Los Beatles.

Los Beatles.

Cultura

Después de Peter Jackson y su “Get Back”: las tensas relaciones entre los Beatles tras su separación

El reciente documental de Peter Jackson da contexto al fin del grupo musical británico que marcó una época. 

28 noviembre, 2021 02:51

Noticias relacionadas

Es muy difícil concretar cuándo se separaron los Beatles, más aún asegurar por qué. La fecha que se ha dado por buena durante muchos años ha sido el 10 de abril de 1970, cuando Paul McCartney anunció en un comunicado de prensa su voluntad de seguir su carrera en solitario. Ahora bien, esa fecha no tiene sentido: en dicho comunicado -que servía de promoción para su primer disco, “McCartney”- Paul en ningún momento dice que los Beatles se hayan separado o que no vayan a volver a trabajar juntos. Simplemente, dice que no se ve componiendo con Lennon en un futuro inmediato y que puede que vuelvan a tocar juntos… y puede que no.

Aparte, para entonces, los cuatro Beatles llevaban ya siete meses sin siquiera coincidir en una misma habitación (de hecho, no volverían a hacerlo durante el resto de sus vidas). Tras la grabación de “Abbey Road”, las muy tensas negociaciones entre John Eastman y Allan Klein para ver quién se hacía con el control de las finanzas del grupo y la evidente falta de sintonía entre sus miembros, fue John Lennon el que dio el paso adelante y el 20 de septiembre anunció a Paul, Ringo y Klein (George estaba de visita en casa de su madre enferma) que “quería un divorcio” y que no pensaba volver a los Beatles.

Lennon llevaba meses sacando discos con Yoko Ono y acababa de actuar en directo en Toronto con la llamada Plastic Ono Band, con el acompañamiento de Eric Clapton y Klaus Voorman entre otros. El subidón de aquella actuación, junto a la claridad que le daba el haberse desenganchado de la heroína -volvería a engancharse a los pocos meses- le insufló la valentía de decirle a McCartney por fin lo que pensaba, en vez de asentir a todo y quejarse luego por la espalda. Lennon prometió no decir nada a la prensa porque Klein estaba negociando un contrato jugoso con Capitol y era mejor que nadie supiera que no iba a haber más discos con canciones inéditas.

Ahora bien, para cuando Paul sacó su famoso comunicado, todo el mundo sabía que los Beatles se habían separado. El reciente documental de Peter Jackson emitido en tres partes por Disney Plus es excelente en muchos sentidos, pero también en dar contexto a esa separación: en enero de 1969, los rumores estaban en la prensa todo el rato, y ellos mismos fantaseaban continuamente con ese divorcio que acabaría pidiendo Lennon. El escándalo provocado recientemente por las declaraciones de McCartney afirmando que fue John el que rompió el grupo es ridículo. Hace cincuenta años que sabemos cómo fue, dónde fue y quién estaba presente.

En ocasiones, da la sensación de que los expertos pasamos tanto tiempo discutiendo sobre ese último año de los Beatles como grupo, las tensiones, los matrimonios, los embarazos, las finanzas, la adicción a las drogas… que olvidamos qué pasó después con ellos. ¿Cómo se llevaron los Beatles entre sí después de dejar de ser los Beatles, es decir, después de catorce años de convivencia casi diaria? El hecho comentado anteriormente de que no llegaran a coincidir nunca en una misma habitación desde septiembre de 1969, ya nos pone sobre la pista… pero, como sucede con las sesiones que dieron vida al “Let it be”, no todo fue tan triste y sombrío como a veces pensamos.

'The Beatles: Get Back'.

'The Beatles: Get Back'. Disney+

Paul y John 

Paul McCartney y John Lennon compartían dos cosas: los dos amaban la música rock estadounidense de los años cincuenta y los dos habían perdido a su madre a una edad demasiado temprana. A pesar de la diferencia de dos años -importante cuando hablamos de dos chicos de catorce y dieciséis años respectivamente-, la conexión fue inmediata, tanto en lo creativo como en lo personal. Es lógico que, cuando Lennon sintió la necesidad de separarse del grupo, en realidad centrara esa necesidad en Paul. El hecho de que, en los últimos años, Paul se hubiera convertido de facto en el líder de la banda, al menos en el terreno organizativo, tampoco agradaba a John, que había dejado hacer más que otra cosa. Cuando sintió que los Beatles ya no eran su banda sino la de Paul, decidió dinamitar los Beatles. No podía hacer otra cosa.

