La doctora Anna Lluch lleva más de 40 años tratando a pacientes con cáncer de mama.

La doctora Anna Lluch lleva más de 40 años tratando a pacientes con cáncer de mama. INCLIVA

Salud ENTREVISTA

Doctora Lluch, la sabia del cáncer de mama que se niega a jubilarse para seguir salvando a mujeres

A sus 72 años, Ana Lluch, coordinadora del Grupo de Investigación de biología en Cáncer de Mama-INCLIVA, acumula más de una decena de premios y ha tratado a más de 10.000 mujeres.

18 octubre, 2022 03:09

Cualquiera que acuda al Hospital Clínico Universitario de Valencia se encontrará con una consulta en la que se atiende a pacientes con cáncer de mama de una forma pausada y atenta. Es la de la doctora Anna Lluch (Valencia, 1949), que compagina esta labor con la de catedrática de Medicina y coordinadora del Grupo de Investigación de Biología en Cáncer de Mama-INCLIVA.

No cobra por ninguna de estas obligaciones. Aunque Lluch no las entiende como tal, pues en 2020, cuando le llegó la hora de colgar la bata, decidió voluntariamente continuar trabajando. Pudo hacerlo gracias a un permiso especial que le condecieron como 'doctora emérita', una figura que en realidad no existe en la sanidad pública. Eso sí, también pidió que no se la retribuyera a partir de entonces. Ahora tiene 72 años, y después de haber visto a más de 10.000 mujeres con cáncer de mama, se niega a jubilarse mientras pueda seguir ayudando en esta profesión que ejerce por amor a sus pacientes.

Aunque esté de enhorabuena por su reciente galardón en la IV Edición de los Premios Médicos y Pacientes, prefiere quitarse mérito. Considera que es porque los pacientes son muy agradecidos con ella. Pero siempre que recibe uno no lleva la cuenta, pero le han otorgado ya una decena de premios—, le gusta recordar que nunca es un premio a una persona, sino a todo un colectivo. EL ESPAÑOL habla con esta eminencia de la oncología nacional con motivo del Día Internacional de Lucha Contra el Cáncer de Mama, que se celebra este 19 de octubre. 

Lleva 40 años ejerciendo esta profesión y ha dedicido no jubilarse. Se entiende que su decisión de dedicarse a la medicina fue vocacional.

Sí, yo desde pequeña quería ser médico por ayudar a los demás y para quitar la angustia que la gente suele tener cuando acude a una consulta. Es un deber que tenemos los médicos.

¿Intentaron evitar en su familia que se dedicara a la medicina, teniendo en cuenta las circunstancias de la época en la que tomó esta decisión?

Bueno, todos me dijeron que por ser mujer lo iba a tener más difícil. Y es verdad que las mujeres tenemos que demostrar tres veces más que somos válidas. A los hombres se les da por supuesto. Aunque si las mujeres nos proponemos un reto, somos capaces de conseguirlo. En la medicina, como en cualquier otro campo. Por el hecho de ser mujer también vas a tener otras dificultades como la conciliación laboral.

También he tenido un marido que me ha ayudado mucho y si uno no podía, se quedaba el otro a cuidar de nuestros tres hijos. En este sentido, no he tenido dificultades. Pero sí que por el hecho de ser mujer, he tenido que demostrar lo que valgo doblemente.

Al igual que la medicina, ¿elegir la especialidad de Oncología fue también vocacional?

No, la Oncología fue posterior. Cuando terminé mis estudios, mi idea era dedicarme a la medicina rural. Pero luego cambié cuando vi todo lo que quedaba por estudiar en Oncología. Por ejemplo, cuando yo empecé solo existían cuatro o cinco medicamentos y no se había descubierto el genoma. Me inquietaba mucho todo lo que faltaba por estudiar, así que fue un reto que yo quise recorrer y del que nunca me he arrepentido.

Volvería a dedicarme a la Oncología porque es una especialidad en la que se necesita todavía mucha investigación y asistencia médica. A mí me enamoran las pacientes de cáncer de mama. 

[El cáncer de mama se expande con más eficacia por la noche, según un nuevo estudio]

De hecho, a sus 72 años sigue pasando consulta. ¿Cómo consiguió que le concedieran este permiso?

Pues a los 70 años finalizaba mi período como catedrática de Medicina en la Universidad de Valencia, pero me concedieron el cargo de catedrática emérita. Sigo apoyando y dirigiendo trabajos de investigación además de coordinar el Grupo de Investigación de Biología en Cáncer de Mama-INCLIVA.

En el Hospital de Valencia fue más complicado porque no existe la figura de 'médica emérita' en la sanidad pública. Aunque conseguí que me dieran un permiso especial. Yo les dije que no quería cobrar nada. Paso consulta los mismos días que cuando era jefa del Servicio de Hematología y Oncología del Hospital Clínico Universitario de Valencia. Pero ahora tengo más tiempo para ayudar a las nuevas pacientes. Me encuentro muy a gusto pudiendo ayudar todavía. Y también me mantiene viva el hecho de tener que estar al día de los nuevos avances y tratamientos que surgen. Esto es todo un reto.

