'Mata Mua', de Gaugin

'Mata Mua', de Gaugin Museo Thyssen-Bornemisza

Cultura Cronología de los hechos

Todo sobre el drama 'Mata Mua': la polémica de Thyssen que enfrenta a dos ministros de Cultura

Uribes defiende el "derecho a la propiedad privada" de Cervera -aunque promete negociar-, mientras que Guirao desliza que ha faltado "política cultural" y que él sí protegió la obra. 

16 junio, 2020 06:31

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Dado que estos días se van sucediendo diferentes informaciones -y versiones- del Caso Mata Mua, aquí un pequeño resumen de lo acontecido para ordenar la cabeza del lector interesado en esta polémica artística -y, fundamentalmente, económica-.

6 de junio: el museo Thyssen-Bornemisza abre sus puertas sin su cuadro más fundamental, Mata Mua (Érase una vez), una obra de Paul Gaugin que data de 1892 y que está tasada en más de 40 millones de euros. ¿Por qué?

11 de junio: como adelantó El País y confirmó EFE, se conoce que Carmen Cervera había retirado esa joya del museo con el permiso del Ministerio de Cultura liderado por el recién llegado Uribes. No sólo eso: la había sacado del país con intención de venderla ¡en pleno confinamiento!. Esta noticia no resulta del todo sorprendente teniendo en cuenta que la dueña ya había solicitado este permiso en 2018, pero las negociaciones con el Ministerio la habían frenado -o, más bien, habían postergado este deseo-. El último preocupado en conservar el Mata mua fue Guirao, como veremos más adelante.

El ‘gaugin’ no era la única obra ausente: también habían ‘desaparecido’ de la pinacoteca otros tres cuadros de la colección particular de Cervera. Caballos de carreras en un paisaje (1894), de Degas; El Martha Mckeen de Wellfleet (1944), de Hopper, y El puente de Charing Cross (1899), de Monet.

¿De dónde viene la importancia del 'Mata Mua'? 

El ‘Mata mua’ era la gran pieza del grupo de cuadros que el barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza había ‘vetado’ de la venta al Estado en un trato cerrado en 1993 donde sí se compraron otros 800 que son desde entonces de titularidad pública -el precio: 350 millones de dólares-. La colección particular de Cervera está formada por 429 obras que, mediante un acuerdo con el Estado, permanecen en régimen de préstamo.

(¿Qué gana Cervera con esto? Se ahorra los costes de almacenamiento y seguros que pueden cifrarse en más de un millón de euros anuales. Se beneficia de su costosa conservación y mantenimiento. Se vio aventajada por la ampliación del museo para su colección. Se lucra, también, con el hecho de que sus obras -en lugar de estar escondidas-, ven la luz en un museo muy visitado y así se revalorizan y ganan prestigio).

Guirao ha asegurado que el ‘Mata Mua’ es la pieza del museo “más importante dentro de la historia del arte y la más significativa de la colección”. Por su parte, Javier Arnaldo Alcubilla, conservador y jefe de investigación del Thyssen entre 2001 y 2011 y catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, ha explicado que “es completamente excepcional encontrar piezas de Gauguin de ese calibre, del periodo de Tahiti, por eso es particularmente valioso”.

Por eso resulta tan urgente que este cuadro no corra el mismo destino que La esclusa, de John Constable, cuya venta fue autorizada ante “la falta de liquidez” de su propietaria. La colección resultó muy mermada con esa pérdida.

12 de junio: ante el aluvión de críticas, la baronesa comenta que se plantea negociar.

14 de junio: Cervera revela que su hijo Borja sustituirá a la infanta Pilar en el patronato de la institución pública y que, además, se convertirá en el vicepresidente del Thyssen cuando ella deje el cargo. La relevará. Cada vez más, el futuro de sus piezas -y las negociaciones que traen consigo- resulta incierto. Si bien la baronesa recuerda siempre que su mayor sueño es que las obras se queden en España -aunque a veces le cueste más trabajo cumplirlo-, no sabemos cuál será la preferencia del heredero. 

