TAC infantil. Vall d'Hebron Institut de Recerca VHIR | Flickr

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Salud

Un gran estudio liderado desde España relaciona el uso del TAC en niños con un mayor riesgo de cáncer

Los investigadores subrayan que, aunque el riesgo de sufrir cáncer por la radiación es muy bajo, se puede reducir aún más con la prevención.

9 noviembre, 2023 16:59

Por cada 10.000 niños o adolescentes que se han sometido a una prueba de Tomografía Axial Computarizada (TAC), uno o dos desarrollará un cáncer de la sangre -leucemia, linfoma o mieloma- relacionado con esta prueba diagnóstica. Esta es la conclusión del estudio EPI-CT, liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) con el impulso de la Fundación "la Caixa", y que ha contado con datos de cerca de un millón de pacientes de toda Europa.

Los resultados, publicados en Nature Medicine, confirman una asociación "fuerte y clara" entre la exposición a la radiación durante el TAC antes de cumplir los 22 años y un incremento del riesgo de desarrollar un cáncer de la sangre. Según los autores, estos datos ponen de manifiesto la importancia de "seguir aplicando estrictas medidas de protección radiológica, especialmente en la población pediátrica", y valoras alternativas de exploración cuando el TAC no es indispensable.

"La radiación aumenta el riesgo de cáncer cuando está en niveles más altos, pero los TAC emiten niveles activamente bajos", explica a EL ESPAÑOL Elisabeth Cardis, jefa del Grupo de Radiación de ISGlobal y coordinadora del análisis. "Sin embargo, su uso se ha ido incrementando muchísimo porque salva vidas, y ya se hacen a más de un millón de niños en Europa cada año".

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La especialista subraya que la intención del estudio no es generar alarma. "Queremos asegurarnos de que los pacientes estén bien protegidos, que las dosis estén optimizadas para cada tipo de evaluaciones y que se valore caso por caso si se puede hacer otra tipo de exploración". Así, con los datos recopilados por EPI-CT, los investigadores pudieron calcular para cada persona la dosis de radiación absorbida a nivel de médula ósea, el órgano que produce las células sanguíneas.

Al vincular esta información con los registros nacionales, se pudo identificar qué personas desarrollaron un cáncer de la sangre años después. El seguimiento se prolongó durante una media de 7,8 años. Sin embargo, para aquellos que se sometieron a un TAC ya en los años ochenta o noventa, se ha podido determinar una posible incidencia del cáncer hasta más de 20 años después de la primera prueba.

Los resultados muestran una clara asociación entre las dosis totales de radiación absorbidas por la médula ósea procedentes de las tomografías computarizadas y el riesgo de desarrollar tumores malignos, tanto mieloides como linfoides. Una dosis de 100 mGy incrementa el riesgo de desarrollar un cáncer de la sangre por un factor de aproximadamente 3. De este modo, una exploración típica actual con una dosis media de unos 8 mGy aumentaría en un 16% el riesgo de cáncer.

"En la mayoría de los hospitales pediátricos se hace un muy buen trabajo de optimización, pero los criterios varían entre centros, entre países y con el tiempo. Pensamos que sería útil tener niveles de referencias comunes", valora Cardis. "Cuando se empezó a utilizar los TACs en niños, se usaban los mismos parámetros técnicos que con los adultos pese a que tienen órganos más pequeños. Eso les llevaba a recibir dosis más altas. Por eso en los últimos 15 años se han desarrollado muchos protocolos específicos según la edad y el tamaño, y eso ha funcionado muy bien".

"Uno o dos casos de cada 10.000 parece mucho, pero a nivel individual es un riesgo menor que el coger el coche", apunta la radióloga. "Queremos minimizar el número de cánceres, pero hay que tener en cuenta que el aumento de la incidencia es pequeño. Los TACs son importantes para la salud: si los padres están preocupados, lo mejor es dialogar con su médico o el patólogo para saber hay alguna alternativa para minimizar los riesgos", concluye.