¿No ha sentido nunca el 'síndrome del trabajador quemado'?

No, nunca he estado quemada de mi trabajo porque creo que lo más importante es tener las cosas claras. Es decir, si hay un paciente que sé que no puedo curar, tengo que saberlo y acompañarlo en esta fase de enfermedad terminal.

Yo he tenido la suerte de dedicarme siempre al cáncer de mama, que cuenta hoy en día con muchas posibilidades de curación. Entre el 80 y el 85% de las mujeres consiguen superarlo. Esta buena noticia es muy importante. Pero no hay que perder de vista cuándo se trata de curar y cuándo de paliar.

¿Cómo se han tomado en su casa que haya pedido un permiso para continuar trabajando?

Pues ya me conocían y sabían que lo iba a hacer. Tengo seis nietos, de los que se ocupa más mi marido que yo. Siempre he tenido la libertad para poder dedicarme a lo que más me gusta.

¿No se encuentra entonces la jubilación entre sus próximos planes?

No, para nada. Además, como no cobro nada, pues no tengo una fecha límite para dejarlo. Así que mientras me sienta con la capacidad de poder ayudar, lo seguiré haciendo.

¿Cuáles diría que han sido los principales avances en el tratamiento del cáncer de mama desde que usted empezó?

Pues he notado muchos cambios. Sobre todo porque yo no solo me he dedicado a ver pacientes en consulta, sino que también he investigado y he dado clases en la Universidad. He tocado las tres patas que, en mi opinión, le hacen falta a un médico.

Por ejemplo, antes dábamos quimioterapia a todas las pacientes una vez estaban operadas. Ahora hemos conseguido que entre un 35% y 40% de las mujeres no la reciban, consiguiendo así una mejora en su calidad de vida. Esto es gracias a los perfiles genómicos que nos permiten saber a qué paciente le puede servir la quimioterapia y a quién no. También tenemos multitud de fármacos que son mucho más específicos y eficaces que han hecho que la curación desde los años 90 haya aumentado de manera exponencial en el cáncer de mama. Además, se trata de medicamentos eficaces que producen menos efectos secundarios.

Pese a todos estos avances, ¿sigue siendo una enfermedad temida el cáncer de mama?

Sí, las mujeres todavía temen a esta enfermedad porque es el cáncer más frecuente en España, con 39.000 casos nuevos cada año. Y nuestra sociedad todavía no se ha quitado de la mente que cáncer no es igual a muerte. Y menos en cáncer de mama.

La incidencia de cáncer de mama sigue aumentando. No la hemos parado. No sabemos los factores, sí que se conocen algunos factores de riesgo como, por ejemplo, el embarazo, el estrés, una mala alimentación o la falta de ejercicio. Todo ello contribuye a que haya un número tan importante de mujeres con cáncer de mama. Pero no hay una sola causa para que la podemos erradicar.

¿No veremos entonces una tasa de supervivencia del 100%?

Ojalá. Yo creo que sí, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer. Tenemos que investigar mucho más. A día de hoy esto resulta más sencillo gracias a la tecnología con la que contamos, que nos está sirviendo para conocer mejor esta enfermedad. Aunque aún no podemos decir que el 100% de las mujeres con cáncer de mama se van a curar.

Tras haber atendido a más de 10.000 pacientes con cáncer de mama, ¿recuerda alguna que le haya marcado por encima de todas?

Bueno, cada paciente es una enfermedad diferente. Yo sí que les digo que no tienen que fijarse en la compañera que tienen al lado, se haya curado o no. Tengo muchas pacientes jóvenes con proyectos de vida que, a veces, se truncan. Pero no siempre termina siendo así. Por eso les invito a que luchen por ellos porque no sabemos si al final sí que van a poder realizarlos.

¿Existen riesgos en las pacientes que se reconstruyen los senos con implantes?

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No hay ningún problema. Hay un 60% de pacientes con cáncer de mama a las que no se le extirpa la glándula mamaria, sino que se le extrae el tumor y un centímetro de tejido sano alrededor. Así, las mujeres salen del quirófano con su mama. Y luego lo único que necesitan es recibir radioterapia.

Las que sí precisan extirpar la glándula mamaria pueden salir del mismo acto operatorio con su glándula simulada. O si no, posteriormente se reconstruye la glándula mamaria con tejido muscular o se pone una prótesis. Sí que ha habido una alarma con este tema, pero las pacientes que lleven una prótesis no tienen nada que temer.

¿Colocaría a España en la Champions League de la investigación del cáncer de mama?

Sí, puedo decirlo con toda seguridad. En el cáncer de mama y en otros muchos, España está en la vanguardia de lo que hoy se está haciendo. Hoy ninguna mujer tiene que marcharse a otro país para tratarse un cáncer de mama.

Sin embargo, cada vez hay más médicos que solicitan el certificado de idoneidad para trabajar fuera de España.

Sí, es verdad que se nos van investigadores y médicos que serían muy válidos aquí. Además, luego les cuesta mucho volver porque nuestra sociedad no valora en su justa medida el que una persona se haya ido fuera para adquirir unas capacidades que después podría desarrollar en España. No parece que hayamos aprendido con la pandemia. Para nada.