La relación entre ambos pasó por varias fases, pero la más publicitada fue la inicial, la más dura, la más violenta, por así decirlo. Lennon tenía todos los medios a su favor, en especial, la revista Rolling Stone. Paul estaba recluido en una granja en Escocia, deprimido, alcohólico y grabando maquetas con Linda Eastman, su flamante esposa. Una bucólica vida familiar pasada por ansiolíticos y marihuana. En el segundo disco de McCartney en solitario, “Ram”, se incluía una canción llamada “Too many people” en la que claramente se dirigía a Lennon: “Hay demasiada gente dando sermones, no les dejes que te digan lo que hay que hacer” (en referencia al activismo político de John) o “ese fue tu primer error: cogiste tu gran oportunidad y la dividiste en dos” (en referencia a Yoko).

Lennon se cabreó como un mono y para su gran disco, “Imagine”, grabado con la colaboración de George Harrison y Ringo Starr, entre muchos otros, le dedicó “How do you sleep?” en la que le llamaba de todo de manera dolorosamente abierta. A partir de ahí, la cosa se calmó, al menos mediáticamente, pero es lo que quedó en el imaginario público durante una década, hasta el asesinato de Lennon. Ahora bien, ambos insistieron durante esos años en que solían hablar por teléfono, que se llevaban razonablemente bien y, a partir de 1974, su relación mejoró tanto que se llegó a especular con que volverían a grabar juntos.

¿Qué pasó en 1974? Bueno, es la época del “Lost Weekend” de John Lennon: su separación de Yoko Ono, el inicio de una relación con May Pang y la juerga constante en Los Ángeles con Keith Moon, Harry Nilsson, Ringo Starr y Mal Evans. En la narrativa John Lennon, construida a partir de su reconciliación posterior con Yoko, esos meses fueron los peores de su vida. Leyendo a May Pang o viendo a Lennon en múltiples entrevistas de promoción de sus discos “Mind games”, “Rock and roll” o “Walls and bridges” no lo parece. Pang aportaba un equilibrio necesario para Lennon y le acercaba a su vez a su pasado en los Beatles.

Los Beatles llegando a Estados Unidos el 7 de febrero de 1964.

Los Beatles llegando a Estados Unidos el 7 de febrero de 1964. Wikimedia Commons

Paul y Linda empezaron a frecuentar a John cuando pasaban por Estados Unidos -algo habitual porque Linda era estadounidense-, cenaban juntos, tocaban la guitarra juntos y, en un momento dado, Paul invitó a John a la grabación en Nueva Orleans del disco de Wings, “Venus and Mars”, en febrero de 1975, coincidiendo con el carnaval. Lennon se comprometió a aparecer, fantaseó con volver a trabajar con su viejo amigo, hizo que May Pang comprara los billetes… pero, al final, se echó para atrás. Pocos días antes del inicio de la grabación, había vuelto con Yoko Ono.

John y George

George Harrison fue el último Beatle en tener un gran éxito con la banda –“Something”- y el primero en tenerlo en solitario, con el triple disco “All things must pass” y la canción “My sweet lord”, una versión con toques hare-krishna del “He's so fine” de las Chiffons. Harrison se pasó buena parte de la década intentando evitar las acusaciones legales de plagio, pero no lo consiguió. Era demasiado obvio. Tenido por el más callado y el más sensato de los cuatro, George dejó muy claro desde el principio que podría colaborar en cualquier momento en una banda con Ringo o con John… pero no con Paul.

