Córdoba

En 1934, el arqueólogo Félix Hernández dirigió una serie de excavaciones en el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral de Córdoba. Los trabajos sacaron a la luz una miscelánea de restos tardorromanos, visigodos e islámicos pertenecientes a estructuras anteriores al gran edificio religioso que ordenó levantar Abderramán I, primer emir independiente de al-Ándalus, en el año 785-786. Pero el estallido de la Guerra Civil obligó a paralizar las investigaciones y cubrir el yacimiento. Toda la información recabada por el también arquitecto —fotografías, planos, dibujos— quedó inédita, sin publicar, hasta su recuperación en fechas recientes en los archivos del Museo Arqueológico de la localidad andaluza.

El icónico patio, escenario del ritual musulmán de las abluciones y reconvertido a finales del siglo XVI en jardín de naranjos, cipreses y palmeras, distribuidos en hileras como una prolongación de los arcos de herradura del interior de la mezquita, vuelve a mostrar sus entrañas en la esquina occidental. Allí, ante la curiosidad de algún turista extranjero que asoma la cabeza, Alberto León Muñoz y José Antonio Garriguet Mata, doctores y profesores del Área de Arqueología de la Universidad de Córdoba; y Raimundo Ortiz, arqueólogo de la oficina técnica del Cabildo Catedral, tratan de recomponer un puzle que permita descifrar la evolución urbanística y las funciones del sitio antes de convertirse en epicentro del poder emiral. Una historia que, a tenor de los primeros resultados, puede ser muy diferente a lo que se pensaba.

Las prospecciones realizadas desde principios del año pasado —derivadas de un proyecto que arrancó en 2016 centrado en digitalizar los fondos del archivo de Félix Hernández— han arrojado interesantes descubrimientos, como parte de un edificio monumental del siglo V, con restos de mosaicos y pinturas, que en el VI fue reformado con muros que definen una serie de naves y un ábside. Eso es precisamente lo que están investigando los arqueólogos ahora mismo. Consideran que el espacio semicircular podría formar parte de un lugar de representación del obispo, una suerte de palacio o sala de audiencias.

Imagen aérea de una de las zonas del Patio de los Naranjos donde se está excavando. Cabildo Catedral de Córdoba

"La hipótesis que manejamos es que esto es parte de un complejo episcopal de grandes dimensiones", asegura a este periódico Alberto León, mientras muestra en su iPad el rompecabezas de muros, con cada fase de ocupación ligada a un color diferente, identificado en el yacimiento, de unos 30x20 metros. Porque el verdadero objetivo del proyecto, titulado De Iulius Caesar a los Reyes Católicos: Análisis Arqueológico de 1500 años de historia en la Mezquita-Catedral de Córdoba y su entorno urbano y que cuenta con la estrecha colaboración del Cabildo Catedral de Córdoba y las ayudas del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, consiste en estudiar la evolución de la arquitectura de las zonas nucleares de la ciudad andaluza desde comienzos de nuestra era hasta la Edad Moderna. 

Las estructuras más antiguas documentadas en el Patio de los Naranjos corresponden a lo que parece una edificación residencial romana de los siglos III-IV. A partir de ese momento, el centro neurálgico de Corduba se trasladó desde la zona del foro hasta la orilla del Guadalquivir. "La minería fue entrando en crisis y la riqueza de la ciudad pasa a tener que ver con el comercio portuario de productos agropecuarios y de lujo. Por lo tanto, le interesa volcarse hacia el sur", detalla José Antonio Garriguet.

El proyecto de investigación es fruto de la colaboración entre el Cabildo y la Universidad de Córdoba. Cabildo Catedral de Córdoba

También fue entonces cuando empezó a implantarse el cristianismo: los obispos, como Osio, consejero del emperador Constantino I el Grande, se erigieron en los nuevos gobernantes locales. "Estamos viendo que Córdoba era una ciudad con mucha pujanza en época tardorromana, que se mantiene autónoma frente a bizantinos y visigodos", añade Alberto León. El rex gothorum Leovigildo no lograría hacerse con el control de la plaza hasta el año 584 y tras varias campañas fallidas de sus predecesores.

Conquista islámica

El principal inconveniente al que se enfrentan los investigadores es la pérdida de la estratigrafía original: lo que están excavando es el relleno de tierra con el que Félix Hernández cubrió el sitio en los años treinta. El contexto arqueológico se ha esfumado. A pesar de ello, León y Garriguet, codirectores del proyecto, aseguran que están recabando una información "mucho más rica" de lo imaginado, como la relación entre las distintas estructuras identificadas.

Varias fuentes medievales hablan de la existencia de una iglesia grande sobre la que se construyó la mezquita a mediados del siglo VIII. La versión dominante y oficial hasta ahora es que ese edificio religioso se corresponde con la basílica visigoda de San Vicente, señalada bajo las naves de Abderramán I y relacionada con unos mosaicos con diversos motivos decorativos, como una crátera con flores junto a una paloma y una corona de espinas, que se muestran a través de un cristal.

