Aferrarse al rencor causa más probabilidades de depresión severa y otros trastornos.

Aferrarse al rencor causa más probabilidades de depresión severa y otros trastornos. Fotograma de 'El padrino'

Salud Psicología

De la depresión al cáncer y el envejecimiento precoz: los riesgos para la salud de no perdonar a tiempo

La imposibilidad de perdonar está conectada con diversas dolencias. Sin embargo, esta cualidad necesita de entrenamiento.

2 mayo, 2023 01:22

El perdón es un acto presente en nuestras sociedades, prácticamente, desde que el mundo es mundo. Sólo hay que ver cuál es una de las frases más citadas de la Biblia: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Todas las lecciones morales que se desprenden de esta acción están orientadas a que no se aplique aquello también célebre del ojo por ojo, pero parece que, además, puede tener implicaciones positivas para nuestra propia salud.

Así lo defiende la línea de investigación de Everett Worthington, profesor emérito de la Universidad Virginia Commonwealth (Estados Unidos) y uno de los mayores expertos mundiales en la ciencia del perdón. Aunque lleva unos años retirado de la docencia, su labor sobre el campo continúa y este fin de semana presentaba en la Universidad de Harvard (Estados Unidos) los resultados de su último trabajo, el cual confirma que el rencor está asociado con enfermedades como la ansiedad y la depresión.

Para el estudio, cuyos resultados se han adelantado antes de la revisión por pares para poder ser presentados en la conferencia, se realizó un ensayo controlado aleatorio con 4.598 participantes, la muestra para este tema más grande hasta la fecha. Con una mitad se puso en práctica intervención psicoterapéutica para olvidar enfrentamientos del pasado y perdonar. La otra sirvió como control. A las dos semanas, en aquellos que pertenecían al primer grupo se redujeron los niveles medidos de ansiedad y depresión, lo que deja en evidencia la conexión entre ambas realidades y la efectividad de las terapias dirigidas hacia esta línea.

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Los hallazgos de esta investigación son el colofón de la dilatada carrera de Worthington en el estudio del poder del perdón, que en 2015 despuntó con la publicación junto a dos colegas de un conocido análisis en el que desgranaba cuál era el mecanismo potencial que conecta la ausencia de rencor con una buena salud. Según sugiere, todo comienza con el alivio del estrés.

Hasta ese momento, existía evidencia de que el acto de perdonar podía generar grandes recompensas para su salud, reduciendo el riesgo de ataques cardíacos, mejorarando los niveles de colesterol y el sueño y la presión arterial. La pregunta era cómo.

Un problema interconectado

A priori, la conexión con el estrés puede parecer poco relevante, pero lo cierto es que esta reacción natural de nuestro cuerpo, si se produce de una manera desmedida e incontrolada puede causar grandes estragos en nuestra salud. Worthington estaba en lo cierto. Relacionado principalmente con problemas cardiovasculares, incluso se le ha llegado a conectar con el cáncer. Su última plaga, de hecho, salía a la luz este fin de semana. Una investigación de la revista Cell Metabolism lo relacionaba un envejecimiento más rápido.

Si bien, el estudio de Cell asegura que dicho daño se revierte si la causa que origina el estrés desaparece, algo que linda con el poder dejar ir al rencor. "El perdón permite dejar de lado factores estresantes crónicos que nos causan una carga indebida", señala Worthington en su trabajo.

El psicólogo, además, no es el único que ha ahondado en la conexión entre el perdón y la salud. En 2009, un metaanálisis publicado en la Journal of the American College of Cardiology advertía que el rencor y la ira están asociados con mayor riesgo de enfermedad cardíaca.

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También es pertinente la línea de investigación del catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco Enrique Echeburúa, que tiene publicada con su institución una revisión en la que investiga el tema. "El perdón puede tener unos efectos psicológicos positivos: no vivir atormentado, sacudirse del yugo del pasado, mejorar la salud (por ejemplo, dormir mejor, estar más relajado, consumir menos fármacos), reconciliarse con uno mismo y recuperar la paz interior. En cierto modo, perdonar no es hacer ningún favor a nadie, sino hacérselo a uno mismo", describe.

Los problemas de perdonar

Llegados a este punto, vencer el rencor parece algo casi perentorio para tener una buena vida, pero hay que matizar que el perdón no es algo fácil ni que esté, a priori, al alcance de todos. Primero, porque hay características que hacen a las personas menos proclives hacia este acto. Como desgrana Echeburúa, las personas inseguras, especialmente las más desconfiadas y narcisistas, tienden a percibir las ofensas como severas, manifiestan un mayor nivel de resentimiento y son más reticentes a conceder el perdón.

Segundo, porque la gente no suele tener claro qué supone el acto de perdondar. No es olvidar un agravio, sino "colaborar conscientemente a que la herida se cicatrice y luego aprender a vivir con esa cicatriz".

Y, ojo, porque ni la persona más formada del mundo es capaz de apartar el rencor de golpe, sobre todo si hay de por medio una situación de tremenda injusticia. Aquí, Worthington tiene mucho que decir. En 1996, su madre murió asesinada, un evento que le puso contra las cuerdas de su propia investigación. "Y ahí estaba yo, alguien que había estudiado el perdón, lidiando con un problema mucho más serio que todo lo que había experimentado antes", cuenta The Washington Post que dijo.

Con entrenamiento y el paso de los años, consiguió olvidar el rencor hacia el asesino de su madre, pero no por ello su deseo de que se hiciera justicia y fuera encerrado en prisión. Trayendo aquí las palabras de Echeburúa, cerró la herida y supo vivir con ella, sin dejar que los sentimientos negativos socavaran su salud mental.