De hecho, la relación entre John y George al principio fue excelente. George fue uno de los muchos miembros que pasó por la Plastic Ono Band y su amistad solo se enfrió cuando Lennon se fue a vivir a Estados Unidos. George, con problemas de visado, como todos los Beatles, por su pasado con las drogas, perdió contacto durante un buen tiempo con Lennon. Un tiempo que, por lo demás, fue para él una pesadilla: su agonizante relación con Pattie Boyd acabó en un divorcio -Pattie se casaría a los pocos años con uno de los mejores amigos de George, Eric Clapton, quien le había dedicado la canción “Layla” cuando aún seguía con Harrison-, el consumo de LSD, cocaína y marihuana se le fue de las manos y el gran éxito de “All things must pass” y su versión en directo, “el concierto por Bangladesh” se fue diluyendo.

En 1974, el año en el que todo se mezcla, George se fue de gira por Estados Unidos para promocionar su último disco, “Dark Horse”… aunque al final la publicación se retrasó y acabó saliendo al final de la gira. Aquello fue un desastre mayúsculo. George no tenía voz para tal cantidad de conciertos en vivo. Nunca la tuvo. Era un buen armonista y podía defenderse en el estudio, pero en directo tenía que forzar demasiado la garganta para llegar a las altísimas notas que se exigía. La primera hora de cada concierto consistía en Ravi Shankar tocando el sitar. Los abucheos eran constantes. Nadia había ido ahí a ver eso.

Llegado a Nueva York para tres conciertos en el Madison Square Garden, un deprimido y consumido George se reunió con John Lennon. Fue una reunión tensa, según cuenta May Pang, llena de reproches, pero que acabó en un abrazo y en la promesa de que Lennon tocaría junto a Harrison en el último de sus conciertos -el propio Lennon lo insinuó en una aparición radiofónica de esos días-. Igual que pasara con la reunión con Paul en Nueva Orleans, la reunión con George en el Madison no se llegó a producir jamás. Con los años, la separación entre ambos fue casi total.

Poco antes de la muerte de John, fueron juntos al Hollywood Bowl a ver a los Monty Pythons, íntimos amigos del guitarrista. Poco duró la felicidad. En el mismo 1980 en el que Mark David Chapman tiroteaba a John Lennon a la entrada del Edificio Dakota, Harrison publicaba una especie de autobiografía titulada “I, me, mine”. En ella, según Lennon, hacía de menos a sus excompañeros de los Beatles. No se lo tomó nada bien. Se pasó días y días criticándole en las entrevistas de promoción de “Double Fantasy”, su último disco junto a Yoko Ono. La muerte le sorprendió antes de que pudieran hacer las paces. No habría sido demasiado difícil.

Los Beatles.

Los Beatles.

George y Ringo 

Durante años, George Harrison y Ringo Starr estuvieron condenados a ocupar un lugar secundario dentro de la banda, lo que siempre crea un vínculo especial. Los primeros setenta fueron espléndidos para ambos: George se convirtió en una estrella mundial, Ringo publicó varios discos de versiones, además de la excelente “It don´t come easy”, compuesta por el propio Harrison. Su trabajo como actor en varias producciones cómicas mereció todo tipo de elogios. Todo cambió alrededor de 1972-73. Los matrimonios de ambos se estaban viniendo abajo entre multitud de infidelidades… pero nadie esperaba que una de las infidelidades de George Harrison fuera con Maureen Starkey, la mujer de Ringo.

Cuando Pattie Boyd se los encontró en la cama e informó a Ringo, su cabreo fue mayúsculo. Hasta Lennon se enfadó cuando la noticia llegó a Nueva York, “un incesto virtual”, lo llamó, palabra que parece que también salió de la boca del propio Harrison cuando fue descubierto por su esposa. Este incidente y la deriva alcohólica de ambos hacia finales de los setenta les separó durante algún tiempo, aunque volvieran a reunirse a mediados de los ochenta para varias colaboraciones. George Harrison llevaba años casado de nuevo con Olivia Arias y Ringo Starr había encontrado la estabilidad junto a Barbara Bach.

