Celia Oreja-Guevara es jefa de sección en el servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Celia Oreja-Guevara es jefa de sección en el servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Salud

Oreja-Guevara, la neuróloga española que está frenando la esclerosis múltiple: "Que no degenere será como curarla"

Un ensayo en el que participa ha mostrado cómo se ralentiza la progresión en una de las formas de la enfermedad para la que no había tratamiento.

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"Si antes quedaban en silla de ruedas en diez años, ahora tardan 20". Así ejemplifica Celia Oreja-Guevara los avances en la esclerosis múltiple en las últimas décadas. Pero no es suficiente y aspira a poder frenar la enfermedad, incluso de forma definitiva. Hoy está un paso más cerca de hacerlo.

Porque esta neuróloga, jefa de sección en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, es una de las autoras –la única española– del ensayo clínico que puede marcar un antes y un después para muchos pacientes. Si todo va bien, podría cambiar la vida de la mitad de las 50.000 personas con esclerosis múltiple que hay en España.

Tolebrutinib es una pastilla que se toma una vez al día. En una investigación que acaba de ser publicada en The New England Journal of Medicine, Oreja-Guevara y un consorcio internacional de investigadores han mostrado que reduce un 30% la progresión de la enfermedad en comparación con el placebo.

"Sigue habiendo progresión pero es más lenta", explica a EL ESPAÑOL. "Reducir un tercio es bastante. Lo ideal sería un 80%, sería una estabilidad total". Se muestra confiada en que los próximos medicamentos que están por llegar lo conseguirán. Y, "mientras no podamos curar, si hacemos que no progrese la enfermedad, que no degenere, es como curarla".

Recapitulemos. La esclerosis múltiple es una enfermedad que afecta a unas 50.000 personas en España, tres cuartas partes de ellas son mujeres. Los primeros síntomas comienzan en torno a los 25-30 años y en los últimos tiempos la frecuencia de aparición parece haber aumentado.

No se manifiesta de una misma manera en todas las pacientes sino que puede hacerlo mediante brotes que pueden durar semanas o meses o a través de una degeneración progresiva.

Los avances en el tratamiento de la esclerosis múltiple se han dado sobre todo en el manejo de los brotes, producto de la inflamación. En la progresión subyacente no ha habido tanto éxito.

"Casi todos los pacientes con esclerosis múltiple recurrente a brotes, con el tiempo, pasan a una fase progresiva", explica la especialista, que es coordinadora del grupo de esclerosis de la Academia Europea de Neurología. "Es lo que se llama esclerosis múltiple secundaria progresiva".

Objetivo, la microglía

La experiencia internacional de Oreja-Guevara (ha trabajado en Italia y Alemania, donde estuvo más de diez años) le ha permitido tener muchos contactos y formar parte de consejos científicos asesores de distintos laboratorios farmacéuticos.

"Empezamos a buscar medicamentos que pararan esa progresión y llegamos hasta los inhibidores de la tirosina quinasa de Bruton, que ya se utilizaban para otras enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide".

Estos tratamientos no solo actuaban sobre las células B (que forman parte del sistema inmune y están implicadas en la neurodegeneración de la esclerosis múltiple) sino también sobre la microglía, células del sistema nervioso que se encargan de la eliminación de residuos y que también juegan un papel en esta enfermedad.

La ventaja, además, de estas moléculas es que su pequeño tamaño les permite atravesar la barrera hematoencefálica, un muro que impide que lleguen al cerebro agentes extraños como virus o bacterias pero que también dificulta las cosas a la hora de llevar tratamientos a la casa de las neuronas.

"Un grupo de neurólogos, sobre todo americanos pero también algunos europeos, estuvimos viendo varias posibilidades y les planteamos a varios laboratorios que buscaran candidatos".

Un primer medicamento no obtuvo los resultados esperados, pero tolebrutinib (desarrollado por Sanofi, que diseñó y financió los ensayos clínicos) sí que dio muestras de eficacia en las primeras pruebas.

El reto era hacerlo en un número importante de pacientes de esclerosis múltiple secundaria progresiva, ya que actualmente no hay un tratamiento que logre frenar su degeneración. En el ensayo en fase 3 (el previo a la aprobación de medicamento) participaron hospitales de todo el mundo, incluidos 16 españoles, y reunión a 1.131 pacientes, de los que 754 recibieron tolebrutinib y el resto placebo.

Después de más de dos años, vieron que hubo progresión de la enfermedad de forma sostenida en el 30,7% de las personas del grupo que recibió placebo, por el 22,6% del grupo que tomó el fármaco experimental. "Si tras un tiempo, una persona que ya usaba bastón tenía que usar dos o un par de muletas", cuenta Oreja-Guevara, "ahora podía seguir más tiempo con el bastón".

Sin embargo, "lo más interesante" para ella "es que en otro estudio paralelo, de pacientes con brotes, la inflamación se reducía de la misma manera que el tratamiento con el que se hizo la comparativa. Ya teníamos otros tratamientos que reducían los brotes, pero hemos visto que estos pacientes, que están en una primera fase de la enfermedad, con mucha inflamación pero poca degeneración, también se reducía la progresión".

Esto es importante porque implica que se puede frenar la degeneración desde un principio. Es decir, que se puede actuar sobre aquellas personas que todavía no necesitan llevar bastón. "El gran valor del estudio es que se puede aplicar a muchos pacientes porque está reduciendo la degeneración de la enfermedad, que es independiente de la inflamación".

Estos datos ya han sido enviados a las agencias reguladoras para que valoren la aprobación del fármaco. "Que se utilice para todo tipo de progresión o solo para la secundaria progresiva va a ser más bien una cuestión política y económica", considera. "Si se usa para la progresión en general, el tratamiento podría afectar a un 50% de los pacientes de esclerosis múltiple. Si solo la dejan para las secundarias progresivas, llegará a un 25%".

Pero la esperanza, sigue contando, está en los que están por venir. "Un segundo medicamento tendrá resultados en 2026 y otro, probablemente, lo hará en 2027. Todos aprenden del anterior e irán mejorando". Por eso se muestra confiada en que, si al menos la curación está lejos, sí se pueda frenar la progresión. "Esto sería como curarla".