Juan Carlos Unzué, paciente de ELA, en una foto de archivo.

Juan Carlos Unzué, paciente de ELA, en una foto de archivo. David Morales

Salud

Un equipo internacional de científicos halla evidencias de que la ELA podría ser una enfermedad autoinmune

El hallazgo explicaría por qué la patología progresa de una forma tan rápida y dramática en algunos pacientes que la padecen.

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J.A. Gómez
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Cada año, alrededor de 900 españoles son diagnosticados con esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Aproximadamente la mitad de los pacientes muere entre 14 y 18 meses después del diagnóstico, generalmente debido a insuficiencia respiratoria. La causa exacta de la ELA ha sido desconocida durante mucho tiempo.

Ahora, científicos del Instituto de Inmunología de La Jolla (LJI) y del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia han descubierto evidencia de que la ELA podría ser una enfermedad autoinmune. Los investigadores descubrieron que las células inmunitarias inflamatorias, llamadas linfocitos T CD4+, atacan por error ciertas proteínas del sistema nervioso en personas con ELA.

"Este es el primer estudio que demuestra claramente que en las personas con ELA hay una reacción autoinmune que ataca proteínas específicas asociadas con la enfermedad", afirma Alessandro Sette, profesor del LJI, quien codirigió el estudio junto con David Sulzer, también profesor del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia.

Los investigadores encontraron que las personas con ELA producen una gran cantidad de linfocitos T CD4+ que atacan una proteína específica (llamada C9orf72), expresada en las neuronas. Este tipo de “autoataque” es la característica distintiva de las enfermedades autoinmunes.

“La ELA tiene un componente autoinmune, y este estudio nos da pistas sobre por qué la enfermedad progresa tan rápidamente”, afirma Sulzer. “Esta investigación también nos ofrece una posible dirección para el tratamiento de la enfermedad”. El nuevo estudio fue publicado recientemente en Nature.

Aunque la ELA suele progresar rápidamente, alrededor del 10% de los pacientes vive con la enfermedad durante diez años o más. El beisbolista Lou Gehrig falleció apenas dos años después de su diagnóstico de ELA. En cambio, el físico Stephen Hawking, vivió 55 años tras su diagnóstico.

Los científicos no están seguros de qué explica esta variación. Los investigadores han vinculado ciertos factores genéticos y ambientales a diferentes “subtipos” de ELA, pero no existe una explicación amplia que justifique las diferencias de supervivencia en la mayoría de los pacientes.

El nuevo estudio sugiere que el sistema inmunitario desempeña un papel importante en los tiempos de supervivencia de los pacientes.

Al examinar las respuestas de las células T en pacientes con ELA, los investigadores se sorprendieron al encontrar dos grupos distintos. Un grupo presentaba una supervivencia prevista más corta. Sus linfocitos T CD4+ inflamatorios liberaban rápidamente mediadores inflamatorios al reconocer las proteínas C9orf72.

El segundo grupo de pacientes también tenía linfocitos T CD4+ inflamatorios dañinos, pero además presentaba un mayor número de linfocitos T diferentes: linfocitos T CD4+ antiinflamatorios. Este segundo grupo también mostró tiempos de supervivencia proyectados significativamente más largos.

Los linfocitos T CD4+ antiinflamatorios son importantes porque pueden regular la enfermedad. Cuando el sistema inmunitario combate una infección viral, por ejemplo, produce células T inflamatorias para eliminar las células infectadas. Una vez que el sistema inmunitario elimina el virus, los linfocitos T CD4+ antiinflamatorios intervienen para evitar que los linfocitos T hiperactivos dañen los tejidos sanos.

Los científicos no esperaban observar este mismo proceso en pacientes con ELA. La nueva investigación sugiere que los linfocitos T CD4+ podrían reducir las respuestas autoinmunes dañinas y ralentizar la progresión de la ELA.

“Esta respuesta protectora de las células T es más fuerte en las personas con un tiempo de supervivencia previsto más largo”, señala Emil Johansson, científico visitante en el Laboratorio Sette.

Las futuras terapias contra la ELA podrían potenciar las respuestas protectoras de los linfocitos T CD4+ y reducir la inflamación dañina, afirma Tanner Michaelis, técnico de investigación del LJI y primer autor del estudio.

“Esperamos que ahora que conocemos el objetivo específico de estas células inmunes, podamos desarrollar terapias más efectivas contra la ELA”, explica Michaelis.

“Este enfoque podría aplicarse a otros trastornos como el párkinson, el Huntington y el alzhéimer”, añade Sette.

De hecho, esta nueva investigación es solo el último avance en el creciente campo de la neuroinmunología. Hallazgos recientes del Laboratorio Sette también han mostrado conexiones entre la autoinmunidad y la enfermedad de Parkinson, otra patología caracterizada por la muerte neuronal.

“Existen varias enfermedades neurodegenerativas en las que ahora tenemos evidencia clara de la participación de las células inmunitarias”, afirma Sette. “Esto se está convirtiendo en la norma de las enfermedades neurodegenerativas, más que en la excepción”.