Hay pocas cosas que no nos gusten del verano, y una de ellas es el calor. Para sobrellevarlo, necesitamos tragos refrescantes que nos trasladen, al menos mentalmente, a lugares frescos y momentos agradables. Sobre todo si aún no hemos cogido vacaciones. En el mundo del vino existe una categoría capaz de evocarnos un atardecer frente al mar o un picnic con vistas al océano: los vinos salinos.

Pero ¿qué es la dichosa salinidad?

Hablamos de vinos salinos, no salados (¿quién querría beberse un vino salado?). La salinidad en el vino es un concepto que tiene que ver con la frescura. Uno de los factores que influyen para dar lugar a estos vinos es la ubicación del viñedo cerca del mar, donde la sal inunda un terruño que guarda el recuerdo de un tiempo pasado en el que estuvo bañado por el océano. En este ambiente también suele hacer acto de presencia la famosa mineralidad.

La brisa marina o maresía alcanza a las uvas, y el clima de temperaturas suaves (la termorregulación) favorece una lenta maduración de la fruta y una mejor retención de la acidez. O lo que es lo mismo, los beneficios de estar al lado del mar en la copa. Los vinos salinos tienen una acidez pronunciada que a veces aporta una sensación crujiente en el paladar que puede recordar a la sal. Se aprecia a menudo en los rieslings alsacianos y alemanes, albariños y txakolis y, en general, en los vinos del norte donde la climatología mantiene la frescura de las uvas y retiene su acidez durante su maduración. Factores que van unidos a una gran versatilidad gastronómica. Descubrimos algunos de ellos.

Vinos salinos para beberse el verano

Quibía (Ànima Negra)

El blanco de Ànima Negra presume de ser el más mediterráneo, fresco, salino y personal de la bodega mallorquina. Quíbia nace de la simbiosis irrepetible de clima, tierra, variedades autóctonas y viticultura respetuosa y honesta. Un vino elaborado con prensal blanc y giró ros que destaca por su mineralidad, salinidad y elegancia, como reflejo de una filosofía que se aleja de las elaboraciones impersonales y sin alma. P.V.P.: 15 €

Ànima Negra Quibía

Mar de Fondo (Miradorio)

Este vino hecho con un coupage casi único en el mundo (albariño, godello, hondarrabi zuri y riesling) es la mejor manera de saborear la bravura del Cantábrico y la brisa del norte. El buque insignia de Bodegas Miradorio, situada en el pequeño pueblo marinero de Ruiloba, extrae todo el potencial de la tierra y la influencia del mar en un vino amplio, profundo y complejo, con buena acidez y un final marcado por su amable salinidad. P.V.P.: 14 €

Miradorio Mar de Fondo

Rosé Vulcânico (Azores Wine Company)

La atractiva personalidad de este rosado volcánico elaborado por Antonio Maçanita y sus socios de Azores Wine Company en la remota isla de Pico, en mitad del Atlántico, está marcada por la orografía de este sobrecogedor archipiélago portugués. Un vino fresco y muy salino, salvaje pero elegante. Un rosado que no deja a nadie indiferente, como ninguno de los vinos elaborados por este enólogo rebelde. P.V.P.: 14,90 €

Azores Wine Company Rosé Vulcánico

Manzanilla La Goya (Delgado Zuleta)

Si hay un vino salino en el Marco de Jerez, ese es la manzanilla. La Goya, el emblema de la histórica bodega de Sanlúcar, Delgado Zuleta, es uno de los mejores ejemplos de lo que la brisa de la desembocadura del Guadalquivir es capaz de aportar a los vinos de esta rica tierra gaditana. Con 7 años de crianza, esta manzanilla pasada es ligera, seca y muy suave al paladar. Impecable, versátil y siempre apetecible. P. V. P.: 8 €

Delgado Zuleta Manzanilla La Goya

Malvasía Volcánica Brut Nature (El Grifo)

Los vinos de suelos volcánicos como este de El Grifo también muestran salinidad y evocan recuerdos ligados al mar y la brisa marina. Malvasía Volcánica Brut Nature es espumoso muy especial, intenso y elegante, elaborado a partir de viñas prefiloxéricas que muestra con burbujas finas el potencial de los vinos de Lanzarote. P.V.P.: 26,50 €

El Grifo Malvasía Volcánica Brut Nature

Santiago Ruiz (Bodegas Santiago Ruiz)

Complejo, mineral, con cuerpo y equilibrado, la entrada golosa de este albariño histórico en Rías Baixas se compensa con una acidez agradable y refrescante, perfecta para acompañar con todo tipo de manjares del mar. Elaborado con cinco variedades autóctonas (albariño, loureiro, godello, treixadura y caiño blanco) procedentes de viñedos propios ubicados en O Rosal y criado con sus propias lías, Santiago Ruiz es además un emblema de sostenibilidad. P.V.P.: 14,95 €

Santiago Ruiz Albariño

Oceánidas Malbec (Juan Bernal)

Tal y como asegura Bodeboca, la salinidad no sólo está presente en los vinos blancos. Un ejemplo de ello es este malbec especialmente salino originado en el pago Macharnudo (Jerez) y vinificado en Ronda (Málaga). Los suelos de albariza, su cercanía al Atlántico y una elaboración que potencia su carga frutal sin enmascarar la impronta del terruño, son algunos de sus rasgos más característicos. P. V. P.: 15,90 €

Oceánidas Malbec