En torno a 1987, Harrison sacó su disco “Cloud nine”, que le catapultó a niveles de fama no conocidos desde quince años antes, gracias en buena parte a su versión del éxito de James Ray, “I´ve got my mind set on you”. En el vídeo de “When we was fab”, un recuerdo de Harrison a sus años en los Beatles, Ringo hace de acompañante. Es raro que George no incluyera al batería en el “súper grupo” The Traveling Wilburys, el otro gran éxito de Harrison en los ochenta, pero también es verdad que aquel era un grupo de cantantes y guitarristas: Bob Dylan, Roy Orbison, Tom Petty, Jeff Lynne y el propio Harrison.

Todo el dinero que ganó George durante esos años se fue a la basura por un par de malas inversiones cinematográficas -su productora Handmade Films estuvo detrás de la financiación de “La vida de Brian”- y se vio muy cerca de la bancarrota. Fue por entonces, a principios de los noventa, cuando surgió la idea de hacer un larguísimo documental y libro sobre los Beatles, una vieja idea de Neil Aspinall ya desde los años sesenta, que necesitaba, obviamente, del permiso y la colaboración de los tres Beatles aún vivos y de Yoko Ono como heredera de John. Ringo habló varias veces con George y la mezcla de nostalgia y necesidad le acabó convenciendo.

A lo largo de las varias horas de grabación, y pese a rodar en su mansión de Tittenhurst Park, a George se le ve tenso, a disgusto y tan cansado de Paul McCartney como lo estaba en 1969 mientras grababan el proyecto “Get back”. A Ringo, sencillamente, se le ve en su mundo, sin querer molestar a nadie. Como siempre.

Ringo y Paul

El proyecto “Anthology”, con las nuevas canciones, “Free as a bird” y “Real Love”, basadas en maquetas caseras de Lennon, sirvió para actualizar la fama de los Beatles. George pudo descansar tranquilo económicamente, pero en 1997 le fue detectado un cáncer de garganta, del que se recuperó a medias. El 30 de diciembre de 1999, un loco entró en su casa con un cuchillo y casi le mata. Para entonces, ya le habían diagnosticado un cáncer terminal de pulmón. El 29 de noviembre de 2001, mañana hará veinte años, moría en casa de unos amigos en California. Diecisiete días antes, había tenido una última reunión con Paul y Ringo para recordar viejos tiempos.

The Beatles.

The Beatles.

Paul y Ringo. Durante los últimos veinte años, ellos dos han sostenido el legado Beatle por todo el mundo. Si justo después de la ruptura, ambos lucharon por mantener una carrera individual de éxito que no les vinculara sin más a la gran banda del siglo XX, lo cierto es que hace tiempo que su enfoque ha cambiado: son exBeatles, punto, no pasa nada. Ringo Starr, a sus 81 años, todavía aparece de vez en cuando con su banda, la All-Starr Band. Paul McCartney, a sus 79, ha depositado sobre sus hombros todo el peso de la nostalgia Beatle, lo que no deja de ser curioso porque se pasó casi veinte años sin tocar canciones de esa época en directo.

En el fondo, siempre fueron una pareja perfecta: Paul, el gran controlador, el hombre que necesitaba que todo se hiciera en tiempo y forma… y Ringo, el gran ejecutor, el hombre que se encargaba de cumplir todos los deseos de los demás. El “pegamento”, como tantas veces se dice, que unía a la banda. Los dos recuerdan en multitud de entrevistas con cariño a George y John y presumen de su amistad. Ninguno explica cómo es posible que no pudieran dejar de lado sus diferencias para al menos tomarse un té juntos cuando Lennon aún vivía.

Dice Peter Jackson que tuvo que convencer a ambos de que las sesiones de grabación de “Let it be” no habían sido el horror que los dos recordaban. Que fueron divertidas, al menos en momento, que queda algo ahí de la amistad de tantísimos años, de aquella intimidad, de la complicidad que solo ellos cuatro podían entender. Paul sigue tan activo como siempre: cada año o dos años saca un disco, se deja ver con nuevas estrellas y ejerce de gran patrón de la música pop mundial. Ringo pide paz y amor y le basta. Es lo que nos queda de los Beatles cincuenta y dos años después de los Beatles. La música, claro, y estos dos entrañables viejecitos.