Barcelona aún enfrenta desafíos operativos y estructurales significativos antes de poder reclamar que posee la instalación deportiva de calidad mundial que su presidente promete.

Los aficionados, que aguardaron casi mil días en tierras prestadas, observan con comprensible escepticismo cómo se resuelven estos déficits.