Gerard Martín y Pau Cubarsí, tras el empate frente al Brujas.

Gerard Martín y Pau Cubarsí, tras el empate frente al Brujas. REUTERS

Fútbol

Los datos que definen el colapso del Barça y exculpan al fuera de juego: presión ineficiente, mal en los duelos y sin coordinación

El conjunto azulgrana fuerza más fueras de juego que el año pasado, pero está sufriendo fruto del mal trabajo sin balón de las líneas adelantadas.

Más información: Lamine Yamal no es suficiente y el Barça tropieza ante el Brujas tras volver a mostrar mucha vulnerabilidad defensiva

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No son tiempos de calma y alegría en el Barça. Más bien de dudas. Incógnitas con la propuesta de Flick, con la fragilidad defensiva, los problemas con las lesiones... Muchos asteriscos por resolver mientras las comparaciones con el año pasado son cada vez mayores y con el Real Madrid creciendo a los mandos de Xabi Alonso.

El conjunto azulgrana encadena nueve partidos consecutivos encajando goles. Algo que no sucedía desde marzo de 2013, cuando sufrió una racha de 13 encuentros sin portería a cero. Este dato preocupante obliga a mirar más allá de la narrativa fácil que culpa a la línea defensiva adelantada.

La última vez que el Barça dejó su portería a cero fue el 21 de septiembre ante el Getafe. Desde entonces, han encajado 14 goles en apenas nueve partidos, con el 3-3 ante el Brujas siendo el ejemplo más doloroso.

Hansi Flick lo reconoció tras el desastre belga: "En medio campo no tenemos presión sobre el balón y no ganamos duelos". El técnico alemán señaló directamente el verdadero problema, alejándolo de la defensa.

​La estadística que desmonta el mito

Hasta ahora, el gran objeto de la crítica está llegando sobre la línea adelantada de la defensa para forzar el fuera de juego. Fue la receta mágica de Flick el año pasado, pero este curso no está teniendo el mismo éxito. Sin embargo, esto no es la causa, sino la consecuencia de otros errores en cadena.

En la temporada 25-26, el Barcelona está provocando 4.91 fueras de juego por partido, incluso más que los 4.75 de la campaña pasada. Es líder absoluto en Europa, con 54 provocados en La Liga, casi el doble que el segundo clasificado.​

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Si la línea defensiva adelantada fuera realmente el problema, estos números deberían ser catastróficos. Pero no lo son. El Barça sigue cazando más offsides que nadie en las cinco grandes ligas europeas.

Sin embargo, los rivales necesitan solo dos o tres pases para llegar al área del Barça una vez superan esa primera línea de presión. Ahí está la verdadera vulnerabilidad que los números defensivos esconden.

​Duelos perdidos y descoordinación

Marc Casadó, que la temporada pasada era un arma letal en las presiones, ahora sufre físicamente en escenarios sin control del balón. Su falta de velocidad le impide ganar duelos cuando el rival progresa con ventaja.​​

Las estadísticas lo confirman: El canterano gana el 56.9% de los duelos terrestres, cifra que ha descendido respecto a su mejor momento. El medio campo barcelonista pierde constantemente enfrentamientos individuales que permiten progresiones fáciles del rival.​

Fermín López suele saltar a la desesperada, generando espacios a su espalda en vez de presionar de manera coordinada con sus compañeros. Frenkie de Jong aparece constantemente superado, gestionando espacios imposibles sin apoyo cercano.​

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El problema no es individual sino sistémico. Cuando Fermín presiona por fuera, Lamine Yamal está por dentro, generando descoordinación y espacios libres en el centro. Los tres delanteros quedan por detrás de la línea del balón tras pérdidas, imposibilitando una presión efectiva.​

En el partido ante el Brujas, el equipo belga necesitaba solo tres toques para generar ocasiones clarísimas. Con apenas 192 pases buenos, el Brujas generó 2.23 goles esperados, la peor cifra defensiva de toda la jornada de Champions.​

El análisis táctico revela que Barcelona pierde el balón mucho peor situado en el campo que la temporada pasada. El equipo tiene 202 pérdidas en el último tercio en La Liga, la quinta cifra más alta del campeonato.

Los centrales, expuestos

Cuando la presión falla, los centrales deben defender a la altura del medio campo, en espacios abiertos y sin apoyo. En ocasiones, Ronald Araujo no ataca al poseedor del balón, temporiza y da espacio al rival para pensar.​

El análisis del partido contra el Brujas muestra a Araujo quedándose tres metros por detrás del atacante rival en situaciones clave. Ese central reactivo, en vez de proactivo, favorece que el rival ataque grandes espacios con ventaja.​

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Balde y Koundé están constantemente en situaciones de uno contra uno tras transiciones rápidas. Es imposible que estos jugadores puedan defender bien cuando están todo el rato bajo ese estrés insostenible.​

De hecho, el propio Eric García habló tras el partido de Champions de los problemas: "Con dos pases ya están en nuestra área. No creo que sea solo culpa de los defensas. Perdemos el balón en zonas complicadas". El central reconoce que el problema está antes.​

Los rivales aprenden

Poco a poco, los rivales están comenzando a cogerle la medida al Barça. Dejan jugadores liberados en posición adelantada inicial para que salgan con ventaja hacia zona de remate cuando llega el pase definitivo.​

El Brujas, el PSG y otros equipos han entendido que no deben atacar directamente la línea defensiva. La clave está en superar la zona donde el Barça es débil: el transporte del balón y el medio campo.​

Los rivales juegan balones largos a las bandas tras ganar duelos en medio campo. Con esa simple estrategia, obligan a los laterales del Barça a gestionar situaciones de dos contra dos o uno contra uno constantemente.​

El fútbol arriesgado de Flick funciona cuando todo está al cien por cien, pero es frágil cuando hay rotaciones o lesiones que rompen la sincronización. El sistema depende de una presión coordinada y duelos ganados que el Barça ya no mantiene consistentemente.​

Las cifras ofensivas son espectaculares: 2.50 de goles esperados por partido, muy superiores a los 1.80 de la temporada pasada. Pero la regresión defensiva es evidente, con el Barça entre los peores equipos en goles esperados en contra por disparo.​

Los 54 fueras de juego provocados demuestran que la línea defensiva funciona cuando el bloque llega organizado a defender. El Barça sigue siendo líder en esta estadística, pero ha empeorado en lo fundamental: presión, duelos y coordinación.​

Flick tiene razón al reconocer que el problema está en medio campo, no en defensa. El Barcelona necesita recuperar intensidad en la primera presión, ganar más duelos individuales y coordinar mejor las líneas para que los rivales no lleguen con ventaja y tiempo al área. De lo contrario, seguirá sangrando en transiciones pese a dominar el fuera de juego.