Coco y aceite de coco

Coco y aceite de coco GTRES

Salud Alimentación

Todo lo que siempre quiso saber sobre el aceite de coco

De aumentar sus ventas a convertirse en el nuevo demonio de la nutrición, no todo son absolutos al hablar de esta sustancia. 

25 junio, 2017 12:45

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Hasta hace pocos años la mayoría de la gente no sabía ni qué eran el aguacate o los batidos detox; hoy en día se han convertido en algo de lo más común, que todo el mundo toma a pesar de las subidas de precios que han experimentado en respuesta a esta moda.

Lo mismo ocurre con otros alimentos, como el aceite de coco, cuyas ventas han crecido exponencialmente en el último año, tanto para aplicaciones cosméticas, como culinarias.

Sin embargo, estas últimas han despertado cierta controversia a raíz de estudios que lo sitúan, junto al aceite de palma, como una grasa que, a pesar de ser vegetal, podría ser más peligrosa para la salud de lo que muchas personas piensan. Pero, ¿es realmente cierto todo esto o de nuevo se trata de una exageración de las redes? La ciencia puede dar algunas respuestas.

Grasas y otros demonios

Del mismo modo que ocurre con la lactosa o el gluten, el aumento de la comercialización de productos bajos en grasas, está llevando a que éstas sean concebidas como algo malo, que debe desaparecer de la dieta.

Sin embargo, no hay nada más lejos de la realidad, pues las grasas son fundamentales para el correcto funcionamiento del organismo, con funciones como generación de energía, fabricación de hormonas, mantenimiento de la temperatura o absorción de vitaminas.

Un claro ejemplo de esto último es el de la leche. Muchos consumidores consideran que es mucho más sano tomar la desnatada; pero, realmente, si no se tiene ninguna patología que requiera un consumo mínimo de grasas lo más saludable es recurrir a la semidesnatada, ya que muchas de sus vitaminas son liposolubles, por lo que es necesario que el producto tenga grasas para que éstas se absorban correctamente.

Sí que es verdad que no todas las grasas son igual de saludables, por lo que se debe distinguir entre las saturadas y las insaturadas.

En el caso de los ácidos grasos saturados, se trata de cadenas de carbono e hidrógeno simples, sin ningún doble enlace entre ellas. En cambio, la insaturadas sí que contienen dobles enlaces, que crean en su estructura una especie de dobleces que hacen más fácil su separación.

Esto último es la razón por la que las grasas insaturadas poseen un punto de fusión más bajo, permaneciendo líquidas a temperatura ambiente, como le ocurre al aceite de oliva.

Pero lo más importante a tener en cuenta es su función sobre los niveles de colesterol, ya que se ha comprobado que las grasas saturadas dificultan la unión del colesterol LDL, también conocido como “colesterol malo”, a los receptores indicados para ello, dando lugar a su acumulación en las arterias.

Aceite de coco, ¿una moda peligrosa?

Por lo general, las grasas saturadas provienen de fuentes animales, mientras que las insaturadas, más saludables, suelen ser de origen vegetal.

Sin embargo, existen excepciones en ambas partes, pues algunos animales, como el pescado o el marisco, contienen grasas muy insaturadas (con muchos dobles enlaces), mientras que algunos aceites vegetales, como el de palma o el de coco, se componen de grasas saturadas.

Y precisamente estos dos últimos son los que se encuentran últimamente en boca de todo el mundo, pues han pasado de tomarse como una opción de aceite saludable a considerarse una bomba de relojería para el corazón.

El último ejemplo de esto último es el de un estudio publicado en Circulation, la revista de la Asociación Americana del Corazón.

En él se hace una revisión de varios estudios en los que se analiza el efecto del aceite de coco sobre los niveles de colesterol LDL y la aparición de enfermedades coronarias.

La conclusión final es que sí que hay una clara correlación entre el consumo de aceite de coco y el aumento de los niveles de colesterol LDL en sangre; aunque, por el contrario, dicho consumo no se puede relacionar con seguridad a la aparición de trastornos del corazón.

El problema es que sí que está demostrada la influencia de los niveles de este tipo de colesterol sobre la salud cardiovascular, por lo que la recomendación con la que se concluye el estudio es que se minimice el consumo de este tipo de aceites, sin ser necesario eliminarlos de la dieta por completo.

¿Quiere decir esto entonces que el aceite de coco o el de palma son peores que el tocino? No, en absoluto. Simplemente significa que abusar de ellos, como de tantos otros alimentos, no es recomendable para la salud. Sea como sea, con lo accesible que es en España el aceite de oliva, ¿para qué abusar de otros aceites?