Ya son más de 37 millones las personas vacunadas de la Covid en España.

Ya son más de 37 millones las personas vacunadas de la Covid en España. EFE

Salud Covid-19

La píldora no acabará con la Covid: por qué urge vacunar a los 4 millones de españoles que faltan

La capacidad de mutar del virus y la posibilidad de generación de resistencias instan a tomar precaución a pesar de las buenas noticias.

11 noviembre, 2021 06:03

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En las últimas semanas, España ha recibido varias felicitaciones por su lucha contra la Covid-19, respaldado el esfuerzo de las administraciones central y autonómicas para llevar las vacunas a todos los rinconces del país, actuación que ha merecido el aplauso de la revista científica The Lancet y del director para Europa de la Organización Mundial de la Salud, Hans Kluge.

Nuestro país está aguantando el empujón que está dando la Covid en Europa, que está poniendo en apuros a países como Reino Unido, Alemania, Dinamarca o Países Bajos, con incidencias disparadas. A su lado, el aumento, leve pero sostenido, de los indicadores en España llevan a algunos expertos a pensar que la capacidad de aguante de España en esta oleada Covid europea se debe, en buena parte, a la cobertura vacunal.

No en vano, los datos de vacunación españoles siguen siendo la envidia en el continente. Con 37,4 millones de personas vacunadas con la pauta completa y dos millones de terceras dosis adminitradas, casi uno de cada diez individuos (88,8% de la población diana) con opción a vacuna están protegidos frente al virus.

Con todo, antes de lanzar las campanas al vuelo hay que reparar en ese uno restante de cada diez españoles. Sumados, suponen más de 4 millones de personas que todavía no ha recibido la pauta completa de vacunación y que pueden pensar que la llegada de los nuevos antivirales les solucionará la papeleta si caen infectados, pero hay dos detalles en que pueden no haber reparado y que pueden actuar de pinza: la capacidad de mutación del virus y las resistencias que pueda generar en los fármacos.

No se trata únicamente de conseguir una cobertura vacunal completa para alcanzar una inmunidad de grupo, polémico concepto del que todo el mundo parecía haberse olvidado –al menos, hasta la llegada del artículo de The Lancet– tras la llegada de la variante delta, mucho más transmisible. Se trata, sencillamente, de que la capacidad de mutación del virus se ve afectada por la cobertura vacunal. Es decir, aunque las vacunas no cortan la transmisión, sí la dificultan, y eso afecta a la velocidad con que pueden crecer las nuevas variantes, incluyendo aquellas que puedan reducir la efectividad de las vacunas actuales, algo que hasta el momento no se ha dado.

"Se ha observado cierta disminución de eficacia de las vacunas de ARN mensajero con la variante delta pero ello puede estar asociado a un decrecimiento de la inmunidad con el tiempo", ha indicado Fernando González, investigador de la Unidad Mixta Infección y Salud Pública de Fisabio y mimbro del Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública, durante la V Jornada sobre Vacunaciones de la Sociedad Española de Epidemología.

"La frecuencia con la que aparecen nuevas mutaciones en la población está inversamente relacionada con la tasa de vacunación de los países: a mayor vacunación, menor diversidad genómica", señala. Es decir, la diversidad genética del virus entre los pacientes vacunados es mucho menor que entre los no vacunados.

Se trata de una idea lógica que ha sido validada hasta el momento por dos estudios publicados en la plataforma medRxiv, que recoge investigaciones que todavía no han sido revisadas por expertos independientes para publicarse en revistas de impacto científico.

Menos diversidad de linajes del virus

El primero de ellos realizaba un análisis longitudinal de 1,8 millones de genomas secuenciados del virus SARS-CoV-2 en 183 países para trazar patrones evolutivos, a lo que sumaron a secuenciación viral de 23 pacientes vacunados frente a otros 30 que no lo estaban.

"Hemos hallado que la diversidad de linajes está decayendo a nivel de país con tasas crecientes de vacunación masiva", apuntan los autores, liderados por Michie J.M. Niesen, jefe de Investigación Biomédica de la empresa de software de investigación biomédica Nference, que realizó el estudio junto a personal de la Clínica Mayo de Nueva York.

Además, en comparación con los no vacunados, la diversidad de células B neutralizantes frente a epítopos del virus (las partes contra las que se dirigen los anticuerpos) era significativamente menor. "El beneficio social de la vacunación masiva puede ir más allá de la amplia mitigación del riesgo de infección por SARS-CoV-2 y la aminoración de la transmisión comunitaria, incluyendo la derivación de la desenfrenada evolución viral", concluyen los autores.

