La genética puede determinar la atracción por las comidas grasas.

La genética puede determinar la atracción por las comidas grasas. Pixabay

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El factor oculto que hace engordar y está en los genes: cómo desactivarlo según la ciencia

Determinar la predisposición genética de alguna personas por ciertos alimentos permitiría dietas personalizadas que compensen los daños.

27 octubre, 2021 02:55

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El peso de la genética sobre enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes se sospecha desde hace años, pero de forma indirecta, provocando una inclinación a elegir alimentos insanos y a ingerirlos en cantidades excesivas. De hecho, se han comercializado diversos tipos de test genéticos, algunos a la venta en España, pero sin base científica, que buscaban relaciones de este estilo.

A día de hoy, la evidencia sigue siendo escasa, pero un grupo de investigadores ha llevado a cabo el estudio más grande jamás realizado sobre genética y elección de alimentos. Existen más de dos docenas de regiones de secuencias genéticas que serían esenciales para explicar las elecciones de alimentos de cada persona.

Esa sería la conclusión a la cual habría llegado el nuevo estudio publucado en Nature Human Behavior, a cargo de Chloé Sarnowski, investigadora del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, y sus colaboradores de la Universidad de Boston. Como bien recuerda Sarnowski, se sabe que la ingesta diaria promedio de nutrientes y alimentos es uno de los principales contribuyentes a la obesidad, pero no es el único factor a tener en cuenta.

El cerebro está influenciado por diversas señales que modulan la conducta alimentaria de las personas, los cuales a su vez contribuyen a regular el equilibrio energético corporal. Entre ellas, las señales de apetito, regulación del gasto de energía según los niveles sanguíneos hormonales y regulación de nutrientes metabólicos clave como algunas de estas funciones.

Por ello, se sospechaba que las variaciones genéticas de cada persona podrían tener influencia, como llegar a provocar sensaciones de hambre exageradas y tendencia a la obesidad en última instancia.

Sin embargo, y a pesar de que se sospechaba esta relación entre genética y elecciones alimentarias desde hace décadas, existen muy pocos estudios al respecto. Así pues, Sarnowski y sus colegas decidieron analizar de forma conjunta los principales nutrientes que precisa el organismo humano y que consume el grandes cantidades, como son los carbohidratos, proteínas y grasas, para caracterizar las posibles regiones genéticas que influyen en las elecciones de alimentos.

Para el estudio, los investigadores analizaron los genes y el consumo de alimentos de 282.271 personas de ascendencia europea cuyos datos aparecían en el Biobanco de Reino Unido y el estudio epidemiológico CHARGE.

A partir de todos estos datos, se llegaron a identificar 26 regiones genéticas asociadas con una mayor preferencia por alimentos que contienen más grasas, proteínas o carbohidratos. A nivel cerebral, estos genes influirían en áreas especializadas de las células cerebrales, distribuídas por el sistema nervioso central, que responderían al consumo de estos macronutrientes.

Los investigadores creen que el conocimiento de estas variantes genéticas podría servir de base para investigaciones futuras y determinar si la composición de la dieta está relacionada de forma causal con enfermedades metabólicas como la obesidad o la diabetes tipo 2, entre otras. Aunque, en realidad, sí se sabe que la dieta tiene una relación con estas enfermedades, pero que exista una clara causa-efecto es algo que aún debe estudiarse a fondo, como recuerdan los investigadores.

Para finalizar, los autores mencionan que estos resultados podrían ayudar a identificar a aquellas personas con más probabilidades de seguir recomendaciones dietéticas específicas para prevenir exitosamente la obesidad o la diabetes.

Como ejemplo, mencionan, si se sabe que una persona es más susceptible genéticamente a preferir alimentos grasos, sería posible ajustar su dieta para que consuma una mayor cantidad de grasas saludables en lugar de ofrecer otros enfoques dietéticos con menor adherencia por su parte.

Como siempre, habrá que seguir estudiando e investigando al respecto, dado que estas conclusiones son solo la base de la posible relación entre genética y consumo de alimentos.