El 26 de marzo de 1996 se reunían en los estudios EGREM Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Eliades Ochoa y Rubén González, entre otros, para dejar testimonio de la herencia musical cubana. Un disco que se convertiría en todo un hito de la música de la isla, atesorando todo el sabor del son cubano y legándolo a las siguientes generaciones. 

La influencia de Ry Cooder en las grabaciones, la inclusión de percusiones alternativas por parte de su hijo, Joachim Cooder, y el extensísimo repertorio de los músicos que participaron en el álbum, dio lugar a un disco que ponía sobre la palestra un tapiz de canciones e influencias que habría de relanzar las carreras de todos sus participantes. 

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    BVSC frente al Carnegie Hall de Nueva York.

    El grupo al completo se prepara para actuar en el Carnegie Hall de Nueva York el 1 de julio de 1998. El gobierno de Castro "facilitó" la salida de los músicos, en palabras de Nick Gold, productor del disco. Una estrategia que el castrismo aprovechó para mejorar la imagen del país con vistas al turismo. 

    Ebet Roberts SONY BMG
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    Compay, Benito, Salvador, Julio e Ibrahim.

    Nick Gold: "No había problemas entre ellos, tenían personalidades muy distintas, pero funcionaban muy bien juntos. Compay era el líder, con solo decir 'incorrecto', todos los demás músicos callaban para escucharle".

    Susan Titelman SONY BMG
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    Compay Segundo.

    Compay construyó su propio instrumento, el armónico. Entre un laúd y una guitarra, la cuerda del centro tenía una tensión mayor, obteniendo una sonoridad muy distinta a la de la guitarra. El armónico era su orgullo personal y lo cuidaba con mucho celo durante las sesiones del disco. 

    Susan Titelman SONY BMG
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    Compay Segundo y Rubén González.

    A pesar de que Rubén González se había retirado años antes —en parte por una enfermedad degenerativa que acabaría con su vida en 2003—, los ensayos con Cachaito, el bajista de la formación, le devolvieron la agilidad y la ilusión durante la grabación. 

    Susan Titelman SONY BMG
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    Compay junto con Ry Cooder.

    Cooder pasó años obsesionado con la música cubana. Ávido coleccionista de discos, descubrió el son cubano una forma de expresión que casó perfectamente con su estilo. Las guitarras de slide que incluyó en la grabación, aunque anacrónicas en términos musicales, fueron parte del proceso que el productor llevó a cabo para obtener el sonido tan característico que envuelve al disco. 

    Nick Gold SONY BMG
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    Eliades Ochoa e Ibrahim Ferrer junto con Nick Gold y Jerry Boys.

    Nick Gold: "Después de cada toma, Ry hacía a los músicos entrar a la sala de control para escuchar las canciones, casi no cabíamos pero le encantaba escuchar sus reacciones". 

    Christien Jaspars SONY BMG
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    Ibrahim Ferrer junto al piano de Rubén.

    Nick Gold apuntaba que conocer a Ibrahim fue "todo un descubrimiento". Cooder y él descubrieron a los pocos días de empezar las sesiones que el cantante residía muy cerca del estudio. Nada más llegar a EGREM le pidió a Ibrahim que tocase el bolero Dos gardenias, una de las canciones más populares de su repertorio y que quedó registrada en el disco. 

    David Bither SONY BMG
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    Ibrahim Ferrer, Eliades Ochoa, Compay Segundo y Puntillita.

    La química entre los músicos fue excepcional durante toda la grabación. Muchas de las canciones surtieron sin dificultad en la primera toma. 

    Susan Titelman SONY BMG
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    Joachim Cooder grabando percusiones.

    El hijo de Cooder, Joachim, aprovechó distintos instrumentos percusivos —no solo los tradicionalmente cubanos— para generar un marco de referencia más cercano con el público general. 

    Susan Titelman SONY BMG
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    Juan de Marcos González.

    El líder de la banda Sierra Maestra ayudó en los preparativos del álbum, desde la selección de los músicos hasta la logística que requirió la producción dentro de la isla. Unos años antes de grabar BVSC, de Marcos participó en otra producción de World Circuit, también en Cuba, junto con su big band

    Donata Wenders SONY BMG
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    Juan de Marcos Gonzalez, Barbarito Torres y Eliades Ochoa.

    Barbarito (en el centro con el laúd) dejó un impresionante solo de laúd durante la grabación de Candela. Compay, sorprendido durante la toma espetó: "Se volvió loco Barbarito, ¡hay que ingresarlo!". 

    Susan Titelman SONY BMG
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    Los músicos en la sala de grabación de EGREM.

    Los ingenieros cubanos se sorprendieron con la decisión de Cooder de utilizar micros de ambiente, acostumbrados a grabar microfonando muy de cerca los instrumentos. Además, durante todas las sesiones se encargaron de registrar las idas y venidas de los músicos, recogiendo improvisaciones, conversaciones y ensayos que ahora salen por primera vez a la luz. 

    Susan Titelman SONY BMG
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    Omara Portuondo.

    La casualidad quiso que Omara y su banda grabasen en una de las salas de los míticos EGREM al mismo tiempo que lo hacía BVSC. Cuando se lanzó a interpretar Veinte años, Cooder y Gold se apresuraron en grabar la primera y única toma que pasó a formar parte del disco más tarde. 

    Karl Haimel SONY BMG
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    Rubén González al piano.

    González no se separó del piano en toda la grabación, improvisando y tocando sin cesar desde que el estudio abría a primera hora de la mañana hasta que cerraba. Llevaba años sin tocar antes de que Cooder le reclamase junto al resto de músicos de Buena Vista Social Club. 

    Christien Jaspars SONY BMG