Un banquete de Navidad.

Un banquete de Navidad.

Nutrición Grasas

Los cinco alimentos típicos de la Navidad que más aumentan tu colesterol sin que te des cuenta

Las comidas de Navidad están compuestas de alimentos típicos y tradicionales que esconden una gran cantidad de grasas saturadas.

22 diciembre, 2021 06:04

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Aunque las Navidades son una época de vacaciones, de descanso y de disfrute, muchas personas en España las pasan preocupadas. El gasto de dinero, las visitas de familiares y los atracones de comida son algunos de los temas que dan vueltas en nuestra cabeza durante estos días. Las inminentes comilonas amenazan con destrozar los resultados que en los últimos meses hemos logrado con la dieta y el ejercicio físico. 

No sólo es una cuestión estética porque, al fin y al cabo, si ganamos peso corporal es posible volver a reducirlo cuando pasen las fiestas y recuperemos nuestra dieta habitual. Lo que sí debe preocuparnos son nuestros niveles de colesterol en sangre y más si hemos visto en nuestros últimos análisis una cifra peligrosa. A pesar de que hay menús de Navidad perfectamente compatibles con una dieta cardiosaludable, las comidas de estas fechas cuentan frecuentemente con alimentos que elevan nuestro colesterol.

Las comidas de Navidad suelen estar protagonizadas por algún alimento de origen animal. En algunas casas se come pescado, en otras carne y, en la mayoría, se alternan durante las festividades. Mientras que todos los pescados son recomendables —a excepción de los ejemplares de mayor tamaño, que contienen más proporción de mercurio—, no pasa lo mismo con las carnes. Algunas de las que son más típicas en Navidad son, precisamente, las menos saludables.

Las carnes más grasientas

El cordero, sin duda, es una de las carnes más populares en esta época, pero también destaca por ser una de las más grasientas. Según este artículo de EL ESPAÑOL, es la que más grasas contiene por detrás del pato. Además, la grasa de las carnes es diferente a la de los pescados: mientras que los pescados tienen un contenido bajo en grasas y las que contienen suelen tener un perfil saludable, el valor nutricional de la grasa de la carne roja es peor y, además, este nutriente suele ser más abundante.

Por eso, el cordero se considera de consumo ocasional para todos y parte de la lista negra de las personas con el colesterol alto: tiene cerca de un 20% de grasas totales y la mayoría los ácidos grasos son saturados. Es decir, su consumo se relaciona con un aumento de los niveles en sangre de lipoproteína de baja densidad (LDL, por sus siglas en inglés), que también se conoce como colesterol malo, el que se pega a las paredes de las arterias formando placas de ateroma.

Otra carne muy grasienta que podemos encontrar en algunas comidas de Navidad es el cochinillo. De todas formas, ambas son fácilmente sustituibles por un plato principal a base de pescado, como la lubina, que es bajo en grasas y saludable. Ahora bien, los alimentos grasientos no sólo se encuentran en el plato principal, sino que los aperitivos y los entrantes son bocados a los que debemos prestar también atención. Si bien los aperitivos saludables existen, en Navidad somos más proclives a alimentos grasientos.

El peor y el mejor embutido

Los embutidos y otras carnes procesadas serán, otro año más, el aperitivo estrella en la mayoría de los hogares de España. Los embutidos como los chorizos, los salchichones o el fuet son, básicamente, la tripa de un animal en el que se introduce una mezcla de carne y grasa. Por tanto, son productos que destacan por su alto contenido de grasas. Según la Fundación Española de Nutrición (FEN), el 32% del chorizo está formado por grasas y una buena proporción de ellas son ácidos grasos saturados.

El chorizo, el salchichón, pero, sobre todo, la sobrasada y la morcilla son los embutidos que contienen una proporción más alta de grasa en su composición. Su fuerte relación con el aumento del colesterol y, por tanto, con las enfermedades cardiovasculares no son el único problema que conllevan estos productos. Las carnes procesadas fueron declaradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto a la carne roja como potenciales carcinogénicos: el consumo abusivo de estos productos se relacionaron en múltiples estudios con el desarrollo de cánceres colorrectales.

De todas formas, existe un aperitivo de carne procesada que los expertos han indultado y es nuestro jamón ibérico y serrano. El epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González explica en su libro ¿Qué comes? Ciencia y conciencia para resistir (Planeta, 2020) que estos productos elaborados de manera tradicional no son ultraprocesados. Además, explica que el jamón contiene sustancias beneficiosas para la salud cardiovascular si se toma con moderación. El experto concluye que tomar 50 gramos de jamón unas 4 veces a la semana no tiene riesgo para la salud.

Salsas, dulces y alcohol

Los mariscos tienen fama de tener un alto nivel de colesterol y así es. Sin embargo, el contenido de colesterol de un alimento no repercute en el aumento en sangre de esta sustancia. Son las grasas saturadas las que se relacionan con esta sustancia. Además, Marián García, la nutricionista conocida en redes como Boticaria García, explica en su libro El jamón de York no existe (La esfera de los libros, 2019) que la mayoría del colesterol de las gambas y langostinos está en la cabeza y, si no las chupamos, no debemos preocuparnos.

Eso sí, cuando comemos langostinos solemos rebañarlos a conciencia con mayonesa. Esta salsa tiene un contenido muy elevado de grasas procedente de los aceites que se utilizan en su receta. Si hemos comprado la mayonesa en el supermercado sus grasas procederán, en muchas ocasiones, de aceites de peor calidad. También debemos andarnos con ojo con la mayonesa casera con aceite de oliva porque, aunque esta grasa sea saludable, es fácil hacer un sobreconsumo de calorías.

Entre los ingredientes de los dulces de Navidad, como los mantecados, pueden encontrarse grasas de origen animal con una alta proporción de grasas saturadas. Pero, además, los alimentos con un exceso de azúcar se relacionan con otros factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular, como la hiperglucemia y la obesidad. Por último, el alcohol es otro componente de las comidas de Navidad que debemos evitar o moderar en gran medida. Tanto el colesterol como el alcohol se metabolizan en el hígado y, por tanto, "si ingerimos cantidades importantes de ambos, se produce una sobrecarga", explica García en esta entrada de su página web.