El segundo estudio, llevado a cabo por dos investigadores del laboratorio de biotecnología agrícola Auxergen, indicaba que la tasa de cobertura vacunal estaba inversamente correlacionada con la frecuencia de mutación del genoma viral y del gen de la espícula, la proteína que se adhiere a las células para infectarlas.

Tomando los datos de 16 países, los autores sugerían que la vacunación completa contra la Covid, "junto a otras estrategias de mitigación", es crítica para suprimir mutaciones emergentes, entre las que puedan surgir algunas que afecten a la efectividad de la vacuna.

Mutación a velocidad del rayo

González indica a EL ESPAÑOL que, pese a tratarse de estudios observacionales (es decir, que no se ha realizado en un entorno controlado para eliminar cualquier tipo de variable que pueda afectar al resultado), "las razones parecen claras: a menos tasa de circulación del virus, menos mutaciones que puedan llevar a la aparición de respuestas indeseables". Por eso la vacunación de los 4 millones de españoles que faltan resulta primordial, porque en ese campo es donde el virus puede evolucionar a nuevas variantes.

Hay que tener en cuenta que el SARS-CoV-2 muta constantemente. Incluso dentro de una misma persona "se generan todas las mutaciones posibles [del virus] cada día" solo que la gran mayoría no se replica y, por tanto, desaparece rápidamente. Los virus, en general, son los seres complejos que muten de forma más rápida.

El ritmo evolutivo del coronavirus (mucho menor que, por ejemplo, el de la gripe), esto es, de generación de cambios que sí permanecen, es de unas dos mutaciones al mes. La variante alfa, aparecida en Reino Unido hace ahora un año, contenía 23 mutaciones.

Algunas de estos cambios genéticos son comunes a varias cepas, que los han logrado cada una por su cuenta, lo que se conoce como evolución convergente. Por ejemplo, la variante delta plus contiene A2, que "se vio inicialmente en una variante detectada en España que se expandió por Europa el verano del año pasado y no está ligada a una mayor transmisión".

Resistencias virales

En el manejo de la pandemia pronto se incluirán unos nuevos actores que han dado mucho que hablar en las últimas semanas. Se trata de los antivirales de MSD y Pfizer, ambos orales, que frenan la replicación del virus y que reducen de forma contundente el número de hospitalizaciones y muertes en personas infectadas. Al menos, eso es lo que han dicho sus comunicados de prensa, pues los datos de los ensayos clínicos todavía no son públicos.

Su irrupción puede servir de justificación para aquellos que han preferido retrasar la vacunación. Después de todo, si dado el caso llegan a contagiarse y tienen algún factor de riesgo, tomar este medicamento les libraría de las peores consecuencias. Pero González hace una advertencia: "Debemos estar atentos a la posibilidad de que aparezcan mutaciones de resistencia a ambos tratamientos".

La cuestión de la resistencia a los antibióticos es un problema de primer nivel en los sistemas de salud mundiales. Se estima que las bacterias multirresistentes causan 33.000 muertes al año en Europa y generan un gasto sanitario adicional superior a 1.500 millones de euros. 

El uso de antivirales es mucho menor que el de antbióticos, pero ya se conocen casos de resistencia a estos medicamentos con enfermedades crónicas como el VIH. El primer medicamento antirretroviral, conocido como AZT, acabó generando resistencias, "de modo que se ha cambiado a combinaciones con dos, tres o cuatro medicamentos simultáneamente, evitando la aparición de cepas que puedan resistir a todos a la vez".

También se han dado casos en enfermedades agudas, con oseltamivir, conocido por su marca comercial Tamiflu, "que tiene mutaciones de resistencia", indica González, que se inclina por que el uso de los antivirales frente a la Covid se dará mediante "cócteles" que combinen varios, de manera que se ataque al virus por varios flancos.

A medida que pasan el tiempo de uso de las vacunas, se conoce mejor su uso, con sus luces y sus sombras. Después de todo, las vacunas son la mejor herramienta contra la pandemia pero, como llevan diciendo los expertos en salud pública, nunca debe ser la única.

Entre otras cosas, porque no son esterilizantes. En varios estudios se ha hallado que "las cargas virales en vacunados y no vacunados son iguales", ha advertido Aurora Limia, del Área de Vacunas de la Dirección General de Salud Pública, en la jornada de vacunas auspiciada por la Sociedad Española de Epidemiología.

Sin embargo, sí que parece cierto que las mismas cargas virales "disminuyen más rápidamente entre los vacunados. El aclaramiento viral", que así se llama técnicamente, "tiene importancia en el impacto de las tasas secundarias de infección, y esto permitirá tomar decisiones en salud pública". Por tanto, no ha dudado en señalar que la vacunación "ha supuesto un antes y un después, ha cambiado el perfil y el impacto de la pandemia".