Cruce de acusaciones

La versión de Guirao: según el ex ministro, su equipo, a fin de preservar el ‘gauguin’ en el Thyssen -que se les antojaba innegociable-, le ofreció a Cervera la salida de las tres obras citadas de Hopper, Monet y Degas, aún con dolor. Además, ponía sobre la mesa una propuesta económica para el depósito de la colección de Cervera: siete millones de euros anuales durante 15 años. A finales de diciembre, el pacto se había efectuado.

Se aclaró también que el precio pagado por el alquiler durante ese tiempo computaría como rebaja del precio final. El Estado tendría opción de tanteo ante una ofert de compra en firme por un tercero -a partir de los primeros 15 años-. De acuerdo. ¿Por qué falló, entonces, sólo unos meses después?

El giro de guion llegó con el cambio de ministro del 10 de enero. Ahí los abogados de Cervera aprovecharon para renegociar con el equipo de Uribes, que les dio el visto bueno -a finales de marzo- para que exportasen el Mata Mua.

¿Qué hay de la versión de Uribes?: primero, durante su comparecencia en la comisión correspondiente del Senado, reconoció -llamativamente- que desconocía la anterior negociación, o, literalmente, "el acuerdo de caballeros o de señoras" al que había llegado el anterior equipo con Cervera. Gravísimo. “Tengo que ver si había algún tipo de pacto anterior con el ministro Guirao”, apuntó, haciendo ver que anda bastante 'pez' en este asunto. 

Por su parte, el secretario general de Cultura, Javier García Fernández, viene a señalar en un artículo publicado en ABC que, si alguien tiene la culpa, fue el antiguo equipo. “El 13 de diciembre de 2019 el director general de Bellas Artes certificó que una petición de exportación definitiva del Mata Mua a un país del continente europeo había sido aprobada por silencio positivo en aplicación de la legislación de patrimonio histórico”, lanza.

“Con esa licencia, la Administración no pudo negarse a la posterior exclusión del Mata Mua de la colección, ocurrida el 30 de marzo de 2020”. Recuerda, además, apoyado por Uribes, que Cervera “ha hecho uso de su derecho” y que “hay una cosa que se llama propiedad privada”. También dejó ver que no parece posible comprar el cuadro.

15 de junio: Llega la respuesta de Guirao. Mejor en sus propias palabras. La parte medular de su tribuna en El País explica que “lo que no se dice es que ese certificado no les concedía la autorización de exportación definitiva por el régimen especial y que si la hubieran pedido en base a este certificado, habrían tenido que pagar las citadas tasas millonarias”. Y continúa: “Quizá por ese motivo los abogados de la propiedad no ejercieron ese derecho en base al certificado de 13 de diciembre y aceptaron la prórroga de 31 de diciembre manteniendo el Mata Mua. Lo que no se dice es que el certificado de silencio administrativo positivo que da pie al permiso de exportación del cuadro se solicita el 25 de marzo de 2020 y se concede cinco días después”.

Hay más: “Durante todo el periodo que he estado en el ministerio nunca se les dio permiso de exportación, pero tampoco se les podía negar porque tenían derecho a ello, de ahí el silencio administrativo que hay que leer en un contexto de negociación y que en la práctica funcionó. Llevar este asunto al terreno administrativo es una manera de eludir su naturaleza política y este acuerdo, se llegue a él definitivamente o no, es de política cultural”.

La última defensa de Uribes: también del 15 de junio. Plantea llegar a un acuerdo para que el Mata Mua vuelva, quizás “con alguna obra más”. También deja claro que el trato de Guirao, que contemplaba el dicho pago de 7 millones para el alquiler durante los próximos 15 años, ahora mismo no le resulta asumible, teniendo en cuenta la crisis económica que se nos echa encima.

Hay que "tener en cuenta la nueva realidad” -en referencia a la pandemia y sus estragos- para retomar las negociaciones sobre la colección de la baronesa. “No estamos en la situación previa del año pasado, sino en una situación económica más difícil y compleja. Yo ofrezco mi voluntad de llegar a un buen acuerdo, incluido el Mata Mua, es importante”, ha subrayado.