Los artistas Somos Nosotros en el estudio.

Los artistas Somos Nosotros en el estudio. Carmen Suárez.

Arte Cultura y precariedad

Por amor al arte: los artistas quieren un contrato laboral

Colectivos artísticos en plena supervivencia: ni siquiera sueñan con un trabajo fijo, sólo con condiciones de autónomo.

3 octubre, 2016 00:58

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¿La carrera de Bellas Artes es una salida con futuro? ¿Cómo podría sobrevivir un artista hoy en día? ¿Cómo llega a fin de mes? Estas preguntas, si bien siempre han sido controvertidas –y con la crisis actual hasta utópicas-, cada día cobran más fuerza. Frente a los nombres oficiales y las grandes instituciones hay una dimensión paralela formada por creadores de todos los ámbitos que luchan por hacer de su profesión una actividad remunerada y con condiciones laborales reguladas. Que hacen de la producción artística un espacio de resistencia.

El colectivo artístico Somos Nosotros, establecido en Madrid y formado por Begonya García y Alfonso Fernández, nació precisamente de esa incertidumbre. Ambos accedieron a la carrera de Bellas Artes desde estudios de técnico de grado superior. “Pensábamos que al hacer una licenciatura conseguiríamos un trabajo mejor”. Pero, como para muchos jóvenes de la misma generación, la crisis en 2008 marcó un antes y un después.

Los precarios somos la nueva clase social. Aparentemente vestimos bien, no se nos ve sufrir demasiado y parece que más o menos vamos tirando. La realidad es otra

“Somos una generación educada con unas expectativas muy altas; nuestros padres, todos nosotros, creímos que por haber accedido a estudios superiores íbamos a salir de la carrera con trabajo y con una nómina de 3.000€. Pero eso no es así. Los precarios somos la nueva clase social. Aparentemente vestimos bien, no se nos ve sufrir demasiado y parece que más o menos vamos tirando. La realidad es otra". Los dos coinciden en que si hubiesen tenido que decidir qué carrera estudiar en 2010, habrían tomado otra decisión.

Crisis en el amor y el arte

Su propuesta se basa en lo cotidiano, a medio camino entre la investigación y la práctica artística, analizando cuestiones como las condiciones laborales, la subjetividad y las relaciones afectivas. “Nos llamamos a nosotros mismos artistas visuales… pero, ¿realmente lo somos?” En su proyecto Lo dejamos. Bienvenidos al desierto de lo real comparan el hastío de la precariedad en el arte con la crisis de una relación amorosa: “Lamento mucho tener que tomar esta decisión. Cuando empezamos, no te voy a engañar, no tenía demasiado claro si lo nuestro iba a durar demasiado (…) Honestamente, no me puedo quejar, pero no me has dado todo lo que yo necesitaba”, reza la voz en off del vídeo, todavía en proceso de gestación.

La precariedad para Somos Nosotros tiene mucho que ver con la incertidumbre vital y con las falsas promesas del neoliberalismo: “Sobre todo con lo que se entiende como ‘emergencia’. El arte emergente es infalible para el sistema y para el capital, un producto fresco. Pero es perverso, y se ha dilatado por razones de marketing, porque es un valor seguro. Hay gente de más de cuarenta años que ha ganado premios supuestamente destinados a ese sector, que nadie sabe exactamente qué es”, afirma Begonya. El colectivo prefiere no hablar de precariedad, porque lo consideran “una posición burguesa. Nosotros no hablamos desde el fracaso". 

El arte emergente es infalible para el sistema y para el capital, un producto fresco. Pero es perverso, y se ha dilatado por razones de marketing, porque es un valor seguro

Cuando cursaban estudios de posgrado se encontraron con el recelo de sus compañeros por compatibilizar el máster con un trabajo no relacionado directamente con el mundo del arte. Alfonso era camarero, en una jornada de veinte horas semanales que se ampliaban normalmente a treinta y cinco, cobrando una parte en negro. “Yo ahora trabajo como camarero con mejores condiciones que en el sector artístico: cobro 900€ por treinta horas a la semana y con contrato indefinido”.

Por amor al arte

En la economía del colectivo, el arte supone un 30% de los ingresos anuales, compuesto de ayudas, becas y charlas sobre su trabajo en instituciones y espacios culturales. Ambos conviven y reparten las tareas para llegar a fin de mes. Begonya se encarga de la gestión administrativa: estar al tanto de las convocatorias, la redacción y el diseño de los dossieres y dedicar tiempo a los proyectos artísticos. Además, percibe mensualmente 300€ de un piso que sus padres poseen en propiedad.

Los dos artistas en el estudio.

Los dos artistas en el estudio. Carmen Suárez.

Una de las grandes paradojas con las que se encuentran es que todo el trabajo invisible dedicado a la preparación de los talleres que imparten y las convocatorias en las que participan es una actividad sin remuneración, y una de las grandes ocupaciones de los artistas precarios. “El artista es el modelo perfecto para el sistema neoliberal. Trabaja a tiempo completo, la mayoría de las veces de manera voluntaria, apenas cotiza y encima se tiene que sentir feliz por hacerlo”, asegura Alfonso.

El artista es el modelo perfecto para el sistema neoliberal. Trabaja a tiempo completo, la mayoría de las veces de manera voluntaria, apenas cotiza y encima se tiene que sentir feliz por hacerlo

Cuando se trata de becas y ayudas concedidas, la situación tampoco es mucho más optimista. Cuando el colectivo ganó la Ayuda INJUVE para desarrollar la programación de la sala de exposiciones Amadís, Alfonso y Begonya destinaron el presupuesto a pagar los honorarios de los artistas y de las personas involucradas en las actividades, además de gastos derivados de la producción, pero ellos no podían percibir nada porque no estaba contemplado en las bases. Algo diferente es el caso de los premios, en los que la cantidad se suele recibir íntegra. Cuando ganaron en 2015 el premio Circuitos (impulsado por la Comunidad de Madrid), obtuvieron 2000 euros, con un descuento del IRPF.

Condiciones de autónomo

La venta de sus vídeos está gestionada por la plataforma digital HAMACA. Ante la posibilidad de pertenecer a alguna galería para comercializar su obra, los dos se muestran cautos, porque “quizá entraríamos en contradicción”. Eso sí, creen firmemente en que la relación entre los artistas y la galería debe regularse, fundamentalmente en cuanto a honorarios por prestar o ceder temporalmente la obra, todavía un tabú en el mundo del arte.

Lo que reivindican está claro: “No queremos un trabajo fijo. Entendemos que esta profesión exige cierta incertidumbre. Queremos condiciones como un autónomo: tener la posibilidad de estar dados de alta en la Seguridad Social. Tenemos que aprender a decir ‘no’, aprender a preguntar, a pedir lo que corresponde. El arte es un espacio necesario que todos tenemos que cuidar”.

No queremos un trabajo fijo. Entendemos que esta profesión exige cierta incertidumbre. Queremos condiciones como un autónomo: tener la posibilidad de estar dados de alta en la Seguridad Social

Y ante la pregunta de por qué seguir trabajando como artista en tiempos tan inciertos como los actuales, Begonya responde con firmeza, esta vez dejando de lado razones económicas: “Porque es nuestra profesión. No sé hacer nada mejor. Nos divierte. Nos abre posibilidades. Es como ser bailarín: sentir la libertad en el cuerpo".