Estatua de Apolo, del Museo Arqueológico Nacional.

Estatua de Apolo, del Museo Arqueológico Nacional. Cover/Getty Images

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La huelga aprobada por unanimidad destapa una situación límite entre los vigilantes, la conservación y la exhibición de las colecciones

21 octubre, 2015 11:30

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La mañana recibe a los colegios y los grupos de visitantes en el Museo Arqueológico Nacional. Avanzan por la zona de Prehistoria y al final de la mañana llegarán a los pasillos oscuros de Egipto. Son las zonas más concurridas y los vigilantes corren de un lado a otro para mantener el orden el área que les corresponde. “Necesitamos cinco personas más por turnos para no poner en riesgo la colección y poder descansar”, cuenta uno de los trabajadores de la inauguración estrella de esta legislatura, el Museo Arqueológico Nacional.

Un año y medio después de abrir las puertas tras la reforma integral del edificio, el museo pierde gas. Las cifras son públicas: ha cerrado septiembre con una caída espectacular de visitas, pasando de 130.000 (del excepcional mes de abril de 2014) a 28.000 entradas. Los trabajadores lamentan la falta de actividades y exposiciones temporales para recuperar la atención sobre el museo. “Ha caído en el olvido”, sentencian.

La megafonía del Arqueológico tampoco funciona, el gerente está buscando una voz dulce para las grabaciones desde hace un año

La nueva biblioteca para los viejos fondos sigue sin abrirse, porque no hay dinero para dotarla con bibliotecarios. La megafonía tampoco funciona, “el gerente dice que está buscando una voz dulce para las grabaciones”. Sigue buscando una voz dulce un año después. Los nuevos vestuarios eran tan pequeños que han tenido que tirar el tabique para que puedan entrar más de ocho personas a cambiarse. La obra no termina y los vigilantes no pueden vestirse de uniforme. Los encontramos con ropa de calle y una identificación que cuelga del cuello. Además, están bajo mínimos, son poco más de 70. Para no poner en peligro las colecciones y ofrecer una atención adecuada reclaman diez más.

A la huelga

“Por unanimidad” los 18 museos estatales irán a la huelga a partir del próximo 25 de octubre, tal y como adelantó este periódico, si la negociación con la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y Archivos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte no llega a buen puerto. Este miércoles las partes vuelven a sentarse para negociar sobre la ampliación de personal en los centros y el reconocimiento de un horario que no permite a estas plantillas al límite librar los fines de semana. El Ministerio ya adelantó a este periódico que trataría de evitar los paros como fuera.

En los últimos días se han sumado a la huelga los trabajadores del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía: “El comité de empresa del MNCARS ha decidido por unanimidad apoyar y solidarizarse con la convocatoria de huelga de nuestras compañeras y compañeros de los museos estatales”. En el mismo escrito aclaran que algunas reivindicaciones también afectan a los empleados del museo, por lo que no descartan sumarse al conflicto si dichas reivindicaciones no son atendidas.

El futuro que pretende la Administración es externalizarlo todo y dejarlo en temporales, trabajadores manipulables y sin derechos

Los vigilantes del Arqueológico comprueban cómo las jubilaciones se amortizan y sus plazas caen en saco roto. “Son plazas que se pierden, porque el futuro que pretende la Administración es externalizarlo todo y dejarlo en temporales, trabajadores manipulables y sin derechos”, cuentan. El caso más grave de todos es el Museo de América, forzado a cerrar todas las tardes después de que el Ministerio de Cultura le retirase buena parte de sus vigilantes para colocarlos en otros centros.

Navegar a ciegas

La situación en este museo no ha mejorado: en 2015 ni siquiera han conocido su presupuesto, aseguran fuentes cercanas a la dirección. Hay 22 vigilantes para todo el museo, pero la plantilla nunca está al completo por rotaciones de libranzas. El mínimo de activos son 15 y muchos días deben cerrar salas ante la falta de efectivos para mantener la seguridad. Esto mismo ocurre en el Museo Sorolla: “Siempre que pedimos refuerzos la respuesta es la misma: “No hay presupuesto”. Han reducido hasta el personal de limpieza. Si se acaba el tóner de la impresora no lo reponen, porque no hay dinero. Los últimos uniformes que nos dieron eran tan baratos, de mala confección, mala tela, que todos tuvimos que arreglárnoslos en casa. Contratan tan barato que no sé de qué nos van a vestir. Si se te estropea el ordenador, que sea el miércoles, porque es el día en que pasa el servicio técnico”, cuenta una de las trabajadoras a este periódico.

Si se te estropea el ordenador, que sea el miércoles, porque es el día en que pasa el servicio técnico

Esta situación contrasta con las intenciones electorales que el PP marcó en su programa de 2011, en el que se puede leer: “Promoveremos la modernización de todas las instituciones públicas culturales, como los museos, con el fin de extender las mejores prácticas y potenciar su gestión, haciéndolas más transparentes y eficaces”. Basta con un paseo por estas instituciones para comprobar que no es así.

El contraste se agrava al revisar los objetivos marcados por José María Lassalle, secretario de Estado de Cultura, en su ya conocido Plan Estratégico para la cultura. Hay varios puntos que hacen referencia a los museos estatales, aunque quedan invalidados ante la crisis por la que atraviesan: “Facilitar a los Museos Estatales los mecanismos adecuados para la captación y generación de recursos con la finalidad de favorecer su sostenibilidad”; “Articular los procedimientos que permitan a los Museos Estatales gestionar de forma directa los recursos procedentes del patrocinio”; “Reforzar el papel de los Museos Estatales como centros de innovación, desarrollo e investigación en materia de Patrimonio Cultural”.