Una niña con ictericia, la coloración amarillenta de los ojos.

Una niña con ictericia, la coloración amarillenta de los ojos. Gtres

Salud

Científicos españoles ponen cara a la rara hepatitis que afecta a niños pequeños: no tiene que ver con los virus

Un equipos de investigadores de Idipaz encuentra una firma molecular en los pacientes de esta enfermedad que no está presente en el resto.

Más información: La hepatitis A vuelve a extenderse en España: aumenta un 237% en dos años con casi 1.000 casos en 2024

Publicada

En octubre de 2021 se detectaron en Alabama cinco casos de una rara hepatitis infantil de origen desconocido. En abril de 2022, Reino Unido informó un incremento notable de esta enfermedad y la OMS emitió una alerta.

En julio de ese año se se contabilizaban más de 1.000 casos probables y 22 muertes, la mayoría en Europa y Norteamérica. Se desconocía qué causaba la enfermedad.

Luego, las cifras volvieron a la normalidad y el mundo se olvidó de ello. Pero hubo un grupo de investigadores españoles que no se dieron por vencido y siguieron del hilo hasta el final.

Este junio, tres años después de la alerta, han publicado sus conclusiones sobre esta PAHUA (hepatitis pediátrica aguda de etiología desconocida, por sus siglas en inglés) y descartan que esté causada por un adenovirus, que era la principal hipótesis.

Pero han encontrado algo más interesante: todos los casos que han estudiado comparten una misma característica, que les diferencia del resto de casos de hepatitis y de otras personas sanas. Y esto puede ayudar enormemente a su diagnóstico y tratamiento.

Empecemos por el principio. La hepatitis que todos conocemos, a las que se les pone de apellido una letra del alfabeto de la A a la E, están causadas por infecciones virales.

También existen casos de hepatitis de origen autoinmune, es decir, que es el propio cuerpo quien no reconoce el hígado como algo familiar y lo ataca.

Pero hay un pequeño número de casos en que se produce la inflamación del hígado —característica para definir la hepatitis— sin que se sepa la causa.

Suelen ser una minoría, pero Reino Unido detectó un aumento inusual en abril de 2022. La OMS emitió una alerta y muchos países comprobaron que a ellos también les pasaba, si bien la mayoría seguían reportándose desde Londres.

Misterios sin resolver

En España, el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) del Ministerio de Sanidad emitió su último informe sobre el caso en diciembre de ese año.

Se habían detectado 61 casos, sin ningún vínculo epidemiológico, de los que tres requirieron trasplante. Dos de los trasplantados, niños de 1 y 6 años, murieron. También hubo una tercera muerte que no había llegado a tiempo al trasplante.

Pero no se observó un aumento de los casos respecto a otros años, por lo que el CCAES abandonó su seguimiento.

Quedaban muchos misterios sin resolver. En un principio se había asociado la enfermedad, que afectaba a niños con una media de edad de cinco años, con la exposición a perros, pues la mayoría de los pacientes vivían en hogares con uno.

Esto no llegó a convencer: después de todo, una buena parte de las familias del mundo tiene perro.

Afinando la búsqueda, se halló un sospechoso principal: el adenovirus 41. Los cinco primeros casos identificados en Alabama dieron positivo a este virus, así como el 77% de 48 casos analizados en Reino Unido.

Los adenovirus se aislaron por primera vez en 1943 y se han descrito un centenar de tipos, de los que la mitad tiene la capacidad de infectar al ser humano.

Había un problema: el adenovirus 41 puede producir cuadros febriles, náuseas, vómitos y gastroenteritis, pero rara vez afecta al hígado y, cuando lo hace, solo en personas inmunocomprometidas.

Además, muchos pacientes de estas hepatitis tenían vómitos, diarrea o ictericia, pero no fiebre.

Una firma molecular

Un grupo de médicos e investigadores del Hospital Universitario La Paz, liderados por Eduardo López-Collazo, del Instituto de investigación de dicho hospital (Idipaz), no se quedó conforme, con estas teorías, así que decidió profundizar en el asunto.

Reunieron muestras de 24 pacientes de PAHUA que habían sido tratados en La Paz entre mayo de 2022 y enero de 2023. Les realizaron varios análisis inmunológicos y compararon sus resultados con 6 niños con hepatitis de origen autoinmune y 13 voluntarios sanos.

Solo detectaron adenovirus en el 17,6% de los pacientes, por lo que consideran "improbable" que este sea el origen de la hepatitis.

El 88,2% de los casos tenían anticuerpos frente al SARS-CoV-2, lo que indicaba que habían estado expuestos al virus. Esto pasó también en los grupos con que se les hizo la comparación.

Lo más interesante, con todo, fue la presencia de una firma molecular: Galectina-9 y sTim-3, dos moléculas relacionadas con la respuesta inmune.

La combinación de ambas moléculas diferenciaba a la perfección los casos de PAHUA de los de hepatitis autoinmune y de los voluntarios sanos. Se trataba, por tanto, de un "perfil inmunológico distintivo, con potencial de biomarcador".

Esto es crucial. Con un análisis de sangre rutinario se podría detectar cuanto antes esta firma molecular e identificar los casos de PAHUA mucho antes y detener la progresión a fallo hepático agudo: de los pacientes que aportaron muestras, 10 desarrollaron este problema, de los que uno requirió trasplante y dos murieron.

"Integrar Gal-9 y sTim-3 entre el flujo de trabajo diagnóstico rutinario tiene el potencial de transformar el diagnóstico de PAHUA, permitiendo intervenciones más tempranas y mejorar significativamente los resultados del paciente".

Así lo concluyen los investigadores en el artículo en que presentan los resultados de su trabajo, publicado en la revista Frontiers in Immunology.

Gracias a los investigadores de Idipaz se ha puesto cara a esta hepatitis, pero queda la cuestión del origen. Ellos apuntan que es probable que el SARS-CoV-2 funcione como un 'súper antígeno' que precipite la inflamación del hígado mediante un mecanismo inmune en individuos con ciertas características.