Ethel Eljarrat, directora del IDAEA-CSIC.

Ethel Eljarrat, directora del IDAEA-CSIC.

Salud

Ethel Eljarrat, la sabia del CSIC que alerta sobre el daño de los microplásticos: "Ahora mismo, tú y yo los estamos respirando"

La investigadora del CSIC explica que, a pesar de que es evidente que nuestros cuerpos almacenan plástico, todavía no conocemos todos sus efectos.

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Los océanos del planeta cuentan con cinco nuevas islas que no encontrarás en ningún globo terráqueo. Se han ido descubriendo entre la última década del siglo XX y las dos primeras del XXI, pero no son ningún paraíso: están formadas por los plásticos que hemos tirado todos los países al mar. De la misma manera, los científicos están encontrando ahora otras islas de plástico, mucho más pequeñas, que se acumulan dentro del cuerpo humano.

La última investigación en este sentido, publicada en la revista Nature Medicine, alerta de que se han encontrado microplásticos en el mismísimo cerebro humano. "El análisis de muestras tomadas a 52 personas que fallecieron entre 2016 y 2024 revela que las concentraciones de partículas de micro y nanoplásticos son mayores en el cerebro que en el hígado o en los riñones", explica este artículo de EL ESPAÑOL.

El problema, además, parece ir a peor. Según los autores de ese mismo estudio, a lo largo de los años que duró el estudio se fueron encontrando cantidades cada vez mayores de microplásticos en los cuerpos. Cada vez es más evidente que nuestro organismo alberga estos materiales, pero todavía falta investigación, en referencia a cuáles pueden ser las consecuencias. Por el momento, no se han asociado con enfermedades concretas.

Eso sí, Ethel Eljarrat, directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (IDAEA-CSIC), explica que podemos esperar que existan esas consecuencias. "No, no hay suficientes estudios sobre los efectos que implican, pero cuando hablamos de microplásticos debemos tener en cuenta que cada uno de ellos está formado por polímeros, pero también por sustancias químicas".

Es decir, los microplásticos presentan una doble amenaza: por una parte, son pedazos de materiales que viajan por el organismo y pueden infligir daño físico, pero también contienen químicos que pueden ser tóxicos. "Se utilizan más de 12.000 químicos en los distintos plásticos para que tengan ciertas propiedades, pero ya sabemos que muchos de estos compuestos sí pueden ser tóxicos para la salud en ciertas cantidades", apunta Eljarrat.

Daños químicos y físicos

"Hay que hacer mucho énfasis en esto: un microplástico no es sólo un trocito, sino también los químicos que lleva", insiste la experta. Que estos microplásticos pululen por nuestro cuerpo es preocupante, y no sólo porque no sea natural. La experta advierte que muchos de los químicos que se usan en los plásticos son disruptores endocrinos. "Quiere decir que alteran el funcionamiento de las hormonas y esto se relaciona con enfermedades".

Problemas de tiroides, de atención, efectos neurotóxicos y una posible mayor incidencia de diabetes, alzhéimer y de algunos tipos de cáncer. "No es que hoy te vayas a tomar un té de bolsita y mañana te vaya a dar cáncer, no es inmediato. Pero el problema es que estamos expuestos a los microplásticos de una manera crónica", precisa la científica. Ahora bien, a los microplásticos se les ha llegado a relacionar incluso con la salud cardiovascular.

"En estudios muy preliminares realizados a pacientes con problemas cardiovasculares se han encontrado microplásticos en sus arterias. Al hacerse un seguimiento se encontró que estos microplásticos en los vasos sanguíneos se asociaron con un mayor riesgo de ataque cardíaco", explica Eljarrat. "Claro, estos pacientes tenían cardiopatías previas y por eso la relación no es tan sólida. No hay grandes certezas, pero podemos imaginar que los microplásticos implican problemas".

Por esta razón, Eljarrat explica que la investigación está volcada en investigar esos efectos y el objetivo de determinar qué niveles de microplásticos en el organismo son seguros para la salud todavía está muy lejos: "Quedan años". La experta señala que investigar estas partículas es muy complicado porque aunque nos referimos a todas ellas como "microplástico", en realidad, cada una de ellas es un mundo.

"La toxicidad de estas partículas depende de muchísimos aspectos: de cuál sea su tamaño, su forma —algunos tienen forma de fibras textiles, otros de bolitas—, los compuestos químicos que cada uno lleve asociado. No es una sola cosa, son todas", advierte la investigadora. Un microplástico es aquel pedazo que mide cinco milímetros —lo que mide un grano de arroz— o menos. Pero ahora ya se están explorando los nanoplásticos, que son los que miden menos de un nanómetro, la milmillonésima parte de un metro.

Cuanto más pequeños son, más capacidad tienen de dañarnos, explica Eljarrat. "La primera vez que se encontraron microplásticos en el cuerpo humano fue en las heces. Si aparecen ahí es que una parte se queda dentro, aunque otra se expulsa. También se han encontrado en la leche materna y si están ahí es que se han acumulado en el cuerpo durante un buen tiempo. ¿En qué cantidad? Ni idea", cuenta la experta.

Inhalados o ingeridos

Los microplásticos se llevan investigando desde hace poco más de una década y, por eso, todavía no hay grandes respuestas. Por ejemplo, los expertos no están seguros si entran más frecuentemente en nuestro cuerpo a través de su inhalación o su ingestión: "No es fácil calcularlo, los expertos pensamos que es un 50-50. La mitad los inhalamos y la otra mitad entra a través de lo que comemos".

"Ahora mismo, tú y yo estamos respirando microplásticos. Fíjate en cuántos materiales de plástico hay a tu alrededor, todos van echando poco a poco pequeñas partículas. Les da el sol y luego con un roce se desprenden los microplásticos. Son procesos muy largos en el tiempo, pero el problema está en que nos exponemos todo el tiempo porque el plástico está por todas partes", sostiene la experta.

En los últimos años se ha señalado al pescado como uno de los alimentos que alberga más partículas de este tipo. Sin embargo, Eljarrat cuenta que "aunque dejásemos de comer pescado, seguiríamos teniendo microplásticos en el cuerpo. Es cierto que el pescado puede tener microplásticos, pero para nada es el alimento más contaminado. Los postres azucarados tienen muchísimos plastificantes, por ejemplo".

Ahora bien, los alimentos más dañinos son los que vienen en envases de plástico y en él se calientan. Es decir, bolsitas de té, vasitos de arroz que se preparan en el microondas o los biberones que esterilizamos poniéndolos en agua hirviendo. "Estos productos son los que más microplásticos expulsan, el calor hace que migren en gran medida. La migración a temperatura ambiente, como en las botellas de agua, también ocurre, pero en menor medida", repasa la experta.

"Sí, hemos prohibido las pajitas y otros muchos plásticos de un solo uso, pero la producción de este material en el mundo sigue sin tocar techo. Cada año se produce más plástico que el anterior", lamenta Eljarrat. "Lo único que podemos hacer es intentar exponernos menos en el futuro a ellos, prevenir, aunque todavía no conozcamos todos sus efectos. Cada uno podemos evitar esos envases de plástico que se calientan, pero a nivel global deberíamos poner coto a este problema".