Donald Trump, presidente de EEUU.

Donald Trump, presidente de EEUU. EFE

Todo el mundo está asustado con Trump, todo el mundo está indignado con Trump. Bueno, no TODO el mundo, pero casi todo el mundo. Lo extraño es que ninguno de los trescientos mil artículos que se escriben cada día sobre Trump se ha detenido demasiado ni ha estudiado ese hecho, que una vez enunciado es notable: casi todo el mundo está en contra de lo que está haciendo Trump desde que asumió. ¿Pero quién es ese todo el mundo? ¿Qué tienen en común los que rechazan a Trump ¿Comparten una identidad política?

Creo que no, o no al menos una identidad política (o cultural) que nos resulte familiar. Lo más interesante es la aparente "transversalidad" del rechazo: que se muestren (y se quieran mostrar) tan escandalizados con su triunfo tanto los votantes de Pablo Iglesias como los votantes de Merkel. En este sentido, parece claro que el triunfo de Trump es el triunfo de una minoría. ¿Qué es lo que une a esa "mayoría" de opositores públicos al trumpismo? ¿Cuál es el hilo visible o invisible que los une ?

Mi respuesta: lo que los une es el "anti liberalismo" de Trump. Lo que indigna de modo transversal son las medidas que atacan las libertades individuales, concretamente, la libre circulación de las personas. O sea, lo que une a los opositores globales a Trump es el liberalismo basal sobre el que todos se mueven. Lo que muestra el rechazo a Trump es cuán instalados están los valores liberales en nuestras sociedades. Incluso en gente que se avergonzaría de ello. Incluso en la izquierda que se autoproclama anti-liberal. Hoy en día la restricción de las libertades individuales por parte de un gobernante nos provoca rechazo a casi todos, al menos en el mundo occidental.

Liberal de izquierdas

Tratando de exponer el pensamiento de John Stuart Mill, uno de los próceres del liberalismo (y más izquierdista que la mayoría de izquierdistas de hoy: no debemos olvidar que defendía el impuesto del 100 % a la herencia) Isaiah Berlin dijo:

“Los hombres quieren restringir las libertades de otros hombres, bien (a) porque desean imponer su poder sobre los demás; (b) porque quieren conformidad (no quieren pensar diferente de los demás, ni que los demás piensen diferente de ellos); finalmente (c) porque creen que la pregunta de cómo debe uno vivir (como para cualquier otra pregunta) no puede haber más que una sola y verdadera respuesta”

¿Hay alguno de los opositores a Trump que no esté en contra justamente de estas “razones” fundantes del anti liberalismo?

Entonces, una de las evidencias que dejan los primeros pasos de Trump es que la "izquierda" es mucho más liberal de lo que está dispuesta a admitir. El concepto de liberalismo es complicado porque en el mundo anglosajón tiene un significado distinto al nuestro. Pero al menos en el discurso público europeo, la palabra liberalismo quedó eclipsada por la expresión peyorativa “neoliberalismo”. En ese trance lingüístico cultural, quedó olvidado el hecho que el liberalismo es la base filosófica innegable de las democracias modernas. La defensa de las libertades individuales es el núcleo sobre el que se han construido todas (y que el pensamiento de Mill representa tan bien)

Una de las evidencias que dejan los primeros pasos de Trump es que la "izquierda" es mucho más liberal de lo que está dispuesta a admitir

La "transversalidad" que se arroga el populismo ha tenido de hecho como contrapartida una “oposición igualmente transversal” que es la de la defensa de las libertades individuales. Parece que la libre circulación de las personas ya no se puede tocar. Las leyes de exclusión de migrantes van a generar un rechazo en nuestro mundo que lo va a mostrar como distinto al de los años 30.

La amenaza de los hechos

A este respecto es notable que Trump primero tomara una decisión políticamente anti-liberal -construir un muro para restringir la circulación de personas- y en segundo lugar (para sostener la primera) tuviera que tomar una decisión económicamente anti-liberal - cobrar un arancel a los productos mejicanos para pagar el muro-. Esta concatenación de hechos muestra la (siempre difícil de ver) conexión entre liberalismo económico y político.

Conexión que es la que niega la "nueva izquierda" al menos hasta hoy. En efecto, la “izquierda” del último cuarto del siglo XX y de estas dos primeras décadas del XXI ha creído siempre que su camino (incluso el democrático) era anti liberal (anti neo liberal, en verdad). Parecían compartir las convicciones “anti-globalización” de Trump, pero ahora parecen, de hecho, no compartirlas.

Es notable que la reacción liberal ya emergió contra la sola “amenaza de los hechos”. Los hechos todavía no existen en el caso México

Es notable que la reacción liberal ya emergió contra la sola “amenaza de los hechos”. Los hechos todavía no existen en el caso México. Pero cuando hubo “un” hecho palpable y concreto, el de impedir la inmigración desde ciertos países musulmanes, la reacción fue rotunda. Trump nos mostró que somos mucho más liberales de lo que decíamos y estamos mucho más unidos de lo que creíamos.

Quizás Trump y el “neo anti liberalismo” no sean más que un desvío provisorio de la historia. No lo sabemos. Que los estados nación pervivan y se afiancen recorriendo un camino sinuoso no quiere decir que el consenso sobre el que se han afianzado no sea el de una progresiva instalación de la libre circulación de las personas. Entre otras cosas, porque la "economía globalizada” lo necesita. Quizás, al ver a la intensa minoría que festeja el cierre de una frontera, deberíamos pensar como Hegel cuando miraba a los estudiantes nacionalistas alemanes quemar códigos napoleónicos: que son solo fantasmas de una época pasada, solo en apariencia poderosos.