El actor, en una de sus últimas apariciones públicas.
La muerte de Val Kilmer y la fragilidad del superviviente del cáncer: dolor, neumonía o daños coronarios
La mejora en los tratamientos ha permitido mayores supervivencias, si bien las terapias dejan algunas secuelas que hay que vigilar de cerca.
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Val Kilmer fue diagnosticado de un cáncer de garganta en 2014 que le fue operado y tratado con quimio y radioterapia, si bien él aseguraba, como miembro de la secta de la Ciencia Cristiana, que era la oración la que lo había curado. Diez años después del diagnóstico, su muerte por una neumonía a los 65 años nos recuerda que el cáncer deja una huella a largo plazo en la salud que, muchas veces, no se tiene en cuenta.
Se estima que en Europa hay unos 12 millones de supervivientes al cáncer, unos dos millones en España. Por eso, uno de los objetivos del Plan Europeo Contra el Cáncer que puso en marcha la anterior Comisión era la atención al superviviente y mejorar su calidad de vida.
"Cada vez somos más conscientes del aumento de largos supervivientes, que antes no teníamos, y, a su vez, de las necesidades que tienen a nivel físico, psicológico y social", apunta Elena Brozos, oncóloga del Hospital Clínico de Santiago de Compostela y miembro del grupo de Largos Supervivientes de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
"Los tratamientos que aplicamos son más efectivos y los pacientes viven más, se curan más o se mantienen estables durante más tiempo. Pero, debido a los diferentes tratamientos, también vemos un mayor número de secuelas que hace que tengan más problemas de salud".
Porque una vez que finalizan y comienzan a espaciarse las revisiones, quedan algunas secuelas, en mayor o menor grado. Un estudio de la Asociación Española Contra el Cáncer aseguraba que el 36% de las supervivientes al cáncer de mama tenían una mala calidad de vida.
Esto era causado, entre otras cosas, por el dolor y la fatiga. Un 46% afirmaba sentir dolor con frecuencia, muy a menudo o siempre, incluso un 33% de las mujeres presentaban dolor crónico frecuente a pesar de haber transcurrido años desde el fin del tratamiento.
Además, el 59,8% se sentía cansada a menudo y el 50,1% tenía problemas cognitivos como la dificultad para concentrarse o recordar cosas.
Estos problemas y muchos otros están recogidos en el protocolo andaluz para largos supervivientes de cáncer, puesto en marcha recientemente y uno de los primeros en nuestro país en centrarse en las necesidades de las personas que han superado el tumor primario.
Entre los efectos secundarios, muchas veces secuela de los tratamientos utilizados,se encuentra la neuropatía periférica, la pérdida de masa ósea, la aparición de otros tumores (son más frecuentes, normalmente por predisposición genética, en aquellas personas que ya han pasado por un cáncer), la insuficiencia cardíaca o el daño coronario.
La cardiotoxicidad o daño cardiaco provocado por la terapia es algo conocido por los especialistas médicos. "Estos daños pueden ser reversibles o no pero requieren un manejo multidisciplinar para prevenirlos, anticiparlos o frenarlos. Si no son detectados a tiempo, pueden conllevar a un aumento de la mortalidad", indica Brozos.
Riesgo de neumonías
Entre los problemas más comunes a largo plazo no suele encontrarse la neumonía, si bien un estudio realizado en Japón y publicado en 2022 en la revista Cancer Medicine acusaba de un aumento de las neumonías en los supervivientes a ciertos tipos de cáncer.
Aunque señalaba que, en general, el largo superviviente —aquel que vive más de cinco años tras el diagnóstico— no tenía un riesgo mayor que el resto de la población, este se mantenía más alto en tumores extendidos, así como en los cánceres de pulmón, esófago y cabeza y cuello.
La oncóloga Brozos indica que "quimio e inmunoterapia pueden debilitar los tejidos y hacerlos más vulnerables a complicaciones infecciosas" y apunta que, en el caso de la inmunoterapia, pese a tener menos efectos secundarios, "podría provocar una hiperactivacion del sistema inmune con efectos inmunomediadiados tardíos cuya presentación la vemos tiempo después de haber finalizado su administración".
Además, al ser relativamente reciente (apenas lleva una década usándose en nuestro sistema de salud), "hacemos un seguimiento estrecho de los pacientes a largo plazo para detectar de forma precoz los problemas que puedan aparecer".
El fenómeno de los largos supervivientes al cáncer ha pasado de ser algo reducido a cada vez más frecuente, por lo que no son demasiadas las investigaciones al respecto. Sin embargo, Brozos lo ve con optimismo: "Antes no teníamos la oportunidad de estudiar a largos supervivientes porque no había muchos. Ahora se están incrementando los estudios, tenemos la oportunidad de mejorar la salud y la calidad de vida de estas personas".