El Patio de los Naranjos, en plena excavación. Efe

Sin embargo, los arqueólogos de la Universidad de Córdoba apuntan a un escenario más complejo: ese templo no fue algo aislado, sino probablemente parte del complejo episcopal —creen que se pondría extender hasta la puerta del puente romano; es decir, bastante más allá de la actual fachada sur de Mezquita-Catedral— que habría contado con una basílica, un baptisterio, el palacio del obispo, almacenes y otras dependencias para diversos usos, como se ha documentado en otras ciudades en época tardoantigua como Barcelona, Tarrasa o Valencia.

Córdoba cayó en manos musulmanas en el mismo 711, conquistada por uno de los lugartenientes del general bereber Tariq ibn Ziyad. Alberto León señala que existe "muy poca información de los primeros sesenta años de ocupación islámica". Se sabe que los conquistadores llegaron a un acuerdo con los cristianos, llamados dimmíes a partir de entonces, y les permitieron mantener su principal iglesia. Pero esa situación se transformó durante el gobierno del emir Abderramán I: unas tres décadas de después de conquistar la ciudad, compró dicho espacio, ordenó la construcción de la mezquita y autorizó a la población local a reformar otros centros de culto en barrios periféricos.

"No estamos investigando solo la arquitectura de un edificio, sino la evolución de la ciudad; y estamos completando etapas que no conocíamos", detallan los arqueólogos, que dirigen un equipo internacional y multidisciplinar de una treintena de especialistas. Las excavaciones en el Patio de los Naranjos han desvelado que esa zona fue ocupada en época islámica desde antes de la erección del templo musulmán. "Hay un momento en el que arrasan el complejo tardoantiguo, y pensamos que lo hacen porque tenía un peso ideológico, lo están condenando. Ocupar los espacios del poder religioso y civil es una forma de legitimar el dominio", desgrana León.

Detalle del mosaico hallado en el Patio de los Naranjos. Cabildo Catedral de Córdoba

Otra sorpresa que se ha encontrado en el patio es un basurero al que se arrojaron huesos, algunos de ellos con cortes rituales, de animales como cordero, ovejas o vacas. Los análisis arqueozoológicos no han identificado restos de cerdo, por lo que los investigadores consideran que ese espacio, también previo a la existencia de la mezquita pudo estar relacionado con la celebración del sacrificio del cordero, una de las mayores festividades musulmanas. Todas las estructuras —se ha documentado, además, la planta del alminar de Hisham I, fechado en torno a la última década del siglo VIII— están siendo estudiadas y cubiertas de nuevo.

Cruces picadas

A las dos de la tarde la megafonía anuncia a los visitantes que deben abandonar el interior de la Mezquita-Catedral de Córdoba. No hay demasiada afluencia este primer viernes de julio, aunque las visitas empiezan a recuperarse paulatinamente. Antes de la pandemia, alrededor de dos millones de personas entraban cada año al edificio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984.

Bajo las arquerías de las naves fundacionales de Abderramán I —la mezquita fue reformada y ampliada por Abderramán II, Abderramán III, Alhakén II y Almanzor—, Alberto León y José Antonio Garriguet desvelan que el arqueólogo Félix Hernández ya excavó ese suelo en los años treinta, identificando restos de mosaicos de dimensiones considerables. ¿Sería viable una prospección parecida hoy en día? "Primero queremos confirmar las hipótesis que tenemos abiertas y luego ya veremos qué nuevos interrogantes se nos plantean", aseguran.

Interior de la Mezquita-Catedral de Córdoba en la zona de la ampliación de Almanzor. D. B.

También precisan que su proyecto de investigación pretender estudiar el templo "con otros ojos" y poner el foco sobre los materiales del complejo episcopal que se reutilizaron para la construcción de la mezquita. Algunos cimacios —los elementos que van sobre los capiteles de las columnas—, por ejemplo, presentan cruces picadas, símbolo de que la materia prima no entiende de religiones. Las sepulturas de época bajomedieval cristiana también fueron cerradas con lápidas de piedra que habían desempeñado otras funciones en el pasado. Los expertos están obteniendo valiosa información simplemente con darles la vuelta y leer su otra cara.

Cuando se apagan las luces eléctricas, la Mezquita-Catedral de Córdoba se convierte en un sitio todavía más especial, único. La claridad en las ocho naves de la ampliación del caudillo andalusí Almanzor es sorprendente, y empuja a imaginarse a los fieles islámicos, arrodillados, dirigiendo sus rezos hacia mihrab del extraordinario edificio.

Antes de despedir la entrevista aparece Jesús Daniel Alonso Porras, canónigo del Cabildo y doctor en Arqueología. Es la persona que se conoce todos los secretos del monumento. Con el flash de su teléfono ilumina una de las columnas de la intervención de Almanzor, y de repente se revela una delicada virgen tallada con trazo fino y cuidadoso. ¿El responsable? Un viajero alemán del siglo XV que quiso plasmar la huella de su devoción. Tras la anécdota, Jesús Daniel cierra con una reflexión que resume la esencia del proyecto: "La Mezquita-Catedral de Córdoba es uno de los edificios más importantes del mundo y no sabemos qué hay debajo". La arqueología y la historia, la ciencia, ya están en ello.

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